Stop: Paremos la Trump-manía con brujería
Infusión de Canela, Clavo Dulce y Limoncillo mezclado con sabores afligidos desliza toneladas de sueños perdidos sobre gargantas de inmigrantes y buenos vecinos.
Van y vienen los decretos de un presidente amarillo, bien peludo e iracundo, que con ojos pálidos primitivos y trastornados va olvidando el mundo de su historia manchada con sangre amada de nativos asesinados.
Con Anamú, Rompe Saragüey y Ruda, reza una vieja bruja humeando un cigarro, sermoneando haber preparado un despojo que espanta pájaros para lavar las manos al mismo diablo encarnado en un tal Trump-humano.
¡Pero no dejó de agregar un ramo de Apasote, para su lengua trabar!
Si el incienso no es suficiente, agrega ella, para tropezarle los pies al caminar, echemos Eneldo en la puerta principal, aislando de esta manera los maleficios del Ku Klux Klan.
En la mano derecha una antorcha encendiendo velas, y en la izquierda dos hojas nuevas de Laurel. Ahuyentaremos las energías negativas, revela ella, regando también cabezas de ojo por doquier.
No puede faltar en este despojo a la nación: el Palo Cambia Voz o Cuaba Amarilla, según dicen los paleros de Mayombe, nos serviría para que la Trump-Manía maligna cambie de camino, de idea e incluso hasta de nombre.
Sal de Himalaya no debe faltar, agua caliente, aunque el tiempo esté bien frío.
Colguemos ramos de Lavanda púrpura e Hinojo amarillo en las oficinas y los aposentos; en los parques antes que sea tarde, cruces de Palo Santo hay que sembrar por cientos; le enredaremos a este Trump el entendimiento y no nos podrá deportar.
Ah… pero me olvidaba decir que debemos sembrar en todos los huertos de la nación:
Sábila, Yerba Buena, Amansa Guapo, Abre Camino, mierda de gallina, Adormidera o Vergonzosa, para frenar su voluntad de hacernos daño a trocha y mocha.
Quemar un Chile mexicano con Albahaca como incienso, en las avenidas y en las protestas, nos aleja de encontrar racistas bien chiflados; y si el susodicho a la ciudad nos visita con su mala vibra, Alcanfor por todo lado es la mejor receta, eso evitaría enfermarnos con la peste ejecutiva.
Al movimiento de protesta recomiendo usar todo lo que nos una: primero tomarnos un té de Hierbaluisa y Valeriana para calmar los nervios; un pedazo de Añil en el bolsillo nos hace ser más seguros; evitamos ser encarnados por los espíritus malignos.
Por qué no usar Artemisa, planta de los viajeros, para levantar el gozo de la lucha, la felicidad y nuevos augurios.
No me lo tomen a malo si no menciono sus hojas o hierbas preferidas; son tantas las que nos cuidan que, les seguro, esta batalla la vamos a ganar.
Dejémonos acompañar de un amuleto hecho con la flor de Azucena ahogada en agua de Azahar, Romero, Ruda, perejil y Sansevieria, más Caña Brava, Palo Bronco o Mulato, para usarlo como bastón de protección en cadena.
Hagamos un ungüento, agregándole jengibre, con Piñón de Botija, Pimienta de Jamaica y Platanillo de Cuba, para hurtárselo a todas las puertas sin parar, así espantamos los malos espíritus desde Washington hasta nuestro hogar.
No se olviden de rezar su oración preferida.
¡Oh… echar el agua bendita, esta no puede faltar!
Cargarse de energías y pensamientos positivos para estar dispuesto a doblegar el mingo a este nuevo vikingo que irrigando va con su mochila: racismo, homofobia, exclusión, arrogancia, odio, división y un montón de saliva infectada de mentiras.
Antes de irme a la cama me daré un baño de Tuatúa usando una ramita de San José, y no dejaré de echarle Vence Batalla para cuando amanezca otra vez estar bien preparado, desde la cabeza hasta los pies, porque quiero asegurarme que voy a limpiar a este Trump, sacándole el diablo que tiene dentro y mandarlo a ambos al carajo.
*Luis Tejada es profesor y activista comunitario en la Ciudad de New York.
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