La Feria del Libro de Toledo acoge lo último de Cristian Lázaro y Jesús Maroto
Renovarse o morir, decía el adagio. « Morir», contestaba el dandy irredento e irreductible. Quizá con la boca chica de una cierta pose o postureo. No, no muramos todavía. Pero reconozcamos que hay eventos manifiestamente mejorables, como las presentaciones culturales, que arrastran lastre de bostezos desde el XIX y aun desde antes. Y que, además, tenemos el derecho y el deber de innovar/mejorar porque, a menudo, se trata de creaciones buenas e innovadoras , dignas de un estreno y de una recepción más atractivos. Dos poetas de bien distintas no promociones, sino generaciones . Uno, con densa e intensa trayectoria de más de una quincena de poemarios, con una poética que ha sabido mantener su propio estilo, inconfundible, atravesando oleadas sucesivas de poesía social, culturalismo, poesía de la experiencia, realismo mágico, neovanguardias de toda clase, fiel a un menester que es, al tiempo, fervor y oficio. Jesús Maroto . El otro, un poeta recién accedido a la treintena, con dos libros editados. Poesía indagadora, meditativa, recreadora de la realidad, de la momentología emocional del poeta, pero abierta a su conexión (re-ligare) con los otros, con el mundo, con la realidad. Y sin renunciar a un personal experimentalismo: al juego de palabras y conceptos, a activar las emociones. Cristian Lázaro . El amor es tema subyacente (a veces, explícito) en ambos autores. El amor: su búsqueda, su ausencia, su goce (efímero o en plenitud), su pérdida: el desamor, que siempre acecha. A veces, el Amor, así con mayúscula, concebido como imán de la rara aventura del vivir. Incluso, esto más en Cristian, el Amor trascendido y trascendente, teopraxis de poesía. En Maroto, más amplio bagaje vital, vivencias bellamente poetizadas del devenir familiar, en versos de gran intensidad y perdurable emoción. No hay ego trip en estos poetas, no más del imprescindible. Asoma la preocupación por un mundo donde la inestabilidad y la incertidumbre reinan , donde no hemos resuelto los grandes males de la Humanidad y donde, eterno retorno, humanos sin escarmiento ni redención, vuelven a resonar viejos vientos de guerra nuevamente. «Comienza el día / con muy buena cara. / Hasta que, en busca del pan y la poesía, / salgo a la calle y me le encuentro / hurgando en los contenedores de basura.» Escribe Maroto. Y añade: «Probablemente de mi edad. / Da igual su procedencia. / A grandes rasgos podría ser yo.» Y escribe sobre misiles cayendo impunes. Las palabras nos sostienen pero llega un punto en que solo quedan dos, enemigo y perdón. Y hay que elegir. «Anhelo una búsqueda de identidad / ajena al odio.» Proclama, por su parte, Cristian Lázaro. Y denuncia los genocidios televisados, tristemente vigentes, deplorando que: «Es tan agónico matar como morir como mirar.» Y es el amor, bálsamo eterno, el mejor alivio, acaso el único: «Pero tu amor me ha redimido, / ha suturado mis heridas.» Omnipresencia de la poesía «Eres el verso que pende de todos mis mañanas», escribe Lázaro.Y vive como anamnesis el reencuentro del poeta con una mujer trasladada de otro tiempo, de otra ciudad. Incluso, acaso, de otra vida. Porque la lírica es cuestión de convicciones, más que de convenciones. «Si escribes, ama. / Si amas, escribe.» El autor de Polvo y Gas y de La verdad se complica , y de otros 15 poemarios , Jesús Maroto, lleva esta praxis a su límite con total naturalidad, no exenta de autoironía, entretejiendo vida y poesía, sublimando la cotidianeidad y haciendo cotidiano lo sublime. Él mismo escribe que sale a la calle «en busca del pan y la poesía». Y comienza el poema cotidiano «ocultando un cierto temor / a repetirme» (pero nunca lo hace, reinventa su método). Así como reconoces un Bacon o un Guerrero, reconoces un poema de Maroto. Lo malo no es perder la inspiración sino la libertad, propone. Muy de acuerdo, más que nunca, hoy en que el totalitarismo se disfraza de tolerancia. La Feria del Libro de Toledo acoge el viernes 11 de octubre, a las 19 horas, un encuentro entre estos dos poetas , veteranos y noveles (parafraseando la versión oldie del himno del Real Madrid) confrontados, que no enfrentados, en u n duelo que nos retrotrae desde el espacio de Zocodover a aquellos salones mudéjares del Toledo espléndido del XV , en que sus Justas de invenciones confrontaban a Pedro Guillén con Álvarez Gato o al mismísimo Jorge Manrique (toledano consorte) con el gran Rodrigo Cota, ideador y primer autor de La Celestina. La poesía como fiesta, aliada del jazz o de la clásica, de la danza o de la representación, ha de recuperarser. Las palabras crean, destruyen y vuelven a crear. Y su máxima celebración es la poesía. Presentados por Iria Carmona , joven compañera en la directiva de la SECPC (Sociedad Española para la Conservación del Patrimonio Cultural), donde es responsable de Comunicación y Redes, ella hará de mantenedora de este duelo gentil entre dos poetas: Maroto y Lázaro, Lázaro y Maroto. Ganarán los dos porque va a ganar la poesía . Sus libros, de sobria factura, se potencian con las evocadoras ilustraciones, portada incluida, de Marina A. Carnero para Historial de búsquedas, de Cristian Lázaro, y la espectacular portada, Ícaro manchego, de Diferencia se llama, de Jesús Maroto, reproducción del óleo del pintor Eduardo Sánchez Beato. Hay que agradecer a Celya y Universo Oculto , editoras de estos dos poemarios (respectivamente, Diferencia se llama e Historial de búsquedas), el haber promovido este nuevo formato «à deux» para presentación de libros. Y a Libre-To , gremio de libreros toledano, el haberlo incorporado a la programación de la Feria del Libro de Toledo 2024.