La vegetariana
No como carne desde hace muchos años. No podría reconocer su sabor y el olor a sangre y grasa me es nauseabundo. Leí La vegetariana de Han Kang, Premio Nobel de Literatura 2024, en momentos pude ver pasajes de mi vida. El arraigo del apetito carnívoro está en lo más profundo de la sociedad. Han Kang entra en la caverna abierta de esos estómagos que controlan el cerebro y el concepto de la tradición y el orden. La novela es el proceso de transformación de una mujer después de tener la epifanía de un sueño. Decide que no volverá a comer nada animal. Esos sueños, visiones y recuerdos se convierten en un relato paralelo de esta transformación que la separará del mundo.Es lo que sucede cuando uno decide no comer carne, Kang lo lleva a la poética y la estética del cine coreano, entre gore y preciosista. En su libro el narrador es el esposo de la mujer, pero la sociedad misma es el personaje, la familia como núcleo que concentra las ideologías y costumbres. Es lo mismo que sucedía en la película Parásitos, la sociedad era el gran personaje, esa célula maleable, que lleva dentro emociones, pasiones, rivalidades, y frustraciones.La familia de la mujer entra en crisis cuando el esposo les comunica que ella ya no come carne, y nada animal, se alimenta de sopa miso y kimchi. Entonces en la narración, en medio de la tormenta familiar la historia es pantagruélica, con la descripción que hace el esposo de los platillos que ella cocinaba y ya no come, carnes confitadas, shabu shabu y las variaciones de recetas agridulces con vísceras, cerdo… los seres humanos carnívoros con una salsa se podrían comer a otro ser humano, todo es cuestión de sazón. El contraste es que entre más terribles son las visiones de la mujer, ella se va convirtiendo en un ser más etéreo, más distante, ajena a la naturaleza del resto de sus familiares. La crueldad del padre, la belleza de su hermana, su madre que siempre fue una esposa ejemplar. En momentos ella es una Gregorio Samsa que se vuelve un monstruo por romper con la tradición humana de comer cadáveres animales. En los pasajes oníricos la sangre tiene la presencia de un vaticinio, de una huella que se va a imprimir en el tiempo, hacen un contraste con la metódica narración del esposo de la mujer, porque son tan dolorosos y crueles, como cuchillos afilados que cortan trozos de carne. Ella, que mataba y destazaba un pollo con rapidez y que cocinaba tripas, ahora bebe sopa, sola y en silencio. El personaje se vuelve más frágil y resistente, y entre más la presionan, la estigmatizan y juzgan, se aleja más de ellos. Han Kang hace de las visiones y sueños, es decir del subconsciente, el más poderoso de los estados del ser humano. En esas efímeras imágenes la mujer deposita toda su fuerza, Es el relato de cómo un ser es capaz de sobrevivir a la incomprensión y la terquedad de una sociedad obsesionada en sus instintos.AQ