Los jóvenes no saben votar (o inserte su otro estereotipo favorito aquí)
¿Cuántos mayores van por ahí diciendo que las nuevas generaciones están perdidas, son egoístas, frívolas, vagas, sin valores? ¿Cuántos mensajes autocomplacientes respecto a los jóvenes escuchamos a diario? Y claro, las percepciones distorsionadas de los jóvenes a veces terminan creando profecías autocumplidas: ¿para qué molestarse en intentarlo cuando te dicen que eres un fracaso, que todo lo haces mal?
Escribe Alana S. Portero en ‘La mala costumbre’ que el mayor hurto a los padres de clase obrera es la del tiempo. Cuántos chicos o chicas han nacido en un mundo sin padres entre semana, con la suerte de llegar a tiempo para “buenas noches” fugaces. Muchos de esos padres dirán, y con razón, que el trabajo les deja tan exhaustos que se cuidan y se hablan con sus hijos como buenamente pueden, que es entre cansancios. Y también con razón, muchos profesores dirán que su tarea no es educar a los chavales más allá de las clases, que eso debe de hacerse en cada casa. Y ahora es cuando entraría algún experto en la sala y culparía a las redes sociales de las terribles autoeducaciones modernas. Pero como esta es mi columna voy a dejar al experto en cuestión fuera de la habitación con sus análisis reduccionistas.
Recientemente me enteré de que se denomina efebifobia o efebofobia el miedo a los adolescentes o jóvenes, una fobia cimentada en estereotipos sociales y culturales. ¿Cuántas personas de vuestro entorno podrían encajar en esta definición? ¿Cuántos mayores van por ahí diciendo que las nuevas generaciones están perdidas, son egoístas, frívolas, vagas, sin valores? ¿Cuántos mensajes autocomplacientes respecto a los jóvenes escuchamos a diario? Y claro, las percepciones distorsionadas de los jóvenes a veces terminan creando profecías autocumplidas: ¿para qué molestarse en intentarlo cuando te dicen que eres un fracaso, que todo lo haces mal?
Entre las cosas que hacen mal los jóvenes de hoy en día está lo de votar. Esta semana un par de encuestas han venido a destacar que VOX no deja de subir entre los miembros de la generación Z. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? Se preguntan muchos alarmados. Supongo que si muchas decisiones políticas, o la ausencia de soluciones políticas, van en contra de los jóvenes (alquileres prohibitivos, imposibilidad de emancipación, desajuste de las cuantías de las becas con el coste de vida, altísima tasa de paro juvenil, precariedad salarial, imposibilidad de acceso a tratamientos de salud mental), no debería sorprendernos que estén perdiendo la fe en la política.
Esta semana también conocimos el resultado del estudio Del mitin al alquiler: la juventud española ante las políticas de vivienda, realizado por la plataforma Talento para el Futuro. Dice este estudio que el 63% de los jóvenes encuestados cree que los políticos no comprenden la complejidad de la problemática de la vivienda. Poco me parece, la verdad. No creo que muchos políticos se hayan dado un paseo reciente por Idealista para comprender la complejidad de la situación. No creo que muchos políticos sean conscientes de la frustración que genera compartir piso por 500 euros al mes porque vivir solo es una opción inexistente, o directamente ni siquiera es una opción compartir.
Parece que los jóvenes están votando por fuerzas que les dicen cómo preservar lo que tienen, a riesgo de perder algunos de sus ideales. Influir en el voto de los jóvenes es fundamentalmente un juego de comunicación. Y si la ultraderecha es quien mejor se está comunicando con ellos, en sus medios, en sus entornos, en sus canales, con su jerga, con su indignación, con sus frustraciones, con sus desilusiones, sin duda ganarán el juego. Por desgracia ya lo están haciendo.