El complejo camino de los hombres que deciden 'desintoxicarse' de los grupos de la 'manosfera': "Ahora me avergüenza"
Tres hombres que terminaron abandonando grupos como los incels, los 'artistas de la seducción' o los 'MGTOW', exponen su proceso emocional tras abandonar estos espacios, que llegan a catalogar como "criminales, cegados por el odio hacia la mujer"
Dentro de la 'manosfera', la comunidad online de hombres contra el feminismo
“Terminas por no saber distinguir quién te quiere y quién no te quiere porque siempre vas con esas estrategias a todos lados. Te genera problemas a largo plazo porque te acabas convirtiendo en un 'jugador' y todo el rato estás en ese 'modo jugador'. No puedes tener un día tranquilo sin estar pensando en con quién vas a empezar a jugar otra vez”, relata Cesur, joven de 23 años, considerado 'ex-PUA' —'PUA' son las siglas de 'Pick Up Artist' (en castellano, 'artista de la seducción'): uno de los grupos más extendidos de la manosfera (esa red de sitios web, blogs y foros en línea que promueven la masculinidad enfatizada, la hostilidad hacia las mujeres o misoginia, y una fuerte oposición al feminismo)—.
Cesur tenía 17 años cuando le apareció un vídeo sobre 'cómo seducir mujeres' del youtuber Álvaro Reyes, y empezó a ojear su canal. “En ese momento no creí mucho, pero al final me terminó captando porque me parecía algo que no se veía todos los días. Así fue como empecé”, explica.
Leonel (36), por su parte, conoció las ideas del grupo MGTOW —'Men Going Their Own Way', traducido al español como 'hombres que siguen su propio camino'— con 32 años y por el boca a boca: “Tenía dos amigos que tenían esa 'ideología', si lo podemos llamar así, pero no les daba mucha bola. No fue hasta después, cuando me enteré de que uno de ellos murió, que me dio por conocer a ese grupo del que tanto hablaban. Al principio, me parecían buenas personas, que querían ayudar a los hombres, sobre todo en el tema del feminismo, que también estaba muy de moda hablar de él. Principalmente me gustaba cómo rebatían a las feministas radicales, pero luego me di cuenta de que era mucho más que eso”.
El último de los protagonistas, Alejandro (30), comenzó a interesarse por el mundo incel —acrónimo de la expresión inglesa 'involuntary celibate', 'célibe involuntario'— a sus 26 años, cuando su relación de pareja terminó. Buscaba respuestas: “Cuando alguien tiene un dolor muy intenso, una frustración, busca motivos que sean directamente proporcionales a esa intensidad”.
Hace un mes se publicó en el podcast En la mente de, creado por la psicóloga y divulgadora Claudia Nicolasa, su testimonio como 'ex incel', un vídeo que cuenta con más de 213 mil visualizaciones en YouTube y 187 mil en Instagram. A pesar de que Alejandro explica que no quiere, de momento, volver a contar su historia, sí que ha cedido, junto a Nicolasa, el pleno uso de la transcripción de la entrevista a elDiario.es para este reportaje.
Tocar la herida, apelar al dolor
“Me metí en temas de seducción porque era un muchacho muy introvertido y sentía inseguridad acerca de por qué yo no hablaba o me comunicaba como los demás. Te venden la idea de que puedes estar con todas las mujeres y, si vienes de una ruptura amorosa, te afecta. El algoritmo es sabio y se adapta a las necesidades”, afirma el joven ex 'artista de la seducción'.
Están apelando al dolor, a la herida de rechazo y de resentimiento. El discurso de estos grupos e influencers es: 'sé que tienes esa herida porque yo también. Hay que hacer algo al respecto contra alguien más'
Ricardo Rivera, psicólogo experto en masculinidades y uno de los fundadores de Voices of Brotherhood, un espacio creado para abordar la salud mental masculina en México, señala que es precisamente al sufrimiento y la frustración hacia lo que suelen apelar los integrantes de estos grupos. “Están apelando al dolor. Están apelando a la herida de rechazo y de resentimiento. Si bien nosotros también tocamos la parte de la herida, lo hacemos desde el: 'oye, sé que tienes esa herida. Vamos a trabajar en ella. Vamos a hacer algo al respecto. Vamos a acompañarte a sanar'. Por contra, el discurso de estos grupos e influencers es: 'sé que tienes esa herida porque yo también. Hay que hacer algo al respecto contra alguien más'”, desarrolla.
