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Vinicius marca, pero le cuesta bailar

Abc.es 
La música no suena bien para Vinicius este inicio de temporada. Si el partido de este sábado en Anoeta hubiese sido un examen para el brasileño, el profesor habría tenido problemas para encontrarlo en la lista de asistentes. Sólo para el gol, aunque quizá sea esto lo más importante, y para encararse con la grada. Unas malas sensaciones, en parte tapadas por su tanto de penalti, que son la continuación de las s entidas en los dos partidos jugados con Brasil durante el parón de selecciones, y que han puesto en el punto de mira de la prensa brasileña a la estrella del Madrid. En España, al otro lado del Atlántico, de momento, la cosa tampoco mejora. Dos goles y una asistencia en las cinco primeras jornada s de esta temporada que contrastan sobremanera con el fin de la pasada, que le valió para comprar papeletas en la carrera por el Balón de Oro. Ahora, estas parecen un tanto mojadas. Poco o nada del crack brasileño en la primera parte. En punta con Mbappé en el 4-4-2 o escorado a la izquierda, daba igual. La conexión con el francés fue inexistente, sin combinación alguna que mereciera la pena destacar. Tampoco por su cuenta logró recuperar el desequilibrio que le caracteriza. La pedía con el brazo en alto, pero sin éxito. Cada vez que recibía el balón pegado a la cal lo soltaba rápido, como sin confianza, poniendo centros rápidos a ninguna parte. No completó ningún regate, aunque para hacerlos, primero hay que intentarlos. Y más cuando el lateral que se mide contigo, Aramburu, tiene una amarilla desde la media hora. Eso sí, provocada por Vini. Fue lo poco que consiguió sacar de provecho en ataque para el Madrid en la primera mitad. No conseguía bailar, algo parecido a lo que le sucedió con Brasil en su gira de la Copa América. De hecho, llegó a vérsele desesperado cuando, a punto de encararse con uno de los córners de Anoeta por primera vez, soltó un empujón a Take Kubo que le valió la pitada de la afición donostiarra. Más de lo mismo en los segundos cuarenta y cinco minutos. Imprecisiones, errores en la elección de los pases... Se acercaba al banquillo de Ancelotti, donde los asistentes le acercaban botellas de agua que no cogía, sin saber muy bien qué necesitaba. En defensa llegaba tarde a las ayudas y luego le costaba salir a la contra . La única diferencia fue, sin embargo, la más relevante. El gol. El elemento clave del fútbol. Y es que, pese a lo anterior, ninguno de sus compañeros dudó en quién tenía que lanzar el penalti provocado por Modric, en esa política que sigue Carlo Ancelotti de turnismo pacífico entre Vinicius y Mbappé , para mantener controlado el ego de sus estrellas. Después de abrir el marcador tras la estirada de Remiro, que logró tocar la bola, Vini tenía claro el escenario y la performance que iba a hacer a modo de celebración. El córner izquierdo de Anoeta para lo primero y su dedo tapándose la boca dirigiéndose a la grada lo segundo. No fue el único momento en el que Vinicius quiso hacer amigos en San Sebastián. Por ejemplo, con más gestos tras el segundo de Mbappé.

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