World News in Spanish

Gabriel Milito, de la cuerda floja a la final de la Libertadores

Furiosos, los hinchas del Atlético Mineiro de Brasil llegaron a pedir su cabeza tras una seguidilla de derrotas vergonzosas. Pero el entrenador argentino Gabriel Milito se ganó una nueva vida al llevar al Galo a la final de la Copa Libertadores de 2024.

En el momento en que las críticas arreciaban, a mitad de temporada, Milito, de 44 años, mantuvo la cabeza fría y la templanza que lo hicieron destacarse como caudillo en su época de defensa del FC Barcelona y la selección de Argentina.

No tuvo problemas en modificar la filosofía futbolística que prometió impregnarles a sus equipos cuando se convirtió en entrenador, en 2015: control de pelota, presión asfixiante en campo adversario y mucha agresividad, un libreto similar al de uno de sus profesores, Pep Guardiola.

Los resultados pronto saltaron a la vista con el club de Belo Horizonte (sureste): marcando en terreno propio, sin rehuirle al contragolpe ni obsesionado con la posesión, clasificó a dos finales.

Los albinegros se inscribieron en su segunda final de la Libertadores, tras la ganada por Ronaldinho Gaúcho en 2013, y pugnarán por el bicampeonato ante el Botafogo de Rio de Janeiro el sábado en Buenos Aires.

También llegaron a su cuarta decisión de la Copa do Brasil, que sin embargo perdieron con Flamengo (global 4-1) a comienzo de mes.

"Cuando empezamos nuestro trabajo, jugábamos de esa manera y nos dio resultado. Cuando perdimos muchos jugadores, encontramos resultados negativos. Ahora es necesario jugar de la manera en que jugamos", dijo en septiembre.

- "Fase complicada" -

El buen desempeño en competiciones 'mata-mata' ha sido opacado por la irregularidad que los albinegros de Milito han mostrado en la liga brasileña, a pesar de que cuentan con una poderosa nómina encabezada por los atacantes Hulk, Paulinho y Deyverson.

A falta de dos partidos para el final del Brasileirao, ocupan la décima casilla, que da cupo a la Copa Sudamericana de 2025, y enlazan ocho partidos ligueros seguidos sin ganar, incluidas cuatro derrotas.

Si no vencen a Botafogo en Buenos Aires, se quedarán por fuera de la próxima Libertadores, además de perderse la oportunidad de disputar el renovado Mundial de Clubes en 2025.

Amigo de Lionel Messi y hermano del exatacante Diego, ícono de Racing, archienemigo del Independiente del que Gabriel a su vez es ídolo, Milito ha encarado las crisis con una autocrítica fulminante.

"Estamos jugando por debajo de nuestra capacidad. Es una fase complicada", reconoció el DT. "Es difícil encontrar una explicación, pero tenemos que mejorar".

La mala racha en vísperas de la cita continental ha vuelto a calentar el ambiente en contra del entrenador argentino, quien tomó las riendas del Mineiro en marzo en reemplazo del experimentado Luiz Felipe Scolari.

- Ires y venires -

Menos de quince días después de asumir, alzó su primer título como técnico en una carrera que lo ha llevado a los banquillos de los argentinos Estudiantes de La Plata, Argentinos Juniors e Independiente y del O'Higgins chileno.

Consiguió la corona del torneo del estado de Minas Gerais (Campeonato Mineiro) al imponerse ante el Cruzeiro, el gran rival del Galo.

"Es un tipo que ganó muchas cosas como jugador, pero aún no había sido campeón como entrenador. Es el primero de muchos aquí, pueden estar seguros", dijo entonces Hulk.

La luna de miel duró poco. Su equipo sufrió duras goleadas contra Palmeiras (4-0), Vitória (4-2), Flamengo (4-2) y Botafogo (3-0) entre junio y julio en el Brasileirao, y los pedidos de "Fora Milito" se tornaron parte del paisaje.

Pero el nacido en Quilmes no ha aflojado, quizás ayudado por la resiliencia que sembró tras sufrir de graves lesiones durante su periplo como futbolista, que acabó cuando tenía 31 años por no poder "soportar el tema físico".

Ahora como entrenador, un oficio que encuentra "más estresante", su cuerpo también ha padecido. Después de dejar la dirección técnica de Independiente, en 2016, le detectaron una diabetes tipo 1 "que apareció por estrés".

La enfermedad, ya totalmente controlada, pareció cambiarle el chip.

"Hago todo para que me vaya bien, para obtener un buen resultado, para ganar. Pero también sé que muy pocas veces se gana", dijo al diario argentino La Nación en diciembre.

"Entonces prestigio el proceso, el camino, y lo disfruto. Tampoco creo que ganar un campeonato vaya a modificar mi manera de pensar ni me va a cambiar el estatus".

raa/app/ma

Читайте на 123ru.net