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Exhibición del Betis Baloncesto en una mañana plácida y sin réplica (89-59)

Abc.es 
No hay mejor analgésico para el dolor de cabeza de una derrota que una victoria arrolladora como la rubricada por un enérgico Real Betis Baloncesto ante el Real Valladolid. Se abanicaron los verdiblancos, que ni dieron tregua ni tampoco encontraron oposición para sumar su noveno triunfo de la temporada, mantener su condición de invicto en San Pablo y recargar, porque falta hacía tras el revés sufrido el martes en Santiago de Compostela, la pila de la confianza. Ninguna derrota fisura por ahora la moral del Betis, que pasó por encima de los pucelanos en un cómodo y autoritario triunfo que resume la contundencia de los datos. Los verdiblancos capturaron 20 rebotes más que su rival (41/21), repartieron 24 asistencias y reunieron 125 créditos de valoración por los apenas 40 de su rival. Sacó el Betis el mazo y minimizó a su adversario . Hughes, con 20 puntos y 30 de valoración, sobresalió junto a Radoncic en una matinal feliz que solo tuvo, en clave bética, una nota negativa: la lesión de Cvetkovic por una torcedura de tobillo. No hubo ni rastro del Valladolid que había ganado de manera consecutiva sus tres últimas salidas. El partido no tardó en destripar sus claves y la dirección que tomaría, la del Betis Baloncesto en velocidad de crucero hacia la victoria. Apenas sufrió en el cuarto de apertura en el rebote defensivo hasta que el Valladolid, inocuo, dejó también de morder en esa faceta. La virtud de los verdiblancos fue aplicarse desde el inicio, con la debida tensión defensiva y un sentido del juego colectivo en ataque que primero explotó la vía del bloqueo directo con los pívots hasta que la defensa pucelana cantó y demostró ser de la consistencia del hojaldre. Un triple de Hughes abrió la primera brecha (17-8), Cvetkovic puso el 20-10 desde el tiro libre y la mejor jugada del cuarto fue la última, invalidada: el rebote de un triple errado por Cvetkovic lo cazó Pablo Marín, que abrió al perímetro para que descargase el tiro Kasibabu. El balón lo absorbió la canasta, pero los árbitros determinaron que fuera de tiempo. Con 25-16, Benite al fin anotaba tras rebote ofensivo, penetración y suave bandeja marcando los tiempos. El Betis iba sobre ruedas, manejando todas las suertes del ataque y en defensa, sufriendo poco ante un desordenado Valladolid que no dejaba de hacer cambios sin que el motor arrancara. Estaba gripado. A un triple de De la Fuente respondía con la misma medicina Rubén López (31-19) en un partido que aceleraba el ritmo y también el goteo de canastas. La defensa pucelana era ya un queso gruyer: agujeros por todos sitios. Muchos desajustes, desatenciones y ausencias de ayudas que explotaba el Betis moviendo el balón, encontrando al hombre liberado y haciendo caja. Una y otra vez, en cada ataque. Con 33-21, Lolo Encinas paró el partido. Tras esa pausa, Cvetkovic se torció el tobillo izquierdo en un mal apoyo tras doblar el balón hacia afuera . Gritos de dolor del serbio, que no podía pisar y necesitó la ayuda de sus compañeros para poder salir de la pista. Se quedó atrás del banquillo hasta el descanso, sereno pero preocupado. Ni siquiera eso distorsionó al Betis, que ampliaba a quince (36-21) ante un Valladolid inofensivo, sin ideas, desorientado. Entró en colapso y no metía nada frente a un Betis en las antípodas que repetía una y otra vez bajo el aro (38-21). Hughes estaba jugando con el frac, sumando en silencio. El Betis ya flirteaba con las dos decenas (44-25). A esas alturas del metraje, con más de medio partido por delante, la matinal se resumía en el contraste de los números: Hughes valoraba más (18) que todo el Valladolid (17) . Secos desde el perímetros, los visitantes fondeaban sin que el Betis, esa sensación daba realmente, tuviera que estrujarse la sesera táctica ni apretar al máximo el acelerador. Radoncic , desde el libre, ponía los 20 (45-25) mientras el Valladolid seguía gastando balas perimetrales (2/14). Al descanso, 49-25, con los de Gonzalo García dominando con tiranía todos los registros: acumulaba nueve rebotes más, había repartido ya doce asistencias, sumado quince puntos desde el tiro libre y clavaba un 50% en el tiro de campo (15/30). Con un tiro libre que inauguró el tercer cuarto, DeBisschop doblaba otra vez la diferencia (50-25) . Con 20 minutos por delante, mucho tendría que complicarse la vida el Betis para no sumar la novena victoria. Sin restarle méritos a los verdiblancos, de lo más concentrados, la defensa vallisoletana, de tan esponjosa, parecía en huelga. No se puede jugar en la élite con esa intensidad. Con excesiva facilidad maniobraba el Betis, que agradecía la ayuda y anotaba o rascaba faltas de tiro. Una conexión entre Rubén López y De Bisschop , con pase picado del primero y mate del segundo, subió otro peldaño más la diferencia, hasta los 31 (60-29). El Valladolid pedía tiempo muerto, mas el equipo blanquivioleta llevaba en la lona muchos minutos. Sin aire, sin pulso. Ausente Cvetkovic, Pablo Marín aumentó su cuota de minutos y Radoncic se desplazó al tres con Rubén López en el cuatro. Con el marcador roto, el tercer cuarto parecía ya el último . Y el Betis seguía poniendo más nervio, físico, defensa, hambre y deseo que el Valladolid. Bajó el flujo anotador, pero el tercer parcial también se lo apuntó: 19-16 para el 68-41. Hughes alcanzaba los 20 puntos con un triple tras regalo con lazo, en forma de asistencia, la quinta en su casillero, de Radoncic (74-27). El montenegrino, de ahí al banco, reunía además once puntos y ocho rebotes. Benite devolvía los 30 (77-47) en otro acelerón del Betis, que no se conformaba y seguía haciendo sangre. Con 79-47, a falta de cinco minutos, el Valladolid visitó por segunda vez en el choque la línea del tiro libre. El Betis, entonces, sumaba 28 intentos desde el 4,60. Una diferencia abrumadora como la que hubo en todos los parámetros de un encuentro que el Betis Baloncesto resolvió sin pestañear ni sufrir, trabajando en todo momento y también divirtiéndose, explayándose ante un rival de brazos caídos (86-50, tras canasta de Kulishenko) . Benite sonreía tras clavar un triple con la bocina de la posesión tronando (89-52) cuando se apuraban los últimos segundos de un partido que revalidó la autoridad con la que los béticos se manejan en su cancha.

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