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Un Comité Federal como cierre de filas: “Para ganar las autonómicas de 2027 hay que cuidar al Gobierno”

Sánchez hace un llamamiento expreso a la "lealtad" de sus barones que, a excepción de Page y Lambán, rebajan el tono de sus críticas a las puertas del Congreso de Sevilla

Sánchez pide al PSOE profundizar en la España federal frente al modelo del PP: “No va de territorios, sino de servicios públicos”

Antes que nada, lealtad. Y luego ya se irá viendo. Ese es el mensaje con el que el PSOE capea, por el momento, el espinoso debate sobre la reforma de un sistema de financiación autonómica aún sin detallar y que incluye una “singularidad” para Catalunya también, hasta la fecha, sin especificar. Ese fue el tema central de discusión del Comité Federal de este sábado, que frustró las expectativas de quienes preveían un encierro socialista de alto voltaje, como en los viejos tiempos. Y que no aportó mucha novedad respecto a cómo pretende resolver el presidente el entuerto de la fiscalidad territorial pero sí constató que el Socialista es un partido que está, hoy por hoy, muy lejos de cualquier hipótesis de rebelión interna.

Porque, al final, discusión de puertas hacia adentro hubo mucha menos de lo que se anunciaba de puertas hacia afuera. Lo que sí hubo fue un llamamiento explícito de Pedro Sánchez a su partido a que las críticas internas no nublen aún más la ya de por sí tormentosa legislatura. “Para ganar las autonómicas y municipales de 2027 hay que cuidar al Gobierno”, advirtió a sus barones en la intervención con la que cerró el cónclave. 

A esas alturas ni Emiliano García-Page ni Javier Lambán estaban ya en la sala, así que no pudieron escuchar la petición expresa de “lealtad” que lanzó el secretario general. “Somos el proyecto socialdemócrata más potente de Europa. Con la acción del Gobierno y con vuestro impulso y lealtad seremos imparables”, le dijo Sánchez a los miembros de la dirección de su partido y de las federaciones territoriales. 

Y ese llamamiento al cierre de filas tuvo su efecto. El goteo incesante de críticas explícitas o veladas por parte de un buen número de dirigentes territoriales que se prolongó durante todo el verano desde que se conoció el pacto entre el PSC y ERC, y que llegó incluso hasta las puertas de la sede de Ferraz a primera hora del sábado, se frenó justo cuando terminó la intervención inicial en abierto de Pedro Sánchez y empezaron los turnos de palabra a puerta cerrada. Desde ese momento, muchos de los reproches que un día fueron lanzados a los cuatro vientos se atenuaron tanto que apenas fueron percibidos como afrenta por la dirección del partido. Y otros acabaron incluso reconvertidos en halagos para dejar resonar en el eco de su soledad a los de siempre: Emiliano-García Page y Javier Lambán. 

Los dirigentes socialistas de Castilla-La Mancha y Aragón fueron explosivos en sus declaraciones ante la prensa. “Vengo con una enorme preocupación por el país y por los valores fundacionales de la izquierda y de la socialdemocracia. La propuesta que he leído, que es la de Esquerra, es más egoísta que socialista. Es incomprensible e indefendible”, dijo Page a las diez y media de la mañana frente una ristra de micrófonos antes de poner un pie en la sede del PSOE. Una hora después, en su intervención a puerta cerrada, mantuvo sus críticas al pacto alcanzado en Catalunya aunque, según coinciden quienes le escucharon, lo hizo en un tono “mucho más respetuoso, más comedido”. 

El contraste fue mucho mayor en el mensaje de otros dirigentes. El secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, ha sido en las últimas semanas una de las voces que se ha expresado abiertamente en contra de privilegiar a Catalunya fiscalmente respecto a otros territorios. E incluso este sábado recriminó públicamente a su partido no haber propiciado antes algún foro “de diálogo y reflexión” sobre el tema. Dentro, sin embargo, su discurso se centró en los reproches a la presidenta popular de Extremadura, María Guardiola, y aunque dejó entrever su preocupación por el pacto firmado entre el PSC y ERC, se limitó a mostrarse convencido de que la reforma pendiente se asentará “en la justicia social y en la igualdad”. 

Más explícitos fueron incluso los halagos a la dirección de su partido y al Gobierno del líder de los socialistas andaluces, Juan Espadas, otro de los dirigentes que había puesto sobre la mesa durante el verano sus reticencias sobre lo firmado en Catalunya y que ante la prensa este sábado había llegado a exigir que la reforma de la financiación autonómica sea “buena para todos, no solo para unos pocos”. Dentro, Espadas insistió en la idea de la solidaridad interterritorial y puso el foco en que ahora “haya un socialista trabajando por una Catalunya mejor pero también por una mejor España”, en referencia a Salvador Illa. 

Ni Luis Tudanca (Castilla y León) ni Juan Lobato (Comunidad de Madrid) se lanzaron tampoco a criticar abiertamente durante sus discursos a puerta cerrada el compromiso adquirido por su partido con el independentismo catalán. Ambos reclamaron para sus respectivos territorios una financiación justa que aleje el fantasma de una España con territorios beneficiados en detrimento de otros, pero estuvieron lejos de la senda marcada por Page y Lambán de confrontar abiertamente con Pedro Sánchez el camino emprendido en Catalunya. 

El balance en la dirección del partido al término del Comité Federal fue que, a pesar de todas las dificultades, el PSOE está lejos de vivir tiempos de combustión interna. La siguiente meta volante está fijada para finales de noviembre. El Congreso asoma ya en el horizonte político del próximo Otoño, una cita para la que nadie discute ni discutirá el poder de Pedro Sánchez y en la que hay muchos puestos y muchos cargos en juego. Otro estímulo más para que las críticas internas se atemperen por mucho que sobre el pacto fiscal con Catalunya se mantengan intactos tantos enigmas como escepticismos.

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