Esto es precisamente con lo que también se ha encontrado Álvaro Trujillo, psicólogo y creador del canal de divulgación Psico Vlog, que ha entrevistado a diferentes perfiles de jóvenes que han abandonado la 'manosfera' para su canal de YouTube, un tipo de contenido casi marginal en medio de la infinidad de vídeos que los diferentes ‘gurús’ de estos grupos suben a internet, pero que puede llegar a funcionar, de alguna forma, como un ‘contrapeso’. “Lo que veo es que son personas muy perdidas o muy desorientadas, que necesitan respuestas, y resulta que dentro de estas ideologías las respuestas son sencillas. Ellos te dicen: 'te estoy ofreciendo una información exclusiva que no todo el mundo es capaz de digerir, pero tú, como persona diferente, fuerte, crítica, que ha sufrido... ¡Ojo!: que ha sufrido, porque grupos como el de la 'red pill' (píldora roja), por ejemplo, se basan fundamentalmente en la frustración. Es su alimento. ¿Van a aliviarte la frustración? No: van a hacer cultura de la frustración”, expone.
“Alivia mucho de primeras pensar que alguien mueve los hilos. Es mejor eso a sentir que eres tú quien tiene, en parte, la responsabilidad de eso que es horrible, como en el caso de una ruptura. Vivir el mundo en 'arquetipo' te permite muchísimo control, que es precisamente lo que necesitas”, contó Alejandro en el mencionado podcast.
Qué es lo que hace que la 'burbuja' se rompa
Todos ellos acabaron saliendo de estos grupos, una decisión siempre precedida por un 'clic'. “Me avergüenzo de mi escalada en la radicalización, porque yo veía mensajes que pasaba por alto. Prefería comprar ese discurso y sentirme comprendido”, explica Alejandro, “hasta que llegó un día en el que uno de los integrantes dijo que 'obviamente violar a una chica es un acto miserable, pero quizás en una noche de fiesta quedarse mirándola fijamente, perseguirla un poco por la calle, quizás acercarte corriendo y no hacer nada, simplemente meterle miedo' podría servir como elemento disuasorio para que supieran realmente que esa vida no les convenía, para tratar de 'educar' a la chica, y el feedback que recibió... Han pasado cuatro años, pero me sigue poniendo los pelos de punta”. El peor comentario, explica, fue el de un usuario que escribió: '¡Gran idea!'.
Expresaban sus deseos de matar a las mujeres, de violarlas. Dentro de ese grupo hay criminales que deberían ser investigados
Leonel, que estuvo dentro de uno de los grupos más violentos de la 'manosfera', los 'MGTOW', relata que poco a poco se fue dando cuenta de que las personas que frecuentaban ese foro eran “criminales”: “No, no estoy exagerando. Era gente muy enferma, cegada por el odio a la mujer. Eran como una secta. Expresaban sus deseos de matar a las mujeres, de violarlas. Otros, los 'más tranquilos', sólo decían que no querían tener contacto con ellas, pero siempre las trataban de maneras muy vejatorias y asquerosas. Yo no noté eso al principio: quizá porque aún no mostraban su verdadera cara”. Pero después, relata, cuando comenzó a criticar a “los más radicales”, recibió amenazas de muerte, le hacían vídeos racistas, recibía acoso en su lugar de trabajo... “Ellos odian a las mujeres y odian a los hombres que tratan bien a las mujeres. En pocas palabras: 'o las odias, o te odiaremos a ti'. Dentro de ese grupo hay criminales que deberían ser investigados”.
Pero no solo llegan a ser grupos dañinos para las mujeres, sino que también lo pueden llegar a ser para ellos mismos. Es una de las cosas que le hicieron salir a Cesur, ex 'artista de la seducción': “Te convierten en un robot. Te dan una imagen distorsionada del mundo y de las personas. No te dejan ser de forma natural, ser lo que tú realmente quieres ser o hacer, sino que te dan una 'estructura' y una visión idealizada de lo que 'debería' ser un hombre. Con esa 'estructura' que te dan, que es muy rígida, a uno ya le es muy difícil relacionarse con la gente de su alrededor y con otras personas, porque ya no sabe cómo comportarse, porque si no está en una situación donde puede llevar esa estructura, se pierde. Al principio te da mucha confianza, pero es una confianza falsa: empiezas a ver a las personas como números y te cambia bastante. Es difícil salir luego de ahí. Piensas: 'en esta persona voy a probar mi estrategia'. Te hace sentir muy vacío”.
