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El circuito del futuro

Abc.es 
El mundo del golf profesional es tan peculiar que tiene sus propios ritmos. Los partidos son lentos, las temporadas largas y las carreras de los jugadores se alargan hasta los sesenta años, en muchos casos. Sin embargo, cabe diferenciar entre lo que les sucede a superdotados como Jon Rahm o Sergio García , que debutaron directamente con triunfos en sus primeros campeonatos en Estados Unidos y Europa, o la trayectoria que viven el resto de los mortales. A no ser que tengan una proyección muy brillante desde aficionados, que les generen invitaciones en sus pasos iniciales como pros, lo habitual es que tengan que pasar por la escuelas de los distintos circuitos (lo habitual para los españoles son el Alps, el Challenge y el Europeo) para luego curtirse en sus torneos en función de la tarjeta que consigan. Lógicamente es más fácil comenzar por la tercera división para luego ir subiendo escalones. En la Federación Española son conscientes de la necesidad de esta promoción, y por eso la apoyan desde el programa ProSpain, que beca a los golfistas en sus primeros pasos en el mundo de la competición. «Para nosotros el Alps Tour es un lugar muy apropiado para curtirse, porque los chavales aprenden a moverse por sí mismos en campos muy distintos y entornos difíciles, sin un manto federativo que les cubra como cuando estaban en los equipos nacionales. Por eso invertimos mucho dinero en ellos y en organizar torneos en España. Así tienen la ocasión de jugar y también podemos intercambiar invitaciones con otros países para que luego salgan al extranjero», señala Pablo Bernárdez, director del Comité de profesionales. Gracias a este apoyo, el empresario Javier Gervás puede organizar torneos del Alps Tour como el de Andalucía o el de las Castillas, que cada vez tienen un mayor retorno. «Gracias a nuestras pruebas de los últimos años han salido jugadores de la talla de Adri Arnaus o Ángel Hidalgo, ambos ganadores del DP World Tour, y muchos otros que están disputando el circuito. Es donde empiezan sus carreras profesionales y se miden para decidir si el golf profesional es su camino a seguir. Desde que empezamos ha subido considerablemente el nivel de competición y tenemos la suerte de vivir las primeras victorias de los grandes jugadores del futuro», señala el promotor. Por las propias características formativas del circuito, que acaba de celebrar la final de su 50 Aniversario, cualquier parecido con los otros da vértigo. Los premios son irrisorios (6.000 euros por ganar, cuando en el Challenge rondan los 40.000 y en el Europeo, 400.000); los viajes y alojamientos los comparten entre varios y en los torneos no hay 'caddies' ni televisión. De ahí que sea un escalafón tan bueno para aprender. «Cuando me hice pro después de haber sido dos veces campeón nacional amateur creí que mi cambio de categoría sería un paseo triunfal: que ganaría fácilmente en el Alps, en el Challenge y que después triunfaría rápidamente en el European», reconoce Hidalgo. «Sin embargo, en mis primeras semanas en el Alps ya me di cuenta de que el nivel era más alto de lo que suponía y los tres años que pasé allí sufrí mucho, ni siquiera podía pasar los cortes. Así aprendí a cambiar mi mentalidad y, afortunadamente, en el último gané dos veces y me preparé para lo que vino después (otro título en el Challenge y el Open de España de este año)», explica orgulloso el malagueño. Este camino, no obstante, lo debe recorrer cada uno a su manera. En el caso del catalán Albert Boneta , el éxito le llegó el pasado verano en Lerma, aún en categoría amateur, toda una experiencia. «Fue muy estresante; la vida como pro es completamente diferente, pero ganar allí supuso ver que podía competir entre ellos y asegurarme la tarjeta para el año que viene». Por su lado, hace un mes fue el madrileño Alejandro Aguilera el que se llevó la victoria en Italia, poco después de su ascenso. «A partir de ahora se me abren muchas puertas. Estoy muy ilusionado», dijo. Aunque para ilusión la de Mario Galiano, al que le ha llevado siete años ganar después de recorrerse medio mundo. «Ya no recordaba a qué sabía el triunfo», bromeó.

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