China se prepara para las "turbulencias" de una nueva era Trump
Con el regreso de Donald Trump, China puede prepararse para cuatro años de aranceles, tensiones y combate dialéctico, indican distintos expertos que señalan, no obstante, que su reputación de negociador puede jugar en favor de Pekín.
Dirigentes de todo el mundo felicitaron el miércoles al candidato republicano y el presidente chino, Xi Jinping, no fue una excepción, aunque lo hizo un día después.
En el mensaje transmitido por la cadena estatal CCTV, Xi abogó por una relación "estable, sana y sostenible" entre las dos potencias y defendió la necesidad de que "China y Estados Unidos se lleven bien en la nueva era".
También apostó por "reforzar el diálogo y la comunicación, gestionar adecuadamente las diferencias y expandir la cooperación mutuamente beneficiosa".
Ya antes de las elecciones, Pekín había expresado su voluntad de mantener una "convivencia pacífica" con Estados Unidos, fuera quien fuera el vencedor.
Pero los augurios de los expertos difieren de los deseos expresados por el mando comunista.
"Pienso que habrá más turbulencias, más conflictos, más incertidumbres y más riesgo en las relaciones sino-americanas en los próximos cuatro años", declaró a la AFP Wu Xinbo, director del Centro de Estudios Americanos de la Universidad Fudan, en Shanghái.
Tanto Trump como su rival demócrata, Kamala Harris, abogaron en campaña por aumentar la presión sobre China.
Pero el magnate republicano se llevó la palma y prometió imponer aranceles de hasta el 60% sobre todos los productos chinos que entraran al mercado estadounidense.
Esta propuesta podría implicar un sobrecoste de 500.000 millones de dólares para las mercancías importadas de China, calculó la sociedad PineBridge Investments.
El escenario es en parte conocido por Pekín. Durante su primer mandato (2017-2021), Trump ya lanzó una férrea guerra comercial contra el gigante asiático, decretando importantes derechos de aduana sobre los productos de ese país.
- Cartas de negociación -
Con su economía creciendo a uno de los ritmos más lentos en décadas, China probablemente no tenga ningún interés en aumentar las tensiones con Estados Unidos, su mayor socio comercial, estiman los analistas.
"Las relaciones económicas y comerciales serán las más afectadas", vaticinó Wu Xinbo. Trump "ya ha dicho que iba a usar la carta de los aranceles adicionales contra China".
De todos modos, la cifra del 60% puede formar parte de la táctica de Trump, que siempre ha presumido de sus dotes de duro negociador.
"Lo que los chinos han aprendido de Trump es que dice muchas cosas (...) porque es caprichoso, pero que no necesariamente ejecuta sus amenazas", sostuvo Hoo Tiang Boon, profesor de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur.
"Está abierto a la negociación, pero al mismo tiempo se inclina hacia los extremos", agregó.
El magnate se presenta regularmente como un negociador excepcional con un contacto único con algunos dirigentes extranjeros, especialmente de países autoritarios.
En octubre se jactó de su "relación muy fuerte" con Xi Jinping y afirmó que podría disuadirlo de lanzar una operación militar contra Taiwán imponiendo aranceles del 150% a los productos chinos.
Sin embargo, "teniendo en cuenta sus artes de imponer 'máxima presión' antes de cerrar un acuerdo, espero que imponga algún tipo de arancel", indicó Yun Sun, investigador del Centro Stimson, a la AFP.
- Oportunidades en política exterior -
Es difícil vislumbrar si Trump viajará de nuevo a Pekín, como hizo en 2017, o si invitará a Xi a la Casa Blanca.
"Trump se enorgullece de cerrar acuerdos y de mantener relaciones personales con otros mandatarios", señaló Benjamin Ho, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur.
Según él, Trump "intentará ejercer presión sobre China allí donde podrá y adoptará probablemente su política de 'Estados Unidos primero'".
La respuesta desde China probablemente sea "unas represalias limitadas y más políticas de apoyo doméstico a la economía, para atenuar parcialmente el impacto negativo", consideró Tao Wang, economista jefe para China del UBS Investment Research.
Los analistas estiman que el desprecio de Donald Trump por las alianzas internacionales como la OTAN puede a jugar de China, que busca promover una gobernanza internacional menos centrada en Occidente.
"Su planteamiento aislacionista de 'Estados Unidos primero' puede debilitar las alianzas occidentales y dejar más margen de maniobra a China para reforzar su influencia en el mundo", dijo Hoo, de la Universidad Tecnológica de Nanyang.
"Esto ampliaría las perspectivas de China, al menos en materia de política exterior", consideró.
Pero las tensiones económicas se sitúan como el principal foco de preocupación en Pekín.
"Es posible que Trump no otorgue tanta importancia a las relaciones con sus aliados como la administración Biden. Esto puede menoscabar su voluntad de coordinarse con Estados Unidos contra China", afirmó Wu Xinbo desde Shanghái.
"Pero lo que nos preocupa más (...) es la presión que ejercerá en el plano comercial", aseguró.
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