Creo que el impacto negativo más fuerte para ellos es el de estar postergando el realmente hacer un trabajo que les ayude a sanar, a hacer algo por sí mismos
“Precisamente en estos lugares ocurre mucho esto de sentir que la vida es una especie de videojuego donde tienes un guion específico. Ello no te permite desarrollar tu identidad, sino que estás viviendo en base a un guion de qué hacer en cada ocasión para no recibir un rechazo en vez de aprender a recibir ese rechazo y sentirte tranquilo con ello, porque eso requiere de fortaleza emocional. Muchas personas que pasan por estos grupos acaban dándose cuenta de que no quieren ser robots. Creo que el impacto negativo más fuerte para ellos es el de postergar un trabajo que verdaderamente les ayude a sanar, a hacer algo por sí mismos”, explica Rivera.
Años de terapia para 'desintoxicarse'
Cesur estuvo en terapia “un buen tiempo”. Tuvo que ir cambiando “ciertas actitudes y pensamientos” que tenía. “No podía hacerlo yo solo. Busqué ayuda y me di cuenta de que realmente eran muy dañinos esos pensamientos”, relata. “Ahora me siento bastante bien, y fuera de ese grupo mejor todavía”.
Alejandro necesitó alrededor de tres años de terapia: “Costó muchísimo y ha habido recaídas, pero a mí me ha cambiado la vida en todos los sentidos”. Otra cosa que también le ayudó en este proceso, cuenta, fue el empezar a mostrarse genuino con los demás y el comenzar a acercarse a las mujeres “de una forma completamente desinteresada”, buscando una amistad con ellas: “En ese momento de estar tan perdido, quedo con una amiga y exploto. Lloro, me enfado... Y al volver a mi casa conduciendo digo: 'pues me he sentido comprendido, escuchado'. Es algo que, quitando las terapias con mi psicóloga, no tenía. Y pensé: '¿pero tú realmente tienes referentes de amistades femeninas buenas y duraderas? Realmente no'”.
Explica que ese fue el “punch” definitivo y que “a partir de ahí, todo el clima cambió” y comenzó a asumir esa “vulnerabilidad” y a verse “fuerte” dentro de ella. En el momento en el que consiguió eso con sus amigas, pasó “al siguiente estadio”, que eran sus amigos. Lo vivió como un “experimento social” ya que comenzó a preguntarse por qué, tras años de amistad, sus amigos nunca parecía que tuvieran un mal día, nunca se abandonaban a la vulnerabilidad. “Empecé a hablar con ellos de que me daba ansiedad conducir. Y uno de ellos me dijo: 'te entiendo'. Fue eso solamente, pero ese reconocimiento me hizo pensar: '¡si es que resulta que somos personas y que puedo quedar con mi amigo de toda la vida y llorar!' Y, curiosamente, la energía vuelve a cambiar”.
Leonel salió de ello solo. Ahora, cuenta, está casado y feliz. Pero cuando tiene la oportunidad hace vídeos en sus redes sociales denunciando a este “tipo de gente” porque, asegura, “el discurso de odio que tienen debe ser eliminado de las redes”.
Los referentes saludables no están en redes
Rivera explica que esta clase de grupos se presentan como una salida al sufrimiento, pero acaban metiendo a la persona en un nuevo molde. El objetivo debería ser “destruir los moldes. No tienes por qué entrar en un molde. Somos tan vastos, tan diversos, tan grandes, que la mayoría de los seres humanos no cabemos en un 'moldecito', y eso genera ansiedad, depresión…”. “Nosotros a los hombres con los que trabajamos les decimos: 'esto que estamos haciendo aquí no es para decirte qué hacer o cómo ser, jamás. Es para quitarte de encima todo el material superfluo para liberar el quién tú eres. Tú ya eres, tú ya tienes tu ser, tu esencia, ahí dentro. Pero con todas esas máscaras, todas esas barreras, todas esas armaduras, fingiendo ser algo que no son, es difícil sentir amor. Y les ayudamos a despojarse de esa armadura”, detalla.
Ante la actual crisis de la masculinidad, defiende, sí que hay ejemplos saludables de referentes que no te insisten en encajar en ningún molde, pero “la mayoría de esos grandes ejemplos no están haciendo tanto ruido porque están centrados en lo que a ellos les importa, no en que los miren. No están en redes, sino en la vida diaria. Sin embargo, hay muchos ejemplos malsanos, disfuncionales, de hombres que están buscando esa atención y validación en las plataformas. Y como hay tanto vacío, el primero que veas en redes sociales que te dice: 'si te sientes abandonado, esto es lo que necesitas hacer', te convencerá rápidamente, porque no has desarrollado aún esa fortaleza emocional y de identidad para poder distinguir entre qué sí y qué no”.
Concluye con que no sirve de nada humillar a estos grupos, porque eso “los va a fortalecer”. “Tenemos que comenzar a ver qué grupos podemos empezar a generar a nivel social para que estos hombres encuentren opciones más allá de estos espacios reaccionarios”.