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Sin protestas en las calles: advierten por el riesgo de una implosión invisible

La Argentina transita un diciembre atípico. A diferencias de otros años, la idea de explosión o conflictividad social no está presente en el imaginario colectivo de final de año y desde el Gobierno transmiten un mensaje inequívoco: la mejora económica empieza a sentirse en una reducción paulatina de la pobreza, la protesta callejera quedó atrás y se espera un 2025 con una mejora en los sectores vulnerables.

En la radiografía inicial de balance de lucha contra la pobreza se observó un incremento interanual del 44,7% al 49,9% de la pobreza entre el tercer trimestre de 2023 y 2024. Pero en la Casa Rosada advierten que en el cuarto trimestre hubo un nivel de pobreza del 49,4% que fue bajando en octubre al orden del 44% y la tendencia sería a la baja.

La receta que impuso el presidente Javier Milei a través de su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, es lineal: aumento de fondos en dos planes sociales pilares de la Argentina como son la AUH y la Tarjeta Alimentar, eliminación de intermediarios de programas sociales, instrumentación del protocolo anti-piquetes y una lucha fuerte contra la inflación.

En la práctica esto generó una desmovilización en las calles y un clima de diciembre que no es el de la sensación de estallido social o violencia callejera de otros años a pesar del fuerte ajuste que hubo en la economía en términos de recortes en el Estado, aumento de tarifas y pérdidas de empleo.

Paradójicamente se percibe en los barrios populares una situación de lo que muchos analistas llaman "implosión social". Esto es: el malestar social se canaliza hacia adentro de los barrios pobres, en la familia, el grupo de amigos o en el incremento de daños psicológicos por la falta de trabajo, comida o la ausencia de una salida clara de la pobreza. La protesta callejera o la necesidad de canalizar la protesta se trasladó hacia adentro y no hacia afuera. Lo que no llega a la calle queda adentro de las casas, pero no se percibe por el ciudadano de clase media.

El Ministerio de Capital Humano acaba de terminar un informe de balance del primer año de Milei titulado "Hitos de la gestión" del 2024 en el que destaca que desde la llegada del Presidente libertario al Gobierno se aumentó 137% el monto de la Tarjeta Alimentar llegando a 4,5 millones de personas y la AUH duplicó su valor. Son los dos planes pilares del Gobierno que superaron ampliamente la inflación anual para inyectar fondos directos a los sectores más vulnerables.

En paralelo se destaca el esquema de eliminación de intermediarios de los movimientos sociales para desactivar los piquetes. Hubo, según el informe de Capital Humano, 1800 denuncias de "coacción agravada" donde había extorsiones de intermediarios que obligaban a los beneficiarios de planes a ir a las marchas y se eliminaron cientos de comedores escolares que tenían irregularidades. Así se destaca que las escuelas vulnerables recibieron 2.630.418 kilos de alimentos y ahora el 93,5% de la ayuda alimentaria va de manera directa. Todo ello redundó en un ahorro de u$s 189 millones por los mecanismos de control aplicados, dice el documento.

El Ministerio de Capital Humano destaca que "a lo largo de este año trabajamos sobre cuatro pilares fundamentales: alcanzar el crecimiento económico, optimizar los recursos del Estado para lograr una mayor eficiencia, eliminar a los gerentes de la pobreza y combatir la corrupción". Fue, como dice Pettovello, un "cambio de las reglas del juego. Vinimos a actuar. Sabemos que la corrupción no es un accidente, sino el resultado inevitable de un Estado gigante, opaco y descontrolado".

Qué dice la UCA sobre la pobreza: el impacto en los barrios

No obstante, el último informe del Observatorio Social de la UCA revela que la tasa de inseguridad alimentaria ascendió en 2024: 28% de la población vive en hogares en condiciones de inseguridad alimentaria, y el 12,6% en hogares en inseguridad alimentaria severa. La situación de inseguridad alimentaria severa en los hogares experimentó un incremento sostenido entre los hogares de estratos bajos y con un fuerte incremento en 2024 entre los de estratos muy bajos. Esto se traduce en lo que Agustín Salvia de la UCA denomina la "pobreza más dura" que "dejará secuelas en los niños muy fuerte".

