La Científica apunta ante el juez que el pistolero de Tarragona se «escondió» con dos armas largas y un escudo balístico para tender una «trampa» a los Mossos
El 14 de diciembre del 2021, un exvigilante de la empresa Securitas, Eugen Martin Sabau , disparó contra tres compañeros de trabajo y, durante su huida, también a un mosso d'esquadra. Después se atrincheró en una masía de Riudoms (Tarragona) y, allí, pertrechado con dos armas largas, ingente munición y un escudo balístico con placas de hierro, abrió fuego contra los agentes. Tras ello, el GEI, unidad de élite de la Policía catalana , lo neutralizó para luego estabilizarlo. Por los disparos, el tirador sufrió una tetraplejia irreversible y también le amputaron una pierna. Por este motivo, solicitó la eutanasia que, finalmente, se le aplicó en agosto del año siguiente . Unos meses después, su hermana denunció a los policías al considerar que su actuación había sido desproporcionada y el titular del Juzgado de Instrucción 1 de Reus, Adriano Muñoz, decidió investigarlos. Este jueves, durante su declaración como testigos, agentes de la Científica han certificado que Sabau se escondió en una suerte de trinchera, «intentando no ser detectado », «como si fuese una trampa». Entre su arsenal, además del escudo, cuatro armas. El mismo rifle que emplea el propio GEI, un sako 308 ; también una glock manipulada, «transformada en un arma larga», y dos pistolas más . En el vehículo en el que llegó a la masía tras disparar a sus compañeros e incluso contra los propios mossos que trataron de detenerlo en su huida, guardaba una mirilla que permite hacer blanco a una distancia de 500 metros. Se ocultó en un espacio «donde no se le podía ver». Los intentos de los negociadores de contactar con él fueron infructuosos. El tirador no contestaba al teléfono , tampoco lo hizo cuando lo llamó un amigo, con el que pusieron en contacto los investigadores para intentar que lo convenciese para que se entregase, recuerda ahora el abogado de los agentes, José Antonio Bitos, del sindicato USPAC. La hermana de Sabau reprochó en su denuncia que los efectivos del GEI tampoco se aproximasen a éste en un vehículo, un Toyota Land Cruiser, antes de neutralizarlo. Durante su declaración, la pasada semana, los propios agentes ya aclararon que el coche no cuenta con un blindaje adecuado a ese tipo de intervenciones -a las que se enfrentan a un tirador con armas largas- sino con unas simples planchas que únicamente habrían aguantado un impacto. Y que se emplea, básicamente, para poder evacuar a una persona que se encuentre en una situación de riesgo -como cuando se despliegan para proteger a alguna autoridad-. No permite repeler una agresión, sería como un «ataúd», apuntaron ante el instructor. Además, otro de los reproches de la denuncia es que los agentes no intentasen comunicarse con Sabau mediante un megáfono a lo que éstos detallaron que hubiesen expuesto su posición, convirtiéndose en un « objetivo claramente visible », ante un sujeto armado, que ha había herido a tres excompañeros en la sede de su antigua empresa, así como a dos agentes. A uno de ellos, el que lo interceptó en una rotonda próxima al terreno donde luego se atrincheró, llegó a dispararle . El mosso, que conocía a Sabau del club de tiro, le pidió en varias ocasiones que parase, pero lo ignoró. Uno de los tiros impactó contra el vidrio del vehículo policial, no logotipado. Esta mañana, agentes de la Científica también han corroborado ante el juez que Sabau llevaba encima más de 300 proyectiles -entre estos, 74 cartuchos del rifle sako-. También ha declarado la doctora que atendió al pistolero dos días después de su ingreso hospitalario. Por su parte, el juez Adriano Muñoz ha solicitado nuevas diligencias. Entre estas, las comunicaciones de los agentes por la emisora, así como informes de balística y la declaración de los peritos. Por el momento, los once agentes siguen investigados , aunque, como recuerda su abogado, «sólo dispararon para repeler la agresión de Sabau. Su actuación fue impoluta».