Falso heroísmo
Se ha escrito muchísimo sobre el heroísmo. Tal parece que no hay nación que no exhiba una imponente galería de héroes y, por supuesto, memorables fechas heroicas. Incluso, aquellos que no tienen ni una cosa ni la otra, las inventan para darse una identidad. Por ejemplo, la España que se integró a sí misma con el descubrimiento de América (el encuentro de ambos mundos, o como quiera llamársele); o la gesta independentista de América y su inmenso elenco de próceres. De esto sabemos muy bien los venezolanos, porque después de la famosísima novela de Eduardo Blanco, con un título redundante, con el que crecimos desde el colegio y la escuela (vale decir, cubriendo todas las clases sociales), no sólo somos unos enanos ante tamaña historia, sino que esta vida no alcanzará tampoco para pagarle a aquellos adalides de la guerra: Venezuela heroica.
Por ello, es obvio pensar que hay una correlación entre el heroísmo y la deuda contraída con los beneficiarios de las hazañas, aún los más indirectos, como nosotros. Es cierto, estamos en el deber de tributarles consideración y respeto a quienes lo dieron todo por la patria, pero también caemos en cuenta que ella, la patria, la seguimos haciendo todos, siempre se tiene una historia inconclusa por definición. Y, agrego: la deuda es asumida como eterna, nunca se amortizará al capital ni a los intereses, y estamos quedando hipotecados, alienados y sojuzgados por gente que, valga el detalle, tiene más de uno o doscientos siglos de muerta.
Está bien, vamos madurando como pueblo y asumiendo el asunto con las correcciones del caso, aunque queda esa cultura de lo heroico en la vida política de los días que corren, grandilocuente, fantástica, donde cada quien le pone lo suyo. Esto vale para el oficialismo, que se ha hecho de los recursos simbólicos del Estado, pero también para la oposición, que naturalmente desarrolla su propia simbología en torno a las libertades por las cuales lucha.
Llama la atención que, por estos 25 años de una formidable e incansable resistencia cívica frente al socialismo del siglo XXI, con testimonio de luchadores admirables y ejemplares, haya quienes en la oposición inventen hazañas extraordinarias, proezas gigantescas, y, en fin, actos heroicos de los que, en su momento, nunca se supo. Como todo venezolano amante de la democracia que se precie, desde cualquier tribuna sea el parlamento o la calle, hemos contribuido al esfuerzo pacífico por defender la Constitución y la constitucionalidad, pero ha sorprendido en algunos casos que distintas voces literalmente inventen acontecimientos que los tuvieron como protagonistas. Y este recurso de captación de incautos, evidentemente, tiene varios componentes. Entre estos, un ego indócil, exagerado y temerario, la ingenuidad de una audiencia que cree en el fondo que la política es, por entero, un espectáculo, el olvido y la ignorancia con relación a todo lo que nos ha ocurrido. Pero el resultado es crear una deuda moral de los más incautos con el supuesto líder que inventa sus hazañas y, simplemente, nadie recuerda ni siquiera que haya protestado, dicho o escrito algo en los momentos más duros y difíciles de estas décadas.
Hoy día la manipulación mediática puede contribuir al falso heroísmo, que lo podemos determinar con las acciones y resultados, y no solamente con lo que se habla y se dice en las plataformas digitales, pero depende también de que alcancemos la suficiente curiosidad y reflexión crítica, y seamos capaces de observar con ojos humanos a aquellos que llamamos héroes o villanos, y así desarrollar un verdadero criterio para escoger líderes que tengan la verdadera capacidad de conducirnos para retomar el camino democrático que tanto añoramos.
@freddtyamarcano
La entrada Falso heroísmo se publicó primero en EL NACIONAL.