Los 2 países América Latina donde los trabajadores se jubilan más jóvenes: superan a México y Brasil
El envejecimiento poblacional en América Latina ha generado una presión considerable sobre los sistemas de pensiones. Según la CEPAL, para 2050, el 18,9% de la población en la región tendrá más de 65 años, el doble del porcentaje actual. Este fenómeno ha obligado a varios gobiernos a realizar reformas en sus sistemas de jubilación, con el fin de garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Países como Brasil y México han elevado la edad de retiro en los últimos años y exigen cada vez más años de contribución para acceder a una pensión completa.
Sin embargo, existen casos excepcionales dentro de la región. Mientras en muchas naciones la edad de retiro ronda los 65 años, el país con la edad de jubilación más joven de América Latina permite a sus ciudadanos acceder a este beneficio a edades considerablemente más bajas.
¿En qué países de América Latina se jubilan más jóvenes?
El Salvador y Bolivia lideran el grupo de países donde los trabajadores pueden retirarse más jóvenes. En El Salvador, las mujeres pueden jubilarse a los 55 años y los hombres a los 60, siempre que hayan contribuido al sistema de pensiones por un mínimo de 25 años. En Bolivia, las mujeres que tienen tres o más hijos pueden jubilarse a los 55 años, mientras que el resto de las trabajadoras y los hombres pueden hacerlo a partir de los 58 años.
Por otro lado, en naciones como Brasil, la edad de jubilación ha aumentado debido a la reforma de pensiones de 2019, estableciendo los 65 años para los hombres y 62 para las mujeres. Este aumento en la edad de retiro refleja la necesidad de equilibrar la sostenibilidad del sistema con el envejecimiento poblacional. En México, las personas deben cumplir un mínimo de 825 semanas de cotización para jubilarse, con edades de retiro que oscilan entre los 60 y 65 años, dependiendo del régimen bajo el cual estén afiliados.
Desafíos y reformas necesarias para garantizar la sostenibilidad de las pensiones en la región
La sostenibilidad de los sistemas de pensiones en América Latina está en riesgo debido a varios factores, entre ellos, la alta informalidad laboral, el envejecimiento acelerado de la población y la baja tasa de fecundidad. En declaraciones para Bloomberg Línea, Alejandro Escobar Correa, gerente estratégico en la consultora Sectorial, señaló que países como Chile, Costa Rica, Uruguay y Argentina enfrentan los mayores riesgos debido a sus altas tasas de envejecimiento.
Además, el gasto en pensiones como porcentaje del PIB varía significativamente entre las naciones. Brasil encabeza la lista con un gasto del 11,1%, seguido por Argentina y Uruguay, con un 10,7% cada uno. Estos porcentajes reflejan la presión que enfrentan estos países para mantener sus sistemas de jubilación, mientras intentan al mismo tiempo implementar reformas que aseguren su sostenibilidad a largo plazo.
Entre las propuestas que más se mencionan está el aumento de la edad de jubilación y la elevación de las contribuciones al sistema, algo que ya ha sido implementado en varios países de la región. Sin embargo, estas medidas deben ir acompañadas de políticas que fomenten la inclusión laboral y reduzcan la informalidad, un fenómeno que afecta a gran parte de los trabajadores en Latinoamérica.
El país de América Latina donde viven mejor los jubilados
Según el Índice Global de Jubilación, Costa Rica se posiciona como uno de los mejores países para jubilarse en América Latina. La combinación de un sistema de salud robusto, una pensión digna y una alta calidad de vida lo hacen atractivo tanto para locales como para extranjeros. Además, países como Panamá, Ecuador y Colombia también son considerados destinos ideales para quienes buscan una jubilación tranquila y con buenas condiciones de vida.
El desafío en la mayoría de los países de América Latina es garantizar que las pensiones proporcionen un nivel de vida adecuado a una población cada vez más envejecida. En naciones como Argentina y Chile, el valor de las pensiones mínimas sigue siendo bajo, con montos que apenas cubren las necesidades básicas de los jubilados.