Lara Magrinyà, compositora: “Dedicarte a la música es estar continuamente dando saltos al vacío"
La artista ibicenca renunció a su trabajo estable para lanzarse a crear L'Arannà, un dúo musical junto a Anna Sala que, tras la publicación de su primer álbum, ha ganado el XVII Premio Miquel Martí i Pol. “Cuando tienes un puesto que ocupar, unas horas y un sueldo, todo es muy claro, pero en la música vives absolutamente a ciegas”, cuenta la cantante
Las voces femeninas toman el micrófono en la 'edad de oro' de la música en catalán
Cuando sentimos que lo que hacemos no nos llena, hay quienes se refugian y quienes saltan. Los primeros apuestan por la estabilidad, como es normal, y los segundos por lo que puede existir después de atravesar un laberinto de riesgos. Hace un año, la ibicenca Lara Magrinyà y la catalana Anna Sala renunciaron a sus trabajos como profesoras en una escuela de música para crear L'Arannà, un dúo musical que combina innovación y tradición. Tras la publicación de La salamandra, su primer álbum inspirado en el mundo literario de la reconocida escritora catalana Mercè Rodoreda, han ganado el XVII Premio Miquel Martí i Pol.
Una vez superada la fragilidad en los inicios en su carrera, este proyecto musical que se acompaña de teclados, voces y sintetizadores comienza a vislumbrar su propio camino, hecho a la medida de sus propias necesidades. Durante los últimos días se encuentran en Formentera para comenzar a trabajar en su siguiente disco, que estará relacionado con el cant redoblat, un canto tradicional de las islas de Ibiza y Formentera. Lara Magrinyà, voz principal del dúo, explica que necesitan “generar un clima” para “ponerse a escribir algo nuevo”. Hablamos con ella.
Entonces, ¿están preparando algo nuevo?
Sí, sí. Los trabajos se van encadenando y ya estamos proyectando el siguiente. Pero bueno, para no tener huecos que no convienen demasiado. Trabajamos con un sello que se llama Atzavara, que es de un chico que lo acaba de abrir hace muy poco y es amigo nuestro. Estamos un poco todos en esto de hacer equipo, tener una red de gente que te apoye es clave para poder crecer en la música.
¿Cómo surge L’Arannà y cómo han sido sus inicios?
Ambas estudiamos música clásica en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), estábamos en interpretación de piano clásico. Una vez terminada esta fase académica, como a mucha gente, nos surge dedicarnos a la docencia, porque casi es la única salida que más o menos encaja con la estabilidad que buscamos en el momento de emanciparnos. Pero no nos llenaba lo suficiente.
Había algo un poco atrofiado, esa parte de poder seguir haciendo tu propio camino artístico, ¿no? Entonces, yo tenía muchas ganas de cantar porque es algo que siempre me ha gustado mucho y que me sale de forma natural. También es una forma de hacer muy, muy, contraria a lo que nuestra formación nos pedía, que era buscar la perfección. Al final, un poco dudosas, nos dijimos: “¿Y si probamos a hacer canciones, yo cantando, tú me acompañas, y vamos viendo?” Así que empezamos por ahí.
Entonces decidimos musicalizar unos textos inéditos del escritor Toni Sala que él mismo nos cedió. Hicimos tres cancioncitas que gustaron mucho y, poco a poco, entramos en una especie de circuito literario, porque cuando él hacía presentaciones del libro, a veces nos invitaban a cantar. Después nos planteamos hacer un repertorio un poco más grande y ya finalmente pensamos en crear un disco con canciones propias.
¿Y cómo fue el proceso de dar voz a textos literarios a pasar a vuestra propia voz?
Como veníamos de esta vertiente literaria, decidimos continuar con esta tradición de tomar algún autor en lengua catalana y musicalizarlo. Pero en un momento dado nos acordamos de los cuentos de Mercè Rodoreda, que nos encantaban porque eran muy potentes. El único problema es que no eran poesía, y por lo tanto, hacer que eso se convirtiera en una canción era complicado. Nos pareció un reto muy interesante.
Paralelamente, tuvimos la suerte de que nos becaron en La Marfà, de Girona, una entidad que promueve el tejido cultural de jóvenes artistas emergentes. Nos dieron una ayuda en 2023, que consistía en ayuda económica para el proyecto que presentábamos y, además, un año de acompañamiento y asesoramiento. Esto fue un gran empujón, porque fue la primera vez que una institución se fijó en nuestro trabajo y decidió que valía la pena. Fue un punto de inflexión.
Entonces, como no podíamos vivir de esto, dejamos el resto de nuestros trabajos para concentrar nuestras energías en este proyecto y nos fuimos a casa de nuestros padres para no tener que pagar alquiler y poder hacerlo con más tranquilidad. Eso fue el año pasado. Gracias a esa beca pudimos grabar el disco que salió en abril y que empezó a darnos a conocer al público.
