Perú está dividido entre partidarios de Fujimori y quienes consideran que ha muerto un dictador
El expresidente peruano Alberto Fujimori murió este miércoles 11 de septiembre en Lima. Muy popular para una gran parte de la población y de la clase política, la muerte del exmandatario acaba con las esperanzas de justicia para víctimas del conflicto armado, como lo explica la antropóloga Valerie Robin Azevedo, autora de «Los Silencios de la Guerra».
—Alberto Fujimori falleció este miércoles en su casa en Lima, donde se han concentrado sus partidarios. El gobierno ha decretado tres días de duelo nacional. ¿Cómo queda la imagen del expresidente en el Perú de hoy?
—La imagen de Fujimori está bien dividida entre sus partidarios y los que consideran que en realidad quien ha muerto es un exdictador, responsables de crímenes de lesa humanidad, de graves violaciones de derechos humanos y de corrupción.
—¿Cómo explicar la fascinación no que hay en la población por su política autoritaria?
—Luego de su autogolpe en el año 1992, en el cual él disuelve todos los poderes legislativos, judicial y toma el control también de la prensa, justifica la mano dura justificado en ese entonces como una manera de poder pacificar. El país estaba viviendo el conflicto armado interno de forma muy fuerte con atentados en Lima. Se captura a Abimael Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, ese año. Eso ofreció a Fujimori la oportunidad de encarnar esa política madura, mientras que en realidad quien logró la captura del líder guerrillero fue la Policía Nacional, mientras Fujimori estaba pescando en la Amazonía. La narrativa del éxito del fujimorismo y del éxito del Gobierno de Fujimori va a girar en torno a la pacificación y la estabilidad que él supuestamente habría logrado. Pero es más que todo una ficción, porque en realidad ahí lo que él impone es también la creación de un escuadrón de la muerte del Ejército: el grupo Colina. Entonces él fue destrozando las instituciones democráticas.
—¿El gobierno actual es un respaldo al fujimorismo?
—El gobierno actual es un gobierno casi fantoche, ya que está totalmente controlado por el Congreso que está mayormente a favor por el fujimorismo. Más allá de un tema de ideología, el fujimorismo hoy en día es ante todo un sistema de corrupción generalizada. Es una de de sus herencias más fuertes. Estamos hoy en día con un Congreso donde en realidad ya no hablamos realmente de ideología, sino de grupos de intereses, de tipo mafioso. Ahí el fujimorismo ha tenido un papel clave desde el año 2016. La declaración de los tres días de duelo de parte del Gobierno de Dina Boluarte tiene su lógica porque apoya al Congreso, que tiene un peso sobre su mantenimiento en el poder.
—Fujimori murió en casa beneficiado por un indulto. No cumplió los 25 años de sentencia por corrupción y violación de derechos humanos. ¿Qué juicios quedaron en el aire?
—Había pendiente un juicio oral en contra de Fujimori por ejemplo por la matanza de los campesinos de Pativilca en el año 1992, precisamente a manos del grupo Colina. Al indultarlo y excarcelarlo, el Estado peruano desacató el fallo y la opinión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, no ordenando esta excarcelación. Recordemos que en los casos por los cuales Fujimori fue condenado lo fue como autor mediato de crímenes. En el caso de Barrios Altos, hubo una matanza de 15 personas, incluyendo un niño de 8 años. También hubo el asesinato de los nueve estudiantes y un profesor en la Universidad La Cantuta. La muerte del exmandatario es un paso en toda la impunidad que consistió en liberarlo. El indulto se había intentado en el año 2017. Luego a finales de 2023. Me imagino la frustración de las víctimas ante la imposibilidad de juzgarlo. En estas últimas semanas también el Congreso y luego la presidenta Dina Boluarte han promulgado una ley de amnistía. Además, el Congreso había votado escandalosamente una pensión vitalicia a Fujimori hace unas semanas cuando en realidad él tiene una deuda millonaria a favor del Estado peruano, precisamente a raíz de su juicio, que lo condenó a 25 años de cárcel.
—¿Podría desbaratarse el clan Fujimori, es decir, tras la muerte del patriarca, los procesos de la hija Keiko y las guerras también fratricidas que ha tenido con su hermano Kenji?
—Su hija está investigada por lavado de activos. Pretende postular a la presidencia, probablemente en el año 2026. La verdad es que la situación democrática en el Perú es muy preocupante en realidad. La alianza, digamos este que hay entre el fujimorismo en el Congreso y el gobierno actual de Dina Boluarte no deja dudas en que logre salvarse probablemente. El clan, pese a las desuniones, el clan Fujimori no parece ahora presentar quiebres internos. Es cierto que Alberto Fujimori lo que le otorgaba también su legitimidad. Ahora que ya no está, no sé cómo las cosas puedan evolucionar en las semanas siguientes.
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