Las profes «gotas de agua»
CAMAGÜEY.— En los pasillos de la emblemática Escuela Pedagógica Nicolás Guillén Batista, desde hace unos años, varias muchachas idénticas se pasean con notoriedad entre visitantes, educandos y profesores, quienes no dejan de sonreír con asombro.
Ante el paso seguro de las protagonistas de esta historia, Juventud Rebelde, también fascinado por su parecido sorprendente, las interrumpió en sus selfies para conocer cómo conviven estas mellizas y trillizas que, desde las mismas aulas, comparten proyectos de vida semejantes.
La historia comienza con las jimaguas Ariamna y Ariemne Sayas Bazán González, de 18 años de edad, quienes cursan el 4to. año de la carrera de Educación Especial.
Según cuentan, cuando apenas tenían nueve primaveras descubrieron su vocación, y juntas emprendieron un mismo camino de aspiraciones y metas.
Ariamna (la más risueña y conversadora, según lo percibido por quien redacta), recuerda bien el día en que decidieron estudiar esta especialidad, porque fue una jornada muy triste para el pueblo cubano, y en especial el camagüeyano, que esperaba masivamente la caravana de despedida del indiscutible líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
«Estábamos paradas desde temprano en el parque de Florida, junto a nuestra familia y todo el pueblo, cuando vimos en la acera de enfrente a unos
jóvenes que se comunicaban a través de señas, y eso nos impresionó tanto que tía María del Carmen, nuestra segunda madre (mamá Diana Rosa está en el cielo), tuvo que explicarnos en qué consistía aquel descubrimiento», relató la muchacha.
Ariemne, la más calladita, agregó: «Por eso siempre decimos que fue Fidel, con su luz de guía y padre, quien nos iluminó el camino. Fíjate que aspirábamos a entrar en la Escuela de Iniciación Deportiva Cerro Pelado, pero lo que descubrimos aquella triste tarde de noviembre nos atrapó».
Desde entonces, estas dos «gotas de agua», como las nombran sus compañeros y profesores en la Guillén, no dejaron de indagar sobre tan noble profesión.
«Mientras más investigábamos, incluso en la escuela floridana José Luis Tassende de las Muñecas —centro dedicado a la Enseñanza Especial en ese municipio—, más convencidas estábamos de querer ser maestras de niños con necesidades especiales», añadió Ariamna.
Las Sayas Bazán González insistieron sin titubeos, casi a coro y con exactos tonos y acentos en sus voces, que estos niños y niñas estremecen, impactan y llenan el alma cuando a través de carticas sencillas y dibujos les agradecen su amistad y enseñanzas.
«Los pequeños nos demuestran que no hay sueño imposible, a pesar de su condición limitada», dijo Ariamna, y su hermana reflexionó: «Aquí nos preparan no solo como profesoras, sino para la vida, porque una se vuelve más madura, y te sientes útil».
Estas floridanas comentan también cómo se las arreglan para no ser confundidas entre sí: «Todo es muy difícil al principio, pero tanto los pioneros como los profes y compañeros de aula aprenden con el tiempo. Hay quien nunca lo logra, pero ya estamos acostumbradas a las confusiones y nos reímos de esos enredos sobre nuestras caras, ropas, peinados…».
Tripleta guaimareña
Si entrevistar a dos jovencitas tan exactas en su físico como en sus proyectos resultó una aventura reporteril, imagine tener que hacerlo con tres hermanas igualiticas.
Asómbrese, sí, pero no exagero: en la prestigiosa institución docente agramontina también estudian las trillizas Dainelis, Delenis y Dianelis Lugo Corrales, muy parecidas no solo en la sonrisa, sino también en la voz y mirada, lo cual aturde hasta «al más pinto de la paloma», como versa un refrán de antaño.
Cuentan estas adolescentes (16 años de edad) que la pasión por el magisterio les viene de sangre: «Hemos crecido en ese ambiente. Mi abuelita Eledina es una maestra consagrada en Guáimaro, y mami se hizo instructora de arte en este centro», subrayó Dainelis, la más comunicativa de las tres, quien prefirió la especialidad de Visual Teatral, mientras sus dos hermanas escogieron Educación Musical.
Ya en el tercer año de sus carreras, estas jovencitas aseveran que estudiar en la Guillén les ha permitido conocer la buena música cubana y del mundo, más lo concerniente a la danza y otras manifestaciones del arte.
Para Dianelis, la más pensativa de este pintoresco terceto, estar con Delenis en la misma especialidad la hace muy feliz. «Aunque las tres nos ayudamos, compartir con Dele cada detalle, criterio y hasta las tareas de clases me facilita la vida como estudiante».
El trío de «las contentas» —como en jarana las conocen— no niega ni por un segundo su entusiasta manera de asumir la vocación pedagógica. «Todas sabemos bailar y cantar, lo cual nos acerca a los pioneros, quienes sí nos confunden siempre y se asombran, porque nunca habían conocido a unas trillizas», explicó Dainelis.
Las alegres guaimareñas sueñan con crear un proyecto cultural comunitario en su histórica ciudad, y no se arrepienten de ser maestras en un futuro muy cercano: «A pesar de lo que se dice por ahí sobre esta profesión, nosotras la defendemos, como abuela y mami», aseveró Delenis, y las tres posaron ante el lente de nuestro periódico, junto a las mellizas floridanas.