Pasión y muerte de Juan de la Cruz
Llegaba Juan enfermo a Úbeda. Era a finales de septiembre. Unas fiebres y una hinchazón en el pie, tal vez por una herida mal curada, iban lacerando en secreto aquel cuerpo menudo de niño raquítico de Castilla. El trayecto hasta La Peñuela había sido especialmente amargo. Juan cruzaba la península ya en un camino sin retorno. A lomos de una mula, con un hábito viejo y un zurrón que contenía la Biblia, un trozo de pan duro y un pellejo de tocino, Juan iba repitiéndose los versos de las 'Canciones de la esposa' mientras atravesaba los caminos: «ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré por fuertes y fronteras». En el Capítulo de la Orden de junio de... Ver Más