La caída de un dictador
La caída de Bashar al Asad resultó inesperada, tanto que ni él mismo la previó, y tuvo que pedir ayuda a Rusia para escapar con su familia. Este hecho marca el fin de una dictadura de más de 50 años, cuyas consecuencias, aunque inciertas, serán considerables tanto en el Medio Oriente como en el ámbito geopolítico.
Es el resultado de una serie de circunstancias que tuvieron un letal efecto dominó: la invasión de Rusia a Ucrania mermó las capacidades de apoyo de un aliado estratégico; las medidas tomadas por Israel, junto con el descabezamiento de los líderes de Hezbolá y otros grupos extremistas que lo respaldaban; y la pésima situación económica, que ha llevado al 90 % de la población a vivir en pobreza extrema, aunada a una inflación de tres dígitos, fortalecieron a las fuerzas rebeldes encabezadas por el grupo HTS (Hayat Tahrir al Sham), con vínculos históricos con Al Qaeda.
Se trata del fin de un régimen cuyo colapso tiene consecuencias regionales y geopolíticas, siendo Irán uno de los países más afectados, al perder su puente hacia su aliado extremista más importante, Hezbolá, así como hacia otros grupos subversivos.
En el caso de Turquía, surgen preocupaciones sobre cómo esto podría afectar a la población kurdo-siria, ubicada en un territorio controlado por Estados Unidos, una zona estratégica debido a los yacimientos petroleros sirios. Israel, por su parte, aprovechó el caos para bombardear fábricas de armas químicas y evitar que estas cayeran bajo el control de grupos extremistas.
En términos geopolíticos, otro gran perdedor es Rusia, debilitada por la prolongada guerra contra Ucrania, las sanciones y la posible pérdida de bases militares en Siria, algunas de ellas estratégicas por su salida al Mediterráneo.
Mientras tanto, Estados Unidos, que atraviesa un cambio de administración, mantiene un perfil estratégico bajo, aunque este será, sin duda, uno de los temas prioritarios para el próximo gobierno.
Por ahora, reina la incertidumbre, y resulta difícil prever con certeza la magnitud de lo sucedido y su potencial impacto en el Medio Oriente. Algunos incluso establecen un paralelismo con la caída del Muro de Berlín. Aunque no considero que tenga esa magnitud, tampoco se pueden prever con claridad las dimensiones de sus efectos.
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