Como veníamos de esta vertiente literaria, decidimos continuar con esta tradición de tomar algún autor en lengua catalana y musicalizarlo. Pero en un momento dado nos acordamos de los cuentos de Mercè Rodoreda, que nos encantaban porque eran muy potentes. El único problema es que no eran poesía, y por lo tanto, hacer que eso se convirtiera en una canción era complicado. Nos pareció un reto muy interesante
Siendo jóvenes y teniendo un primer trabajo estable suena muy a riesgo, hoy en día.
Es un riesgo continuo porque tienes que estar aprendiendo continuamente y tomando decisiones a ciegas. Normalmente, cuando tienes un trabajo que ya existe, que ya está preparado, con un puesto que ocupar, unas horas y un sueldo todo es muy claro. Pero en este caso es absolutamente a ciegas. Tienes que arriesgarte a que salga bien o que salga mal.
Dedicarnos a la música es estar continuamente dando saltos al vacío. Es arriesgado, pero es lo bonito también, supongo. Yo dirigía muchas corales y también daba clases de piano, de música. Y al principio también tenía ese miedo de soltar algo que en principio es estable. Pensé en reducir las horas de clase pero no se puede, tienes que estar completamente dedicado a esto.
Superada esta etapa, llega el Premio Miquel Martí i Pol. ¿Cómo lo han recibido?
Ha sido una sorpresa. Nos presentamos y, de repente, nos llegó la información de que habíamos sido seleccionadas entre las primeras 25 propuestas del año y eso nos pareció muy fuerte. Pero luego había otra criba, donde quedaban 5 finalistas, y estábamos dentro. ¿Qué está pasando?, nos decíamos. Pensábamos que nos quedaríamos allí. Pero nos llamó Lluís Llach un sábado para decirnos que no, que habían decidido darnos el primer premio. No nos lo creíamos. Es muy importante notar que desde fuera alguien le da sentido a lo que haces. Porque el sentido de tu trabajo lo inventas tú. Al final, hacemos canciones que nadie nos ha pedido y es muy bonito cuando alguien te lo reconoce.
La canción que da el título a su álbum habla de una bruja que toma la connotación de mujer rebelde y luchadora. ¿Hay una motivación feminista detrás de este impulso?
Hay una vinculación feminista y algo que teníamos muy a mano. Anna vive en Sant Feliu de Guíxols, su familia es de allí, y Mercè Rodoreda murió en el pueblo de al lado. Entonces también había esta proximidad de decir “ostras, todavía hay gente que la recuerda paseando por allí”. Eso, de alguna manera, nos ha dado ese punto de cercanía con este material, nos ha motivado, aunque el hecho es que somos dos mujeres trabajando en esto. No buscamos llamar la atención por ese parámetro en concreto, aunque obviamente es un tema de actualidad porque aún parece que hay que luchar para visibilizar ciertas normalidades que, por el hecho de tener un género u otro, son lo que son.
Por otro lado, le quería preguntar por el boom actual de la música en catalán hecha por mujeres jóvenes. Me refiero a Júlia Colom, Marala, Maria Hein, Maria Jaume o incluso Mushkka. ¿Desde dentro tienen en cuenta este fenómeno?
Sí, lo que pasa es que no sé si nos englobaría a nosotras ahí, porque creo que con este primer disco no sé si acaba de ser para ese público, pero sí, pienso que es algo que está pasando. El estilo de todas la cantantes de esta corriente y su edad, porque son más jóvenes, es distinto.
Hasta hace poco no veías el trap catalán, creo que está habiendo un momento en el que al final sí que estamos trabajando con la cuestión de la lengua catalana y de dar también un espacio para que exista su visibilización. Pero, ya te digo, sigue siendo algo que surge como consecuencia indirecta del trabajo de todas.
Sí, porque además vuestra música se caracteriza por jugar con la tradición, pero es también muy, muy innovadora, aunque pueda no ser intencionado.
Claro, porque es un lenguaje que hoy en día está muy presente. El material de trabajo de muchos artistas, este lenguaje, quizás es más de la música electrónica. Es cierto que nosotras venimos del mundo clásico, pero nuestra música no es música clásica. Lo que hacemos ahora es darle al proyecto lo que necesita para brillar más. Teníamos muy claro que no queríamos quedarnos en este plano de la canción acompañada con piano y ya está. Por eso fuimos, por ejemplo, a buscar el trabajo de otros artistas, como es el caso de nuestro productor, Emili Bosch.
No queríamos crear un sonido electrónico de manera forzada. Siempre intentamos dar mucho espacio a nuestra visión, intentando no caer en la tentación de los cánones, porque de inmediato puedes montar una canción en cinco minutos y hacer que funcione. Lo que nos atrae es buscar una composición muy detallada o preciosista de lo que tienes frente a ti.