La economía que deja Milei: signos de estabilidad con un consumo que no despega
El año se inició con una perspectiva negra para las empresas. Durante los primeros meses la inflación y la incertidumbre económica marcaron el clima tanto para los negocios como para el consumo interno. Así, la demanda en el segmento de masivos se freezó, a la espera de un ordenamiento en los precios, y el primer cuatrimestre de 2024 marcó derrumbes históricos. Sin embargo, según las consultoras del sector el piso se tocó entre abril y mayo, en términos de volúmenes. A partir de allí, en la comparación mes contra mes, la tendencia negativa comenzó a desacelerarse muy gradualmente, atado a la expectativa de que el IPC seguiría en ese camino.
De esta manera, el año cierra con signos de recuperación mes contra mes, a pesar de que todavía, comparado con 2023, los derrumbes son a dos dígitos en el consumo. Es que, sumado a la recesión de este año, la base de comparación no colabora para que 2024 termine con alguna cifra en verde. Ahora, de cara a 2025, se espera que continúe la recuperación gradual, a medida que los salarios acorten, aunque sea un poco, la brecha con el costo de vida.
Ante ese escenario, las empresas son optimistas frente al 2025, con nuevas estrategias que deben adaptarse a un nuevo contexto, en el que la inflación podría dejar de ser un tema central. Entonces, el consumo deberá encontrar una dinámica en la que dejará de haber anabólicos a la demanda, tanto por parte del Estado como por parte de las propias compañías del sector.
A su vez, en lo que respecta al gasto, el consumo interno -el turismo, los bienes durables y los masivos- deberá pasar a "competir" contra el ahorro e inversiones a mediano y largo plazo, de la mano del repunte de los créditos hipotecarios y prendarios por caso. "La reaparición del crédito dinamiza algunos sectores. Los créditos personales hicieron que los pequeños electrodomésticos tengan variaciones positivas. Lo mismo sucedió con el patentamiento de motos y los autos", expresa José María Segura, economista y socio de PwC.
Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra, explica que la consultora revisó la proyección de 2024 al alza. "Pasamos de una caída del 3 por ciento a una caída del 2,5 por ciento en el PBI", sostiene, a partir de los indicadores de septiembre. "El tercer trimestre fue muy bueno y anotó una suba de 3,4 por ciento trimestral en la actividad, y ese es un muy buen dato, ya que el piso se tocó en abril", resume la especialista. Para ella, lejos de ser una recuperación en forma de v corta, la tendencia muestra una caída más leve de lo que se preveía, y la recuperación está siendo buena, volviendo a los niveles de 2023, considera Giorgio.
Sin embargo, la recuperación no es homogénea dentro de los diferentes sectores de la economía, alerta la economista de Equilibra, ya que industrias como el agro y la minería crecen entre un 10 un 15 por ciento frente a noviembre de 2023, mientras que otros, como la construcción y el consumo se derrumban en torno al 15 y el 20 por ciento versus el mismo mes del año pasado.
Al analizar el consumo privado, Equilibra también percibe una fuerte disparidad. "Los rubros vinculados a los bienes durables están repuntando fuertemente, sobre todo la compra de autos y de inmuebles, y lo vinculado a los productos de consumo masivo todavía está muy por debajo de sus niveles del onceavo mes de 2023", señala. En esa línea, la especialista vincula la merma en el consumo a la baja en los niveles del poder adquisitivo en los salarios informales y públicos, que fueron los que más sufrieron en este 2024, y toda la masa de ingresos reales, incluidas las jubilaciones.
Segura, de PwC, afirma que la microeconomía se vio impactada por el proceso de estabilización macro, y eso implicó también modificaciones en los precios relativos. "Además, la fuerte caída de la inflación y la recuperación de los salarios fue recomponiendo el poder de compra, que al principio del año se había visto muy impactado, sobre todo en el consumo", resume el especialista.
Principalmente, el economista de PwC asegura que esto tiene que ver con la recomposición del salario en dólares, ya que en pesos todavía esta recuperación no se percibe al mismo ritmo. De todas maneras, Segura avisa que la recuperación en el consumo es heterogénea. "Empezaron a recuperarse algunos sectores que venían con caídas muy fuertes, como alimentos y bebidas, los rubros más básicos. En cambio, el tabaco, por ejemplo, sigue muy bajo", sostiene. En ese sentido, el representante del PwC suma que en la industria de alimentos la capacidad instalada está por debajo de los niveles históricos, pero logró recuperarse.
