Los partidos son sectas(y juntas de ladrones)
Convertido en una flagrante cleptocracia en fase de matástasis, en el partido de Estado se produce, al fin, una dimisión, tras la publicación en ABC de la impresionante exclusiva de Javier Chicote . Pero, ¡ay!, resulta que el dimisionario –el único político que dimite, con la conformidad y aun el apremio indignado de sus correligionarios– es alguien que no delinquió, que no quiso participar de una corruptela. Es como si en un partido de fútbol se tuviese que retirar el único jugador que no comete faltas ni increpa al árbitro; o como si en una editorial se descartasen todas las novelas que no contuviesen anacolutos o faltas de ortografía. Se trata de un completo despropósito, propio de un mundo al... Ver Más