Di María se confiesa: "La única forma de ganar a ese Barça era pegando"
Han pasado 13 años y medio, tiempo suficiente para confesar el delito como si ya hubiera prescrito. De hecho, prescribió aquella misma noche porque en el mundo del fútbol los resultados no se cambian tras el pitido final del árbitro pase lo que pase en el césped, por desastrosa que haya sido la actuación del colegiado. Pero reconocerlo en ese momento le debía dar cierta vergüenza y a buen seguro que le habría costado una reprimenda de Jose Mourinho.