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El libro de 1795 que predijo la destrucción de actual DANA con «cadáveres esparcidos a dos leguas»

Abc.es 
«Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas, cuando recibe tanta agua y corre tan furiosamente, que destruye cuanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche a sus vecinos. Asoló un número considerable de edificios, esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte». Así describía el famoso barranco del Poyo el botánico Antonio José de Cavanilles, en su 'Historia Natural del Reyno de Valencia' , publicado en 1795. El libro es una triste advertencia o anticipo del peligro que corrían sus vecinos y que, por desgracia, se confirmó la semana pasada con las inundaciones causadas por la DANA, que han causado hasta el momento 223 muertos y decenas de desaparecidos. La mayoría, del citado barranco, que en realidad es un viejo conocido para todos los expertos de la zona, incluyendo a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Ya en 2009, este órgano dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica redactó un 'Proyecto de adecuación ambiental y drenaje de la cuenca del Poyo vertiente a la Albufera', que después compartimentó en siete proyectos diferentes, consciente del peligro. Desde entonces, los ayuntamientos de la zona no paran de reclamar. Tal y como informaba la periodista de ABC Isabel Miranda hace una semana, tras conocerse el desastre, entre estos proyectos que se contemplaron, la memoria del último Plan de Gestión del Riesgo de Inundación (2022-2027) aseguraba, por ejemplo, que la ejecución del proyecto para desviar parte del agua del barranco del Poyo aguas arriba de Paiporta , hasta el nuevo cauce del río Turia, comenzaría en 2022, tras pasar con éxito los análisis de coste-beneficio, entre otros trámites. «El régimen torrencial de las lluvias que se producen en la cuenca del Poyo y el alto grado de urbanización de la cuenca hacen que el riesgo de inundaciones sea muy elevado, ya que el cauce se desborda con facilidad», reconocía este último informe. Todos estos estudios recientes, por lo tanto, identificaban toda la zona como un área de riesgo potencial significativo, tal y como ya anticipó Cavanilles hace dos siglos y medio, sin que nadie le hiciera caso entonces, ni sigan haciéndole caso ahora. El riesgo de inundación en el barranco del Poyo , efectivamente, se conocía. Ha sido un fenómeno recurrente, como atestiguan las 67 crecidas reconocidas en el Catálogo Nacional de Inundaciones Históricas. Más de una decena se han producido en este siglo, aunque ninguna tan devastadora como la actual, cuando el agua descargada por la DANA cogió fuerza, volumen y velocidad por dicho cauce y arrasó Paiporta, Catarroja y Benetússer, entre otras localidades. Cavanilles describía así este accidente natural causante de tantas desgracias: «Siguiendo hacia el sur desde Alacuás, como a un cuarto de legua, atraviesa el barranco, que empieza en las montañas de Buñol con dirección a Chiva, entra en esta villa, y continúa por el término de Cheste, donde recibe otro considerable [cauce]: engrosado con este aumento y con las vertientes de aquellos montes, cruza el llano de Quart junto a la venta del Poyo, pasa después por las cercanías de Torrent, que deja a su derecha, como igualmente Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia». Prueba del riesgo que suponía este cauce, sobre el que advertía el célebre botánico nacido en Valencia en 1745, y al que nunca se ha puesto remedio, es que lugares como Paiporta, Alfafar o Picaña, donde el agua golpeó la semana pasada con toda su fuerza, llevándose por delante casas y vidas, no fueron los que más lluvias recibieron por la DANA. Sin embargo, eran zonas de riesgo potencial de inundación, según señalaba hace dos siglos 'Historia Natural del Reyno de Valencia'. El «origen de todo el problema», resume ahora Félix Francés, investigador del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia, fue sobre todo este barranco del Poyo. También el de Pozalet, pero en mucha menor medida. El problema es que, aunque normalmente «su ancho cauce siempre está seco», como escribía Cavanilles en 1775, ante la DANA volvió a funcionar una vez más como un embudo que desaguó las lluvias torrenciales que habían caído en la cabecera de la cuenca, a mayor altitud. Esta vez, causando muchas más muertes que en otras ocasiones... o eso suponemos, porque Cavanilles no ofrecía ninguna cifra de víctimas.

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