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PROBA-3, la 'misión imposible' de eclipsar el Sol liderada por España

Abc.es 
Los eclipses , aparte de ser todo un espectáculo visual, son una oportunidad única para que los científicos estudien la misteriosa corona solar : allí, en la capa más exterior de la atmósfera de nuestra estrella, por algún fenómeno que no está aún del todo claro, las temperaturas suben hasta casi los dos millones de grados. Algo contraintuitivo si se tiene en cuenta que la superficie del Sol se encuentra a tan 'solo' 5.000 grados, unas 400 veces más fría. Además, en esa zona se expulsan las eyecciones de masa coronal, chorros de partículas cargadas que pueden dejar literalmente 'fritos' satélites o naves espaciales y que, en algunos casos, incluso llegan a la Tierra en forma de tormentas solares que pueden afectar a la red eléctrica y a las comunicaciones. Y para adelantarse a estos fenómenos, hay que conocerlos. Pero tener que esperar a los eclipses no resulta muy eficiente. Así que los científicos han ideado una forma de estudiar la esquiva corona solar: los coronógrafos. Estas herramientas bloquean la luz del disco solar -de la misma manera que nuestra Luna bloquea el brillo del Sol- para poder ver con detalle la corona; sin embargo, tienen el inconveniente de que este sistema se ve 'empañado' por el fenómeno de la difracción de la luz o cómo se curvan los rayos al pasar por la atmósfera, por lo que se puede perder algo de detalle. Pero, ¿y si se pudieran fusionar lo mejor de ambos métodos, el natural y el tecnológico? Esa es la idea que plantearon en 2008 responsables de la industria espacial española reunidos con representantes de la Agencia Espacial Europea (ESA), quienes esbozaron la posibilidad 'loca' de construir dos naves que, en perfecta sincronía, crearan eclipses artificiales a demanda, alejados de la influencia de nuestra atmósfera. «Entonces el vuelo en formación no era viable y en el espacio no se improvisa», explicó en rueda de prensa en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) Juan Carlos Cortés, actual presidente de la Agencia Espacial Española. Cortés lo sabe de primera mano porque estuvo presente en aquel encuentro, en aquella ocasión como director de Aeronáutica y Espacio del CDTI, y ha estado involucrado en todo el proceso. Porque aquella idea que parecía imposible conseguía la aprobación de la ESA en 2013 con la materialización de la misión Proba-3. Y tan solo un año más tarde, la agencia espacial nombraba a la empresa española Sener como principal contratista, liderando un consorcio de compañías europeas procedentes de diez países distintos. «Han sido 16 años de duro trabajo, pero lo hemos conseguido», señaló Cortés. Porque ha llegado el día. La bautizada como misión PROBA-3 se lanzará por fin este miércoles a las 11.38 AM (hora española) en el cohete PSLV-XL de la Organización de Investigación Espacial de la India (ISRO). En él viajarán dos satélites: el Coronagraph, que será el encargado de tomar las imágenes de la corona solar; y el Occulter, que actuará de 'luna' y tapará, igual que hace nuestro satélite, la superficie de nuestra estrella. Además, cada uno actúa de manera independiente, calculando su posición y trayectoria con respecto a su 'mellizo', alejándose y acercándose entre los 25 y los 250 kilómetros según se precise (y con milímetros de precisión). Y todo esto funcionando como un solo instrumento óptico, componiendo una estructura virtual en el espacio que además se puede recalibrar, sin el apoyo de un operador humano, en una órbita elíptica y a una distancia máxima de 60.000 kilómetros de nosotros. Si todo va según lo planeado, la formación de vuelo se mantendrá durante un máximo de seis horas seguidas, lo que permitirá a los científicos realizar horas de observaciones coronales ininterrumpidas (una ventaja si tenemos en cuenta que un eclipse solar dura en la Tierra apenas 10 minutos). Además, al final de los dos años que, en principio, durará la misión, se pondrán al límite las sondas para determinar a qué distancia pueden mantenerse de forma segura dos naves en formación. «Este hito requiere un gran esfuerzo en muchos ámbitos, desde el análisis de misión, hasta los algoritmos de guiado, navegación y control», señaló en el encuentro Diego Rodríguez, director de Espacio y Ciencia en Sener. «España ha jugado un papel fundamental en el diseño, integración y pruebas de estos sistemas. Esta misión ha sido liderada por Sener, pero no podríamos haber llegado a este punto sin el apoyo de la industria participante y, muy especialmente, el equipo central, formado por empresas españolas de primer nivel». En concreto, desde la península, Airbus Defence and Space ha llevado a cabo el diseño y la fabricación de las dos plataformas; por su parte, la española GMV ha desarrollado el subsistema de vuelo en formación, de la dinámica de vuelo y de la función de GPS relativo; y Deimos ha sido la responsable del análisis de órbita y del desarrollo del experimento de rendezvous final. Una misión liderada por españoles que puede ser menos imposible de lo que parecía.

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