Nuevos rincones de Triana expiraron con el Cachorro
El Cachorro volvió a morir entre Sevilla y Triana, aunque esta vez bajo un cielo particularmente azul y despejado, muy distinto al habitual de cada Viernes Santo, en el que las nubes suelen cernirse sobre la calle Castilla. Diciembre no quiso parecerse a abril en ese aspecto, dando un respiro a los hermanos del Cachorro para que contemplasen el eterno suspiro del hombre que alcanza un grado superlativo de divinidad cuando sale con potencias y corona de espinas. Las estampas históricas que dejó el Cristo de la Expiración son tanto visuales como sonoras. Comenzando por lo segundo, la procesión de clausura del Congreso sirvió para volver a disfrutar de los sones de una banda de música tras el magnífico crucificado de Ruiz Gijón después de la grata experiencia del Santo Entierro Grande de 2023. Tanto la banda de la Oliva como la de La Puebla realizaron una labor encomiable al respecto tanto en interpretación como en repertorio, que hizo las delicias de muchos cofrades. Por otro lado, el Cachorro pudo visitar a muchos hermanos, fieles y devotos que normalmente no gozan de su presencia. Al llegar a la plaza del Altozano, las andas comandadas por Ismael Vargas enfilaron San Jacinto para saludar a la hermandad de la Estrella , en cuya capilla, aún engalanada con las colgaduras del 25 aniversario de la coronación, se vivieron momentos emotivos y de fraternidad, e incluso alguna sorpresa musical: la interpretación de 'Triana en sus Penas'. Después de eso, continuó adentrándose en Triana para visitar la avenida de Santa Cecilia y zonas del viejo arrabal a las que no se suele llegar a pesar de contar con muchos hermanos de la corporación. La hermandad hizo justicia a su historia y se acercó a la zona del Zurraque para llevar al crucificado a casas en las que también hacía mucha falta la mirada agonizante del Cachorro.