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Barra libre a la apología del franquismo

Hacer apología del fascismo, como ha hecho el diputado de Vox Manuel Mariscal, es ofensivo para las víctimas y, también, delito desde la aprobación de la Ley de Memoria Democrática en 2022, y más en el Congreso

La ignorancia es osada, muy osada. Nos lo ha recordado recientemente el diputado de Vox por Toledo, Manuel Mariscal Zabala, al hacer gala de su ignorancia en el Congreso de los Diputados para blanquear la dictadura franquista.

El parlamentario no ha tenido complejos para demostrar su ineptitud y para mentir en la sede de la soberanía popular. Según la información que figura en la página web del Congreso este señor tiene 42 años y es graduado en Periodismo. Incluso tiene un Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política por la Universidad Complutense de Madrid. Me consta que se imparte Historia de España en esa titulación, así que debió suspender esa asignatura o no fue nunca a clase. Tampoco habrá leído un libro de historia serio y riguroso sobre la dictadura franquista en su vida.

Pero también creo que es un sectario y que miente a sabiendas, aunque haya leído en redes sociales, espacio poco recomendable para aprender si no tienes criterio, cuatro simplezas y mitos sobre el régimen de Franco. Además, como corresponde a la formación que representa, defiende la ideología ultraderechista, heredera de sistemas políticos no democráticos como el franquismo. Nadie serio ni ningún experto solvente defiende hoy que “la etapa posterior a la guerra civil”, como llama él a la dictadura de Franco pues no tiene el valor de mencionarla por su nombre, fue un periodo de “de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para la lograr la unidad nacional”, sino todo lo contrario. Es un insulto a las víctimas del franquismo las barbaridades que este diputado expuso desde su sillón del hemiciclo. Pero hacer apología del fascismo también es delito desde la aprobación de la Ley de Memoria Democrática en 2022, y más desde el parlamento español.

La dictadura de Franco, que comenzó en 1936, fue un régimen represivo de exclusión ideológica y social. Impuso una cultura punitiva propia de la Victoria del 1 de abril de 1939. Y tras la guerra civil no hubo “paz, piedad y perdón”, como reclamó el presidente de la República, Manuel Azaña, el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona, sino un ajuste de cuentas terrible con los miembros de la “Anti-España”, todos aquellos que no formaban parte de su restrictivo y excluyente concepto de España.

La venganza sobre los vencidos fue implacable: represión política, ideológica, social, económica y cultural. La represión franquista fue sistémica y afectó a todos los aspectos de la vida de los españoles. A la justicia militar, las ejecuciones masivas y la reclusión en cárceles –donde se explotó económicamente a los presos– hay que sumar la depuración laboral y profesional, los efectos de la autarquía, que sumió en hambre y miseria a la mayoría de la población, sin olvidar la censura, el control de la información, el analfabetismo y la imposición del nacionalcatolicismo. No hubo ningún progreso y menos reconciliación nacional. Los índices macroeconómicos de antes de la guerra no se empezaron a recuperar hasta veinte años después. Y la sociedad española se dividió entre vencedores y vencidos“.

Ya está bien de mentiras. Basta ya de minimizar las terribles consecuencias de la dictadura de Franco para la historia de España. Fueron tiempos oscuros de silencio, muerte, miedo y cárceles.  Al franquismo le debemos el enorme retraso económico y social del país que nos alejó de Europa, y cuestiones más cotidianas como el huso horario que tenemos, que no se corresponde al del meridiano de Greenwich, salvo en Canarias, ya que en 1940 el dictador nos asignó el huso de la Alemania de Hitler. Así como los disparatados horarios que tenemos, como la comida a las tres de la tarde con el fin de que los hombres pudieran echar dos jornadas de trabajo para mantener a sus familias en la larga y dura posguerra. Antes de 1940 en España se comía a mediodía como en el resto de los países europeos. Conservamos incluso el doblaje en el cine, utilizado para censurar los diálogos a su antojo. Y si tienen un libro en sus casas editado en la época de Franco desconfíen de que sea la versión original del autor, ya sea escrito en castellano o traducción, porque la censura mutiló millones de títulos de obras. Y, lamentablemente, por motivos económicos y/o por ignorancia las editoriales siguen reeditando tal cual muchas obras sin corregirlas.

Asimismo, anular los matrimonios civiles y los divorcios, cambiar los nombres de las personas en el Registro Civil que no fueran religiosos, bautizar a la fuerza a los que no formaban parte de la Iglesia, rapar a las mujeres y darles aceite de ricino, o robar bebés a las familias de los vencidos debieron de ser avances para el señor diputado Mariscal. El retroceso en las tasas de alfabetización y el retraso de la ciencia y de la cultura también fueron obra de Franco. Muchos científicos e intelectuales fueron ejecutados, condenados a muerte, encarcelados, obligados a marcharse al exilio o vivir míseramente en España en puestos de menor cualificación. El listado de nombres sería interminable, pero sólo cito a Federico García Lorca, Juana Cadepvielle, Miguel Hernández, Antonio Buero Vallejo, Blas Cabrera, Severo Ochoa, Elena Fortún, Aurora Arnáiz, Luisa Carnés, Max Aub, Juan Ramón Jiménez, Ignacio Bolívar, Rafael Méndez, Guillermina Medrano, José Cuatrecasas, Carmen Caamaño, Paquita Sanchis o Justa Freire, entre otros muchos.

La historiografía española ha avanzado notablemente en los últimos años en el estudio de la represión franquista gracias a la apertura de nuevos archivos y a la renovación de la ciencia histórica. Afortunadamente se sabe muchísimo sobre el funcionamiento del sistema represivo, así como de las víctimas que sufrieron la violencia del Estado franquista mediante el aparato legislativo, jurídico y policial. Se sabe menos, aunque se está estudiando, sobre los victimarios, los que ejercieron esa represión y se beneficiaron de todas las prebendas de la “Victoria”. Por tanto después de años de estudio y de investigación sobre el periodo franquista no se puede tolerar que un representante político afirme desde el Congreso tales barbaridades y mentiras. Es intolerable y ofensivo. Y creo que debería tener una sanción interna del Parlamento y de la Ley de Memoria Democrática. Hace poco escribía sobre los peligros de tolerar las manifestaciones fascistas en nuestras calles y, obviamente, estas declaraciones sólo las jalean.

El diputado Mariscal Zabala militó en el Partido Popular y trabajó de asistente en la campaña electoral a la alcaldía de Madrid de Esperanza Aguirre, la condesa consorte de Bornos, otra experta acrisolada en franquismo a tenor de los disparates que emite sobre la historia de España del siglo XX.  También he leído que el diputado Mariscal ha intervenido pocas veces en lo que llevamos de legislatura y que sólo es vocal de la Comisión Mixta de Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades, así que le recomiendo que aproveche su tiempo leyendo más y recuperando el tiempo perdido de lo que no aprendió en su etapa estudiantil. Así igual no vuelve a hacer el ridículo y no nos ofrece el bochornoso espectáculo de elogiar la dictadura de Franco. Y, por favor, que los jóvenes no aprendan en las redes del material averiado que circula, donde se afirman sandeces tales como: “mejor el franquismo que el sanchismo”.

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