Cazar jabalíes con arco se está convirtiendo en algo habitual en las ciudades españolas. El último ejemplo: Málaga
Tras seis meses de espera, la Delegación de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía acaba de autorizar al Ayuntamiento de Málaga a sacar los arqueros a la calle. Su objetivo es sencillo: controlar las poblaciones de jabalíes y cerdos asilvestrados que están causando estragos en la ciudad.
Hace unas semanas, comentábamos cómo la Galicia rural llevaba años usando este «enfoque» con éxito. Pero el salto a la quinta ciudad de España, supone una consolidación de esta tendencia. Tras año de descontrol, ¿estará dando la administración esta vez en la diana?
¿Qué está pasando en Málaga? Lo que está pasando en Málaga no es más que un caso concreto de algo que está afectando a toda la Península (y, de hecho, en buena parte del mundo). Desde hace meses, varios barrios malagueños y municipios de la provincia viven una auténtica invasión de jabalíes, cerdos asilvestrados y cruces varios.
Se unen la sobrepoblación, la falta de comida y agua provocada por la sequía y la falta de medidas de control. El resultado ha sido un sinfín de problemas: accidentes de tráfico, daños materiales, ataques a mascotas y, sobre todo, una gran preocupación entre los vecinos.
Una idea. Ante esto, a principios de año, el Ayuntamiento de Málaga apartó 15.000 euros y pidió permiso a la Junta de Andalucía para empezar a cazar jabalíes con arco.
¿Por qué arqueros? Porque parece que funciona. En 2019, el departamento de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia puso en marcha un proyecto piloto para cazar jabalíes con jaulas específicamente diseñadas para ello. Pero no acabó de funcionar bien y los problemas que causaban las piaras salvajes seguían creciendo.
Así que decidieron probar con arqueros. La explicaciones que se dieron en su momento defendían que era el sistema de «control cinegético» más seguro, sigiloso y eficiente. Este enfoque sí que funcionó. Y, mientras otras administraciones están probando enfoques más conservadores, este éxito ha popularizado la idea de los arqueros.
¿Y qué van a hacer? Según informaba el Ayuntamiento, ha adjudicado al Grupo Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres (SCAES), homologado por la Federación Andaluza de Caza, para que se encargue de las medidas de control bajo la supervisión del Seprona.
Según el calendario público, los arqueros comenzarán esta misma semana a «monitorizar a los animales para seguir su comportamiento, y detectar al líder de la piara para intervenir e intentar separar al resto de las vías urbanas».
Además, el Área de Medio Ambiente va a instalar una red de abrevaderos por el territorio para tratar de disuadir a los animales de acercarse al casco urbano. Por otro lado, hay un debate muy intenso con las sociedades protectoras de la comarca para iniciar un programa de castración química que ayude a gestionar el problema de forma menos «cruel».
El problema de fondo. A medida que el ser humano se repliega a las ciudades y su presencia se convierte en casi testimonial, muchas especies empiezan a «crecer». Hablamos de jabalíes porque se cuelan en las ciudades despreocupadamente; pero también de lobos, de osos o ciervos. De animales que crecen en entornos degradados que no pueden autorregularse y acaban por causar problemas.
Estos problemas van a ir a más. Y más pronto que tarde nos van a llevar al punto en el que no queremos estar: asumir la gestión integral de los ecosistemas que nos rodean. Algo caro, complejo e irreversible; pero algo que, como estamos viendo, va a ser inevitable.
Imagen | Asier Solana Bermejo
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Javier Jiménez
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