El sacerdote que trabaja en la Villa La Carcova, Andrés Benítez al igual que muchos analistas sociales llama esta fotografía de violencia intrafamiliar o inter barrial una "situación de implosión social". Alineado con el Papa Francisco, este sacerdote que cada vez se ve más casos en los barrios carenciados de peleas en las familias, violencia de género y un fuerte malestar creciente por la falta de alimentos.

Es extraño ya que el mismo informe de la UCA reveló que la cobertura de los programas sociales de transferencia de ingresos y asistencia alimentaria directa se incrementó a lo largo de las últimas dos décadas, con particular focalización entre los estratos de nivel socioeconómico muy bajo y bajo, pero incluyendo también en los últimos años a sectores de estratos medios bajos. En la Argentina urbana actual: el 35% de los hogares reciben asistencia económica directa o indirecta por parte del Estado Nacional, provincial o municipal.

Pero las brechas de desigualdad en el malestar psicológico también son notorias entre las personas adultas según su condición de pobreza. La UCA destaca que entre 2023-2024 el impacto negativo en la salud mental fue mayor entre los pobres: 45% de la población en situación de indigencia registra síntomas altos de ansiedad y depresión, y casi el 37% entre los pobres no indigentes. En 2024, el 30% de los indigentes declara no tener un proyecto de vida más allá del día a día. Este porcentaje disminuye a 18% de los entrevistados pobres no indigentes y a 15% de los no pobres

Salvia mencionó que "ha habido un fondo de reserva económico en clases medias y medias bajas y fondo de reserva social que ha hecho que buena parte del ajuste lo cubran esos sectores". Y eso sin duda ha resentido la capacidad de consumo y la capacidad de ahorro en los sectores más bajos, lo que ha implicado un mayor sufrimiento económico y social y psicosocial.

Daniel Arroyo, el exministro de Desarrollo Social de Alberto Fernández y actual diputado de UP, coincide con la apreciación de una situación de "implosión social" creciente en la Argentina. Lo ratifica en sus recorridas por las villas donde observa un aumento de situaciones de violencia interna y un incremento en el consumo de drogas de los jóvenes.

"En la Argentina hay fenómenos de implosión social, no de explosión. Efectivamente hay reclamos, hay protestas, pero en esencia lo que hay es mucha gente que revienta para adentro, que no le alcanza, que no llega, que la pasa mal, que está agobiado, y eso se traduce en violencia rápidamente", dijo Arroyo. 

Para el exfuncionario "no hay explosión por varias razones. Uno, pues una sociedad metida para adentro. Dos, porque no hay ningún tipo de representación. La sociedad no le cree nada a la política, siente que la política no vive la vida cotidiana. Y además porque es una sociedad que en términos generales quiere que al Gobierno le vaya bien. No porque crea en este camino, sino porque es una sociedad sana, que quiere que a su familia las cosas les funcionen y por tanto quiere que al Gobierno le vaya bien".

En esta misma línea de análisis, el exdiputado de Lilita Carrio, Héctor "Toty" Flores, que actualmente es concejal en La Matanza y trabaja en el barrio La Juanita, dijo que "la situación social hoy está muy muy comprometida, fundamentalmente en los sectores más empobrecidos que estaban contenidos por los comedores y la ayuda social". Remarcó así que en muchos comedores que eran abastecidos por el Gobierno nacional hoy no está llegando alimentos y solamente tienen aquellos que cuentan con ayuda del municipio.

Flores suscribe a la idea de una situación de "implosión social" en los barrios humildes del conurbano y le añade un elemento central: con la crisis muy fuerte de los sectores medios se terminaron las changas para los sectores más pobres y entonces quedan solamente los programas sociales". Esto se traduce, según Flores, en situaciones de calle donde ya no se pide dinero sino un paquete de fideos o arroz porque evidentemente la situación es "dramática y muy parecida al 2001, pero con la agravante de que en el 2001 había una clase media que más o menos podía contener a estos sectores más pobres".

Todo redunda en lo que el exdiputado de la Coalición Cívica llama "un combo explosivo" sin marchas, ni movilizaciones o saqueos pero donde "un fósforo puede prender fuego todo".

Ya no se percibe un diciembre de violencia en las calles, piquetes permanentes o situaciones de tensión social de final de año. Pero esto no implica que la situación de pobreza haya mejorado. Más bien asemeja una olla en ebullición que no se sabe si en algún momento explotará o si finalmente se apagará con las medidas de reactivación económica que propone el Gobierno nacional.

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