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Alérgenos alimentarios

Abc.es 
En la sociedad actual, el término 'alérgenos' ha ganado una relevancia significativa en el ámbito de la nutrición y la salud pública. Las alergias alimentarias son cada vez más comunes, afectando a millones de personas en todo el mundo. Este fenómeno ha llevado a un mayor énfasis en la educación, la regulación y la gestión de los alérgenos en los alimentos que consumimos a diario. Los alérgenos alimentarios son proteínas presentes en ciertos alimentos que pueden desencadenar reacciones adversas en el sistema inmunológico de algunas personas. Cuando una persona con alergia alimentaria consume un alérgeno, su cuerpo lo identifica erróneamente como una amenaza, lo que provoca una reacción alérgica. Estas reacciones pueden variar desde síntomas leves, como picazón o hinchazón, hasta reacciones graves y potencialmente mortales, como el shock anafiláctico. Aunque cualquier alimento tiene el potencial de causar una alergia, existen algunos que son responsables de la mayoría de las reacciones alérgicas. A nivel mundial, se reconocen comúnmente ocho alimentos como los principales alérgenos, también conocidos como 'los ocho grandes': 1. Leche : la alergia a la leche es especialmente común en niños, aunque muchos la superan a medida que crecen. 2. Huevos : otro alérgeno frecuente en la infancia, los huevos pueden causar reacciones en la piel, el sistema respiratorio y gastrointestinal. 3. Pescado : la alergia al pescado tiende a desarrollarse en la edad adulta y puede ser muy grave. 4. Mariscos : Ccrustáceos como los camarones, langostas y cangrejos son responsables de la mayoría de las reacciones alérgicas a los mariscos. 5. Frutos secos : almendras, nueces de Brasil, avellanas y otros frutos secos pueden desencadenar reacciones severas. 6. Maní : una de las alergias alimentarias más peligrosas, el maní es responsable de muchas de las reacciones alérgicas más graves. 7. Soja : aunque es más común en niños, la alergia a la soja puede persistir en la edad adulta. 8. Trigo : el trigo no solo está relacionado con la enfermedad celíaca, sino que también puede causar reacciones alérgicas en algunas personas. En las últimas décadas, la prevalencia de las alergias alimentarias ha aumentado notablemente, especialmente en los países desarrollados. Según algunos estudios, alrededor del 8% de los niños y el 4% de los adultos en Estados Unidos padecen alguna alergia alimentaria. Este aumento ha generado una mayor conciencia pública y ha llevado a cambios significativos en la industria alimentaria y en las regulaciones de etiquetado. La identificación clara de alérgenos en las etiquetas de los productos alimenticios es crucial para proteger a las personas con alergias alimentarias. En muchas regiones, como la Unión Europea y Estados Unidos, las leyes exigen que los fabricantes indiquen claramente la presencia de cualquier alérgeno conocido en la lista de ingredientes o en una advertencia separada. Además, se deben tomar precauciones para evitar la contaminación cruzada durante el proceso de producción, lo que significa que los alimentos que no contienen alérgenos por naturaleza podrían estar etiquetados con advertencias como «puede contener trazas de...». Vivir con una alergia alimentaria requiere una constante vigilancia y educación tanto para los individuos afectados como para quienes los rodean. Esto implica leer minuciosamente las etiquetas de los alimentos, ser consciente de las posibles fuentes de contaminación cruzada y estar preparado para actuar en caso de una reacción alérgica. En situaciones graves, las personas con alergias alimentarias pueden necesitar llevar consigo epinefrina, un medicamento que puede detener las reacciones alérgicas severas. La educación sobre el uso correcto de este medicamento es vital para quienes lo necesitan. Los alérgenos alimentarios representan un desafío importante tanto para los individuos afectados como para la sociedad en su conjunto. Con la creciente incidencia de alergias alimentarias, es esencial que tanto los consumidores como los fabricantes de alimentos sean conscientes de los riesgos y tomen las medidas necesarias para prevenir reacciones alérgicas. A través de una combinación de educación, regulación adecuada y responsabilidad personal, es posible minimizar los riesgos asociados con los alérgenos alimentarios y mejorar la calidad de vida de quienes viven con estas condiciones.

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