Gilda , la taberna chic y viajada de Montecarmelo
Ambientado en los años 20 y con una aterciopelada barra como elemento central y protagónico, el restaurante Gilda , de Montecarmelo, centra su propuesta en tapas y raciones que combinan creativamente ingredientes y recetas de diversos orígenes para conformar una carta de cocina fusión que resulta sabrosa, divertida y original. El sello lo imprime la cocinera Mireya Castillo , hondureña aunque formada en el Basque Culinary Center y con experiencia profesional en distintas ciudades españolas y varios países -desde México y Estados Unidos hasta Kuwait- hasta recalar en este local del empresario David García abierto en noviembre del año pasado. Ambos comparten alianza también en los otros dos restaurantes del hostelero, el consolidado Rita Sibarita (lleva 11 años y cuesta conseguir mesa) y Divina Dolores , situados en la misma zona del norte de Madrid. En Gilda, la experimentada chef pone su cocina viajada al servicio de platos pequeños con buen producto de origen y pensados para compartir en una comida o cena distendida, disfrutona y con buen ambiente. Haciendo honor a su nombre, la carta contiene tres interpretaciones de la gilda , como la exitosa con atún rojo (en la foto, 5,5 euros). Junto con las ostras (3,5 y 4,5 aderezadas), el bun -o pan bao- de short ribs con wisky y tamarindo (6,5) y sus logradas croquetas de pularda con ají amarillo (2,75) sirven de gran inicio o para acompañar un brindis. También hay un bloque de platos unidos por el corte en láminas de una máquina italiana especial con la que trabajan, de la que salen, por ejemplo, sus finas lascas de foie (12,4), servidas sobre papel encerado en homenaje a los bares tradicionales. Se añaden platos de inspiración japonesa, principalmente niguiris (6,2); una selección de mariscos en lata y algunas propuestas de pescado, caza y corral, entre las que destacan el pez limón japonés con salsa huncaina (16,8), el guiso de ciervo con gnoccis de patata (16,3) y el tuétano con taquitos de solomillo con tortilla de Maíz (7,2). Para beber, vinos variados y cócteles , y en postres triunfan su flan de queso camembert con dulce de leche y frutas del bosque (8,7) y el caliente de chocolate, toffee y helado, con un toque de aceite y sal, el favorito, según cuentan, del escritor Manuel Vilas, uno de los comensales que cenó en esta taberna chic que es Gilda.