Soluciones distintas a los viejos problemas
A lo mejor el mundo cambió; yo no lo creo. A lo mejor es cierto que la democracia liberal como sistema ya dio lo que tenía que dar y ahora debemos conformarnos con presidencias fuertes a las que no les importe pasar por encima de la ley porque representan “al pueblo”. No me lo parece. A lo mejor la economía de libre mercado ya agotó su vitalidad y ahora lo que funciona es la “economía moral”, una mezcla de centralismo y de keynesismo. Dicen que los derechos humanos ya poco importan, como lo demuestra la ratificación de la señora Piedra, y que lo que ahora rige es el “humanismo mexicano” de masacres y desaparecidos. Que la transparencia ya no sirve porque se puede vivir bien en la opacidad del yo mismo me investigo. Que mentir es ahora la norma. Eso afirman, pero yo no lo creo.
Creo más bien que el populismo es un paréntesis. Un reacomodo. Las fórmulas económicas y sociales que está llevando a cabo el gobierno de “la transformación” no van a sacar a México de la pobreza y la desigualdad. En algún momento la gente se va a hartar de sus malos resultados. De la refinería que no refina. Del tren que no termina de arrancar. Del aeropuerto que nadie quiere usar. Tres elefantes blancos que López Obrador creyó que funcionarían como detonadores económicos. Puso en marcha sus ocurrencias porque se creía visionario y genial y el genio no necesita que se le ratifique con estudios de sustentabilidad económica o de impacto ambiental. No hubo nadie dentro de su gobierno que le hiciera ver que los proyectos emblemáticos se convertirían en nuevos problemas que vendrían a sumarse a los problemas ancestrales. Hasta ahora, terminado el gobierno de López Obrador y comenzado el de Claudia Sheinbaum, los tres proyectos centrales del gobierno populista siguen absorbiendo dinero sin que se vislumbre cuándo se volverán productivos. ¿Cuándo? Quizá nunca. La selva cubrirá los rieles. El agua inundará la refinería. Acudirá más gente al Museo del mamut que al aeropuerto adjunto. ¿Y estas ruinas que ves? Es México.
Claro que no basta que la economía tenga un crecimiento mediocre, se requiere una crisis severa. No basta la inseguridad reinante de los ochenta y cinco mexicanos muertos todos los días, hace falta un hecho atroz, como la desaparición de los 43 muchachos en Iguala. Ya vimos que no basta (sorprendentemente vimos que no basta) que mueran ochocientos mil mexicanos por una pandemia mal atendida. No bastan esos factores, que pueden o no ocurrir, si no hay una oferta mejor en el mercado de la política nacional. Sin una oposición mínimamente viable, Morena seguirá en caballo de hacienda.
Se ve muy difícil que esa oferta llegue de los partidos de oposición, que encontraron la forma de que sus dirigentes sigan ganando en poder y recursos aunque sus partidos pierdan las elecciones. Su papel, en estos primeros meses de gobierno, ha sido totalmente reactivo. Su papel se reduce a respingar. No proponen caminos alternativos, ni exhiben ideas y rumbos nuevos; se van a dedicar en los años que vienen a administrar su derrota y a apostarle al desgaste del gobierno. No se puede confiar en ellos. No parece tampoco muy prometedor el arranque del Frente Cívico, ni fue recibido con entusiasmo alguno el anuncio de Xóchitl Gálvez de crear su propio partido, ni parece que la ultraderecha de Verástegui vaya a levantar vuelo. Las opciones, las ideas nuevas, la revitalización del liberalismo tienen que surgir de la sociedad, de las universidades, de los diarios y revistas que se dedican a pensar, de asociaciones libres y círculos de estudio.
La “cuarta transformación” fue un engaño. No terminaron con la corrupción. No separaron el poder económico del político. Hemos dado pasos atrás en seguridad, educación, energía y salud. No basta con señalar los yerros. Es necesaria una nueva visión del país. No se trata de proponer una vuelta al pasado. Eso ya no va a regresar. El liberalismo que venga debe contener un fuerte contenido social y de comunidad, debe ser incluyente y tolerante, abierto al uso de las nuevas tecnologías y a las energías limpias. Si el gobierno de Morena ha sido mediocre en muchas áreas, no debe ser difícil formular alternativas originales y nuevas.
Nada dura por siempre. Morena ha dado muestras de sus divisiones y pugnas internas. El exterior nos será muy adverso si no organizamos bien la defensa ante el trumpismo que viene. Se aproxima a gran velocidad un futuro semejante a los rápidos en los ríos. Un periodo turbulento en el que el gobierno estará a la defensiva y la oposición pasmada, un periodo complejo del que pueden salir auténticas alternativas. Pensar todo de nuevo con un enfoque diferente. Los periodos de crisis en el pasado han sido también tiempos de soluciones distintas a los viejos problemas. En un mundo cada vez más complejo, la opción liberal debe reinventarse. Es el momento.