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Una nueva realidad política tras la "nueva era" de financiación climática

La promesa de los países ricos en la COP29 de desbloquear 300.000 millones de dólares anuales en financiamiento climático para los países pobres provocó indignación, pero también refleja una evolución en la realidad política mundial.

Las dos semanas de la COP29 en Bakú comenzaron poco después de la elección en Estados Unidos de Donald Trump, un escéptico del cambio climático y de la ayuda internacional.

Y a inicios del próximo año, las elecciones en Alemania, Canadá y Australia podrían llevar al poder a los conservadores, tradicionalmente más reticentes en materia de política ambiental.

Con excepción del Reino Unido, cuyo gobierno laborista ha priorizado el tema climático, en la mayoría de los países occidentales, la inflación y las consecuencias presupuestarias de la invasión rusa a Ucrania han pesado más que las ambiciosas medidas climáticas.

En la COP29, Alemania y la Unión Europea mantuvieron su postura de defensa climática, pero insistieron en la necesidad de un nuevo enfoque en la ayuda financiera de los contaminantes históricos para los países más pobres.

"No podemos hacernos ilusiones: enfrentamos grandes desafíos geopolíticos", dijo el negociador de la UE, Wopke Hoesktra, a los delegados en el cierre de la COP29 el domingo.

Pero prometió que Europa estará presente, y consideró la COP29 como "el comienzo de una nueva era" para el financiamiento climático.

La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, de los Verdes, también pidió cierta flexibilidad: Europa debe "asumir sus responsabilidades, pero sin hacer promesas que no pueda cumplir".

- "Contabilidad creativa" -

Del punto de vista de los ambientalistas, el financiamiento climático es un deber --no una opción-- de los países ricos, cuyas emisiones de gases de efecto invernadero provocaron una crisis que golpea con mayor dureza a los más pobres y vulnerables.

El año 2024 está a punto de convertirse en el más caluroso jamás registrado. Desde la COP29, tormentas mortales han azotado a Filipinas y Honduras, y Ecuador declaró la emergencia nacional por la sequía y los incendios forestales.

La promesa de los contaminadores históricos de desbloquear 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035 para apoyar la transición energética y la adaptación al cambio climático de los países en desarrollo es un avance comparado con el compromiso previo de 100.000 millones de dólares anuales, aunque todos reconocen que es insuficiente.

El acuerdo alcanzado en la COP29 cita también un objetivo global de financiamiento climático procedente de todas las fuentes, por 1,3 billones de dólares.

Pero algunos activistas se muestran escépticos sobre los 300.000 millones de dólares anuales.

"Es, de alguna manera, una promesa vacía", indicó Mariana Paoli de la oenegé Christian Aid.

En su opinión, ese objetivo es una cuestión de "contabilidad creativa", y lamentó la falta de claridad sobre la parte que provendrá de fondos públicos y subvenciones en lugar de préstamos.

- Los bancos multinacionales -

El acuerdo de la COP29 en Bakú prevé también que la financiación climática para los países pobres otorgada a través de los bancos multilaterales podrá ser contabilizada en el objetivo de los 300.000 millones.

El texto precisa que los aportes financieros son "voluntarios". China, mayor contaminador del mundo, se niega a someterse a las mismas exigencias que los países desarrollados en nombre de su responsabilidad histórica.

En un comunicado conjunto publicado durante la COP29, los bancos multilaterales de desarrollo calcularon que podrían financiar 120.000 millones de dólares anuales para el clima, y movilizar 65.000 millones de dólares del sector privado de aquí a 2030.

Melanie Robinson, directora del programa climático del World Resources Institute, justifica este recurso a los bancos multilaterales de desarrollo por la cantidad de capital que pueden movilizar y las herramientas de que disponen.

"Son el medio más eficaz para transformar cada dólar de financiamiento en impacto sobre el terreno", explicó.

Robinson mira hacia la COP30, que se celebrará el próximo año en Brasil, motivada por una iniciativa brasileña de la pasada cumbre del G20 en Rio de Janeiro, la cual apunta a reformar las instituciones financieras para que integren las cuestiones climáticas.

"Realmente hay una oportunidad muy grande para nosotros: cambiar el conjunto del sistema financiero", insistió.

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