La situación en Gaza está peor que nunca
12 meses de brutal ofensiva en la franja de Gaza dejan más de 41.000 muertos, un trauma colectivo y el ataque constante a trabajadores humanitarios
La hija de mi compañero Mohammed nació el 31 de octubre de 2023 en la ciudad de Gaza. En medio de los implacables bombardeos, llevó él mismo a su esposa Mai al hospital. No pudieron conseguir una ambulancia, ya que estaba ocupada atendiendo a personas heridas en los ataques. Ella dio a luz a su bebé en un hospital con medicación limitada y rodeada de personas gritando de miedo y muriendo. Una experiencia similar a la de alrededor de 50.000 mujeres que han dado a luz durante la guerra.
El 5 de diciembre, la hija de cuatro años de otra de mis compañeras, Salma, recibió un disparo en el cuello y murió en los brazos de su padre mientras la familia intentaba huir de la ciudad de Gaza. Al menos 11.000 niños y niñas han sido declarados muertos en los últimos 12 meses, aunque se presume que el número exacto es mayor, ya que muchos siguen enterrados bajo los escombros.
En enero, perdimos contacto con mi compañero Hussein durante una semana, cuando la instalación de UNRWA en la que su familia se refugiaba fue sitiada y rodeada de tanques, atrapando a más de 40.000 personas dentro. A las ambulancias y equipos de emergencia se les negó el acceso. Cuando finalmente logramos comunicarnos con él, nos dijo que estaba enterrando en el patio los cuerpos de los asesinados, incluidos niños. Desde el inicio de la guerra, 198 instalaciones de UNRWA han sido alcanzadas, muchas mientras refugiaban a familias en su interior.
Algunas de las imágenes más impactantes han sido tomadas por mi colega Abdallah. En febrero, Abdallah fue alcanzado en un ataque mientras documentaba el norte de Gaza. Tuvieron que amputarle ambas piernas. Mientras los médicos intentaban mantenerlo con vida en Al-shifa, el hospital fue sitiado por Israel. Milagrosamente, la ONU pudo alcanzarlo.
Se me permitió entrar a Gaza por primera vez en abril, y visité a Abdallah en un hospital de campaña en Rafah. Los doctores nos informaron que solo le quedaban unos días de vida, ya que no tenían el equipo o la medicina necesaria para tratarlo. Mis dos compañeros, que tenían tipos de sangre compatibles, donaron su sangre en el acto solo para mantenerlo con vida. Dos meses después de haber sido alcanzado, finalmente aprobaron su evacuación médica, sólo unos días antes de que el cruce de Rafah cerrara permanentemente.
Hoy, más de 10.000 personas siguen necesitando urgentemente evacuación médica.
En mayo, Jamal, otro de mis compañeros, fue uno de los primeros en huir de Rafah debido a las órdenes de desalojo y al inicio de operaciones militares en la zona. La primera noche que llegó a Deir Al Balah, fue asesinado en un ataque aéreo mientras dormía con su familia. Mientras que Mohammed, que fue una de las últimas personas en huir de Rafah con su familia, fue testigo, no muy lejos de su refugio, de un ataque aéreo que mató a familias que dormían en una zona de tiendas de campaña. Los gritos de los niños quemándose vivos todavía lo mantienen despierto.
A medida que las enfermedades se propagaron por los refugios y campamentos durante los meses de verano, mi compañera Rajaa tuvo que cuidar de su hermana, quien contrajo hepatitis A, sin acceso a medicina, agua potable, ni comida. Estaba malnutrida.
Levamos 12 meses en esta guerra, y puedo decirte que 1.9 millones de personas han sido desplazadas. Puedo decirte que se ha informado de la muerte de 41.000 personas. Puedo decirte que el 63% de los edificios han sido dañados o destruidos. Pero no puedo cuantificar los horrores que las personas han soportado incansablemente. No puedo describir el miedo instaurado en toda una población, cada hora de cada día. No puedo compartir el abrumador olor a sangre en los hospitales, rodeando a los médicos desesperados, incapaces de salvar a innumerables niños.
La situación en Gaza está peor que nunca. Nuestra petición ha sido la misma durante los últimos 12 meses: necesitamos un alto el fuego inmediato, el retorno de los rehenes y la entrega segura y sostenida de ayuda, para dar a las familias la oportunidad de reconstruir sus vidas.