Los «valores comunitarios perdidos», antídoto contra la soledad no deseada
«Es esa soledad que llega a doler, que persiste y que tiene un impacto en el bienestar emocional». Así definió ayer la coordinadora del programa Crece, Carmen Cárdenas, al aislamiento no deseado, que, pese a que habitualmente se relaciona con personas mayores y el medio rural, es cada vez más habitual en personas jóvenes y no escapan las grandes urbes. Sin embargo, son pocos los que reconocen «abiertamente» que se sienten solos. Concretamente, tan solo el nueve por ciento de las personas lo admiten quizá por el «estigma» que lleva asociado, pero sube hasta el 40 por ciento si se mide mediante escalas de evaluación que no preguntan directamente. Esas son algunas de las conclusiones que aportaron en V Foro Social del CES de Castilla y León Cárdenas y la investigadora Elisa Sala sobre el estudio realizado en el marco del programa nacional Crece financiado con fondos europeos Next Generation. Realizado en ocho comunidades españolas y quince provincias, entre ellas Valladolid y León, ha analizado y actuado sobre una realidad cada vez más presente en la sociedad. Y en parte lo ha conseguido, ya que el «90 por ciento de los participantes» manifiestan que esa sensación de aislamiento ha disminuido. Algo en lo que coincidieron los expertos participantes en el encuentro es en que la soledad no escogida se considera «cronificada» cuando pasan dos años sin una salida y que se produce cuando la persona quisiera «tener más vinculación con el entorno», pero no lo consigue. Pero, además, la solución por la que apostaron, más allá de que «todo» se base en las propuestas tecnológicas o en las medidas impulsadas por las administraciones públicas, es la de «recuperar los valores que se han perdido». En ese sentido, hablaron de los «valores comunitarios» y de «redes de apoyo» que existían y a los que estos tiempos han dejado de lado. Como ejemplo, Cárdenas citó que antes «no solo cuidaban los padres», existía un «vecindario» y un barrio en el que se tenía cierta «confianza» y todo eso ha desaparecido arrastrado por un cambio social. Y ¿por qué el aumento de estas situaciones en la etapa actual? Por la transformación del modelo de sociedad, admitieron todos. « Va ligado también al tipo de relaciones actuales, a la precariedad laboral y a una ambivalente relación con las tecnologías», consideró el investigador del Instituto de Filosofía del CSIC, Francisco José Ausín. «Es un tema de nuestro tiempo que condiciona enormemente a la salud», subrayó. Cárdenas lo asocia sin duda al «individualismo» y al «modelo de éxito personal actual, en el que se valora que alguien consiga algo solo sin necesidad de ayuda». También, sobre todo en el caso de los jóvenes, a un tipo de relaciones «superficiales» y a unas redes sociales que tienen un «rol ambivalente», ya que puede «dar la impresión» de que se tienen «muchos» amigos o «likes», pero en realidad a «esa gente no le contarían nada sobre sus problemas». No es este un asunto que afecte únicamente a un sector poblacional, reconoció Sala, quien aseguró que son las personas sin hogar y los colectivos más vulnerables quienes tienen «más riesgo» , mientras que hay factores que protegen, como «el nivel de estudios» o el hecho de «vivir con la familia o en pareja». Por último, el presidente del Consejo Económico y Social de Castilla y León, Enrique Cabero, destacó que el encuentro está organizado por el denominado grupo de enlace de la institución, en el que se encuentran todas las entidades de carácter social y socioeconómico de la Comunidad. En este caso tendrá dos partes, por un lado la de ayer sobre la soledad no deseada, y, por otra, la que tendrá lugar en el primer trimestre del próximo año sobre la brecha digital. Centrado ya en el asunto de la primera jornada, consideró que se trata de un «problema generalizado» que tiene un «efecto negativo en la sociedad en general» en España, «pero también en Castilla y León».