Un colegio de Valencia muta en centro logístico para ayudar a las víctimas de la catástrofe de la DANA
Horas después de la catástrofe del 29 de octubre provocada por la DANA en Valencia , un concejal y un enfermero de Benetússer se establecen en el colegio público Blasco Ibáñez, cuya estructura está intacta, destacando sobre el resto de la imagen panorámica que es de destrucción. En ese momento no había luz, pero consiguen recuperar algunos medicamentos entre los escombros del centro de salud para intentar atender a quien hubiese sobrevivido. Cinco días después el centro recibe camiones y furgonetas cargados de suministros, que ya llega a compartir con otros municipios afectados de l'Horta Sud. En este pueblo se ha despejado alguna calle y se han limpiado «todas las plantas bajas que se han podido» después de ser arrasadas la noche del martes por torrentes de agua que superaron los dos metros de altura en varios puntos. A la espera de la entrada de la maquinaria pesada del Ejército, todavía hay coches destrozados por todas partes. En municipios colindantes como el de Massanassa ha habido vecinos atrapados en sus casas hasta hace poco, al tener vehículos estampados contra sus puertas. Los desperfectos que han ido apilando los ciudadanos permanecen en la calle, aunque algunos zapadores de la Legión ya trabajaban ayer moviendo escombros. Los vecinos han ido consiguiendo bombas para drenar sus garajes, que todavía siguen anegados por el agua, y avisan a la Guardia Civil cuando creen que en el interior puede haber un cadáver. Efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) realizan las labores de recuperación de los cuerpos. En el «Blasco» -como lo conocen quienes viven en la zona- la gestión está a cargo del Ayuntamiento y la Policía local, que coordinan a una unidad del Hospital Doctor Peset, varias de bomberos y decenas de voluntarios. Cuando entras a lo que antes era un patio de recreo, hay dos filas. Una para registrar a quien quiera ayudar y otra para repartir comida, que diferencian hasta por alergias y celiaquía. Una faena que también han estado realizando grupos de familiares y amigos, con ayuda de cientos de personas que han llegado aquí andando (antes que a otras localidades valencianas destruidas y también con muertos por encontrar) cruzando el cauce del río Turia. Alrededor de una portería de fútbol sala se acumulan miles de botellas de agua envasada. La planta baja del colegio funciona como almacén. Reparten alimentos y otro tipo de suministros a todo el que se acerca: «Si pides arena para gatos, te damos». En lo que fue un comedor para niños trabaja el equipo médico. Además de enfermedades crónicas o heridas, alguno de los vecinos que ha estado colaborando ha enfermado, teniendo que ser atendido por servicios sanitarios de urgencia. Al menos una furgoneta de soporte vital básico estuvo trabajando ayer. En los cristales de la primera altura, donde antes había clases, se acumula una ingente cantidad de ropa que ha llegado en los dos últimos días de todas partes de España . En la tercera, es donde pasan la noche alrededor de 20 bomberos, encargados de labores de rescate que continúan realizándose.