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Editorial: El reto de la soledad

La soledad es tan letal como el fumado y el alcoholismo, y su peligrosidad sobrepasa la obesidad y la inactividad física. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la califica como una amenaza apremiante y ya hay ministerios encargados del problema en Japón y el Reino Unido, donde un 13 % de la población la padece. En Japón, los suicidios tras la pandemia llamaron la atención de las autoridades de salud, que impulsaron la creación del despacho especializado.

Los estudiosos se empeñan en disipar la idea de que se trata de un padecimiento de adultos mayores. La soledad afecta a personas de todas las edades, género y nivel socioeconómico, aunque uno de cada cuatro ancianos la sufre, según la publicación del domingo en La Nación.

Definida en esa forma, constituye un reto de grandes dimensiones para la salud pública, particularmente en un país como el nuestro, tan mal preparado para lidiar con los desafíos de la salud mental. La Caja Costarricense de Seguro Social cuenta con 111 psiquiatras, 1 por cada 50.000 habitantes, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 1 por cada 10.000.

Apenas hay un centenar de psicólogos para atender más de 1.100 Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (Ebáis), unidades médicas de gran importancia para la detección oportuna de padecimientos como los derivados de la soledad. La atención en ese nivel, como sucede con otros males, ayudaría a descongestionar los servicios hospitalarios, que tampoco son abundantes. El Hospital Nacional de Salud Mental es el único con servicio de emergencias psiquiátricas todo el día, toda la semana, pero no da abasto.

“El estilo de vida en países industrializados reduce la cantidad y calidad de relaciones sociales. Muchas personas ya no viven en familias extendidas. Muchos viven lejos de sus familiares. Otros retrasan casarse o tener hijos. Más personas viven solas”, señala un análisis de 148 estudios publicado por la revista Plos Medicine y citado en nuestro reportaje.

Sin ser un país industrializado, Costa Rica participa, para bien y para mal, de muchas de las características del estilo de vida en esas naciones. La expectativa de vida es tan larga como en varias de ellas y en algunos casos, superior. Como en el mundo desarrollado, nuestra población envejece con celeridad.

No hay estudios locales sobre la soledad, pero los investigadores Luis Bermúdez Guzmán y Esteban Mora Cordero analizan los hallazgos internacionales y las estadísticas nacionales de depresión, un padecimiento relacionado con la soledad y que constituye la primera causa de incapacidad. Ambos identifican los efectos extendidos de otra característica de la modernidad: las redes sociales.

“Afectan muchísimo”, dice Bermúdez. Nos hacen creer que estamos hiperconectados, pero nos hacen sentir aislados. Según Mora, la internet resta profundidad a las relaciones cara a cara. Entre sus alumnos ha podido constatar que, no obstante considerarse mejores amigos, en realidad no se conocen.

Por otra parte, según el Observatorio del Envejecimiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Costa Rica (UCR), 109.884 adultos mayores vivían solos en el 2022. “La soledad afecta más a esa edad. Como parte del proceso de envejecimiento se da la jubilación, los hijos dejan el hogar, hay viudez. Disminuyen la interacción social y las interacciones familiares“, explicó la gerontóloga Isela Corrales Mejías. Lo malo, agregó, no es vivir solo, sino carecer de compañía. La reducción de los contactos familiares y sociales puede tener efectos sobre la cognición, causar depresión, mala alimentación, deterioro físico y menor cuidado de sí mismo, explicó.

Aspirar a un despacho especializado es mucho, sobre todo en vista de la gama de necesidades existentes en materia de salud mental, pero tanto el estilo de vida como las características demográficas del país aconsejan actuar para hacer frente a los retos ya manifiestos y prever su mayor complejidad en el futuro.

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