Una oración IA y un hurra para Fernando Arrabal
«Yo era una inteligencia artificial antes de que nadie empezara a hablar de esto», le confirmaba el guasón de Peter Sloterdijk a Bruno Pardo en las páginas del periódico. Y Fernando Arrabal lo opuesto no es, ¡en absoluto!, pero perpendicular y cenital quizá, como un ángel estampado contra el capó de un camión minúsculo lleno de crucifijos y dildos envenenados con los colores de España. Y confeti. Acaba de publicar junto a los de José Moreno Arenas (ed. Libros del Innombrable) una nueva remesa de entremeses teatrales llenos de humanidad juguetona, con la que la IA ni siquiera sueña: con tu sorpresa. Al palpar un cerebro este se siente sorprendentemente suave y delicado. Tiene una textura muy blanda, similar a... Ver Más