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Ultraderecha global se junta en el Senado español para prohibir el derecho al aborto

LR21 

La VI Cumbre Transatlántica contra el aborto se realizó en el Senado de España, desatando críticas por sus tintes ultraderechistas y neofascistas

El pasado lunes, el Senado español se convirtió en un escenario polémico al acoger la ‘VI Cumbre Transatlántica contra el aborto’, promovida por la Red Política por los Valores (Network for Values). Este evento, respaldado por el Partido Popular (PP), ha refrenado la discusión sobre derechos reproductivos en un contexto donde la polarización es evidente.

El evento reunió a aproximadamente 200 políticos de ideología ultraconservadora, ultraderechista, religiosa y hasta neofascistas, planteando interrogantes sobre su legitimidad en un Parlamento donde el aborto es un derecho legal. La organización argumenta ser una coalición que defiende los derechos humanos, aunque criticar el derecho al aborto parece contradecir el mismo principio de defensa de derechos.

La retórica de la extrema derecha contra el derecho al aborto

La apertura de las ponencias estuvo a cargo de Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior del PP, quien se mostró como un fervoroso opositor del aborto, así como de otros derechos como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Mayor Oreja lanzó discursos desafiante, instando a sus coetáneos a no tener “ningún temor” al abogar por el «derecho a la vida». Este concepto ha sido secuestrado por las derechas del mundo que defienden la preservación del embrión por encima de la vida de la persona gestante.

En su discurso, Mayor Oreja incluso equiparó el derecho al aborto con la esclavitud. Esta clase de analogías, que desdibujan las líneas entre la moral y la legalidad, generan confusión y alimentan el debate de manera polarizante. Lo que él considera un acto de valentía es visto por otros como un ataque a los derechos humanos de las mujeres.

La deslegitimación del discurso provida: ¿Qué tan provida es quitarle a las mujeres la potestad sobre su propio cuerpo?

Ignacio Garriga, vicepresidente y secretario general de Vox, también contribuyó al discurso crítico al Gobierno de Pedro Sánchez, acusándolo de impulsar “una cultura de la muerte”. Con sus palabras, Garriga se unió al mantra de la extrema derecha, que esparce un mensaje de victimización y combate cultural.

Al enfocarse en un “invierno demográfico”, Garriga desvincula las problemáticas sociales de sus causas estructurales, como la precariedad laboral y la falta de políticas efectivas. Esta postura simplista ignora el complejo panorama económico que enfrenta el país, además de utilizar estos temas para reavivar el miedo y la división.

José Antonio Kast, fundador del ultraderechista Partido Republicano chileno, también se pronunció en la cumbre, justificando su presencia a pesar de los intentos de “cancelación”. Kast, al igual que otros oradores, recurrió a un lenguaje beligerante y incendiario, fomentando una narrativa de resistencia que ignora la diversidad de opiniones sobre el aborto.

Kast fue derrotado por el izquierdista Gabriel Boric en las últimas elecciones presidenciales chilenas. A este líder ultra se le ha señalado presuntamente haber ocultado que su padre fue militante nazi.

Neydy Casillas, moderadora y representante del Centro Global de Derechos Humanos de México, también se unió a la crítica hacia los medios, alegando que estos no representan la vida de manera justa. Aunque es cierto que la cobertura mediática puede ser sesgada, su crítica parece desviar la atención del contenido real de la discusión sobre derechos reproductivos.


Krzysztof Bosak, vicepresidente del Parlamento de Polonia, insistió en la defensa de políticas provida en su país. Al afirmar que existen estereotipos negativos sobre el conservadurismo en Polonia, Bosak parece ignorar cómo estas políticas afectan concretamente a la población, negando la realidad de muchas mujeres que enfrentan difíciles decisiones.

Por su parte, Gregor Puppinck, director del Centro Europeo de Derecho y Justicia de Francia, ofreció su análisis sobre la “cultura de la muerte”. Al hacerlo, reduce un debate crítico a un estigma, eliminando la complejidad de las decisiones sobre la vida y la muerte que enfrentan muchas personas en la sociedad actual.

Resistencia social a una cumbre plagada de ideas retrógradas

Ante la cumbre, el descontento se visualizó en la manifestación en Madrid, donde un grupo de personas protestó con lemas claros en favor del aborto seguro, legal y gratuito. Los asistentes denunciaron no solo la celebración del evento, sino también la falta de acción por parte de las autoridades para proteger los derechos ya establecidos en la legislación española.

Marta, participante en la concentración, cuestionó la legitimidad de la cumbre al considerar el aborto un derecho legal en el país. Su reclamo resuena con el de muchos ciudadanos que ven esta cumbre como un retroceso en la lucha por los derechos reproductivos y la autonomía de la mujer.

La organización Femen, conocida por sus protestas en defensa de los derechos de las mujeres, ha manifestado su oposición de diversas formas. Las interrupciones y acciones visibles llevadas a cabo por activistas resaltan la urgencia de mantener el debate sobre derechos reproductivos y la necesidad de confrontar ideologías que buscan restringirlos.

Crítica de la ministra de Sanidad a la cumbre contra el aborto

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha expresado su desaprobación por la celebración de la VI Cumbre Transatlántica contra el aborto en el Senado. Aseguró que el Gobierno «cumplirá la ley» y garantizará que «todas las mujeres puedan ejercer su derecho a abortar de manera libre, gratuita y en la sanidad pública».

García hizo énfasis en que, desde su rol como ministra y como mujer, comunicará a los organizadores que no permitirán este tipo de eventos. «Somos muchísimo mejores que ellos y continuaremos avanzando en los derechos reproductivos y en los derechos sexuales de las mujeres, tal como hemos hecho siempre», afirmó ante los medios después de un acto conmemorativo del Día Mundial del Sida.

La ministra calificó el evento, organizado por la organización internacional de ultraderecha Network for Values, como una cumbre «reaccionaria» y «completamente retrógrada». Afirmó que este tipo de cumbres «apoya manifiestamente dictaduras y la pena capital para el colectivo LGTBIQ+», destacando que, en contraste, la sociedad actual se encuentra «muchísimo más avanzada».

«En nuestra sociedad actual, los derechos de las mujeres están en el centro de las discusiones y considero que tenemos completamente superado este debate», añadió García.

Asimismo, la ministra puso de relieve que su departamento está trabajando para asegurar que el derecho al aborto se ejerza efectivamente dentro de la sanidad pública, enfatizando que este es el entorno donde hay más garantías y confianza.

En otro sentido, García defendió la importancia de la «diversidad» en respuesta a la decisión del PSOE de eliminar las siglas ‘Q+’ del acrónimo LGTBI. «La diversidad es una de las características que definimos las personas progresistas. Por eso, la abrazamos y la entendemos desde la empatía. Así que sí, LGTBIQ+, y toda la diversidad, es bienvenida en nuestro país», concluyó la ministra.

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