Formar ciudadanos para la convivencia pacífica
La sociabilidad debe ser un objetivo educativo ante la fragmentación y la falta de cohesión social que estamos experimentando. Estamos llenándonos de miedos en lugar de ilusiones, mientras el futuro se torna cada vez más incierto.
El incremento de la violencia en las relaciones humanas genera un déficit de sociabilidad que afecta a nuestra sociedad. Armonizar unidad y diversidad es un reto social de gran trascendencia. Tejer lazos comunitarios en una sociedad plural y multicultural tiene consecuencias directas: se materializan en una ciudadanía con identidad, autonomía y madurez social, y en una sociedad libre y democrática.
Las comunidades, como ámbitos decisivos para el desarrollo, conceden un alto valor a la esfera pública. Necesitamos recuperar las virtudes cívicas que comienzan en el hogar y se prolongan en la escuela, pues contribuyen a la mejora social.
La escuela debe potenciar al máximo las capacidades de sus alumnos. Nuestros niños y jóvenes deben aprender a pensar, conversar y convivir. El conocimiento no solo debe cultivarse, sino también compartirse, abarcando tanto disposiciones intelectuales como de carácter.
La educación debe fomentar la autodisciplina, esencial para la sociabilidad. La falta de autodominio dificulta ver las cosas desde la perspectiva del otro y, no pocas veces, genera violencia y confrontación.
Resulta difícil escuchar a los demás si no regulamos nuestras acciones e impulsos. La falta de disciplina también causa problemas de aprendizaje, asociados con dificultades de atención, concentración y memoria. Conviene recordarlo frente a nuevas modas educativas.
Expertos afirman que la estabilidad y la salud de las democracias occidentales no dependen solo de la existencia de instituciones o procedimientos democráticos ni de contar con leyes justas que miren al bien común. Son condiciones necesarias, pero insuficientes para el florecimiento de las sociedades.
Es necesario cultivar la virtud cívica promoviendo comportamientos positivos, actitudes cooperativas, prosociales y enriquecedoras.
El psiquiatra estadounidense M. Scott Peck afirmaba: “Una comunidad es un lugar donde los conflictos son resueltos sin derramamiento de sangre, ni física ni emocionalmente, y con sabiduría y gracia. Una comunidad es un grupo que lucha con elegancia".
La educación cívica abarca aspectos estéticos, afectivos, morales e intelectuales, que actúan como puntos de encuentro con los demás. Toda tarea educativa debe subrayar lo que nos une y asemeja, reuniendo intereses más allá de los políticos y económicos.
Concepción Naval, catedrática de Teoría de la Educación en la Universidad de Navarra, señala que la identidad, la pertenencia y la madurez socioidentitaria son ejes fundamentales para la educación de la sociabilidad. Menciona que la formación para la convivencia pacífica no busca la confrontación, sino la sinergia y la convergencia de líneas de trabajo que identifiquen el desarrollo cívico como un objetivo de formación.
Los sistemas educativos y las comunidades son instrumentos clave para el desarrollo, la identidad y la diversidad. Por ello, coincido en que la educación es la profesión más enorgullecedora que existe.
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Helena Fonseca Ospina es administradora de negocios.