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Mirotic salvó la pañolada del Palau

Como los del baloncesto juegan cada 48 horas, al Barça se le acumulan la desgracias de dos en dos y casi no hay tiempo de analizar el drama con perspectiva. Tras la derrota vergonzosa en Zaragoza, encajando 108 puntos, la debacle en el Palau ante Olimpia Milano parece ya muy antigua. Pero el pasado viernes, pasó algo significativo en el templo culé. Por primera vez en años, la afición (que es lo mejor que le queda a esta sección) despidió al equipo con pañuelos blancos y pitidos. A falta de un minuto para el final y a punto de consumarse lo nunca visto, como era la tercera derrota consecutiva en casa en Euroliga (París, Real Madrid y Milan), parte de la afición estalló. Y con razón. Pero justo en ese momento, Messina, el entrenador rival, hizo algo que, sin pretenderlo, pacificó el ambiente. Sentó a Niko Mirotic y la exestrella del Barça, que acababa de meter 19 puntos, se fue ovacionado con el público puesto en pie… y el montenegrino no dejó de saludar, emocionado, hasta el final del encuentro y más allá. Hasta el punto que se quedó solo en la pista, saludando a los Dracs y al público agradecido al último gran líder que tuvo el equipo. Esos 20 pañuelos volvieron al bolsillo de los culés que ya han perdido la paciencia con un equipo que no defiende nada, con presuntas estrellas que solo miran sus números individuales y con una plantilla que ni vive los partidos en el banquillo, ni parece creer en el entrenador. Y hoy llega Jasikevicius con el Fenerbahce al Palau. Otro mito despedido de mala manera tras ganar la ACB. Si el pecado de echar a Messi salió carísimo, la patada a un gran entrenador como Jasikevicius es el tremendo error de gestión deportiva que debería costarle el cargo a Navarro y a Cubells.

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