Leonardo Alaniz, director comercial de la consultora Scentia, especializada en consumo masivo, aclara que, si bien empieza a verse una pequeña recuperación en la demanda intermensual, el total anual acumula fuertes caídas. De esta manera, 2024 terminaría con una variación negativa de entre el 15 y el 20 por ciento en volúmenes, en el segmento del consumo masivo empaquetado. "La recuperación tiene variaciones mínimas, es un ritmo parecido al del poder adquisitivo, son positivas en el corto plazo, pero son marginales respecto de la gran brecha que se generó entre fin del año pasado y el comienzo de este", aclara Alaniz.
Por su parte, la variación del tipo de cambio también fue un factor clave para explicar el comportamiento dispar en distintos sectores a lo largo del año, como fue el caso del turismo y el agro. "En el sector del turismo receptivo los primeros meses del año fueron positivos, luego con el tipo de cambio subiendo esto empezó a disminuir", explica Segura.
Recuperación gradual
"En 2025 se verá una economía más sana. En general, escuchamos de los clientes una sensación positiva. Pese a que sus volúmenes están complicados son optimistas. No van a recuperar el volumen de los últimos años, pero el mercado comenzará a moverse lentamente hacia adelante", estima Alaniz a partir del clima que se percibe entre las empresas de consumo masivo, tanto retailers como firmas de la industria proveedora.
Asimismo, el representante de Scentia afirma que desde el sector del consumo las compañías tienen claro que las herramientas utilizadas para mantener sus volúmenes están cambiando. "Ahora la forma de trabajar en consumo masivo vuelve a ser back to basics, con distribución, ejecución, y con un surtido y precios correctos. Las promociones no van a dejar de existir, pero probablemente baje la intensidad o la frecuencia", cree Alaniz.
Para Alaniz, 2025 podría comenzar a registrar un cambio en la pendiente en el consumo masivo ya que la base de comparación será 2024, un año de caídas a dos dígitos. "En el mediano plazo no es un crecimiento, pero versus 2024 sí lo será. Se va a tardar un año y medio en llegar a los niveles de consumo de antes de 2019, por caso", explica el director comercial de la consultora que encabeza Osvaldo del Río.
En este sentido, el especialista de Scentia considera que 2024 se puede comparar, en términos de consumo, con 2019, un año en el que también hubo ajuste fiscal y una normalización de precios y de tarifas. Con todo, Giorgio, de Equilibra, asegura que en el consumo se espera una recuperación. Esto será de la mano de la apreciación real y de la desaceleración de la inflación. Además, podría ser relevante el impacto del empujón electoral, sumado a que la masa de ingresos reales también seguirá mejorando, al igual que el repunte sostenido del crédito.
"La buena noticia es que los cambios en la serie histórica y la buena performance del tercer trimestre de 2024 dejaron un muy alto arrastre para el cierre de 2024 y todo el 2025", adelanta Giorgio en términos de actividad económica. Así, para el año que viene, según el proyecto de presupuesto 2025 se anticipa un crecimiento del 5 por ciento, y desde Equilibra estiman que "el gobierno se podría estar quedando corto". Más aún teniendo en cuenta que el gobierno podría profundizar su programa económico cambiario de 2024, por lo que se vería un año de apreciación cambiaria, cree Giorgio, al menos hasta las elecciones de octubre.
"Milei tiene una fuerte convicción de que el ancla fiscal es la más poderosa, y difícilmente la ponga en riesgo por las elecciones, pero imagino un 2025 no tan austero como fue 2024. Con todo ese combo deberíamos ver un año con un mayor crecimiento, que podría ser del 5,5 por ciento o del 6 por ciento en el mejor de los casos", anticipa la economista de Equilibra. Y esta suba estará apalancada por los sectores que no estén vinculados al tipo de cambio para ser más dinámicos.
En esa línea, el viento de cola externo podría ser clave. Es que para el año que viene, Segura considera que la tendencia de recuperación dependerá del contexto internacional. "Es incierto cómo va a impactar en la economía argentina la elección de Trump, ya que si lleva a cabo los anuncios de campaña de cerrar la economía eso podría incrementar las presiones inflacionarias en los Estados Unidos y eso impacta en las decisiones de la reserva federal y en el dólar, lo que implica una caída del precio de las commodities. Todo eso sería negativo para la Argentina", sintetiza el socio de PwC.
Y, en paralelo, el año que viene el clima político también estará marcado por las elecciones de medio término. "Probablemente el gobierno tenga las fichas puestas en sostener la baja en la inflación. Pero es importante salir del cepo y tener un esquema cambiario más estable", anticipa Segura a la hora de interpretar dos variables clave que podrían marcar el tono de la recuperación local. "Será importante el trabajo en la microeconomía: ver cómo reducir los impuestos, el costo argentino, para que la competitividad no venga por una devaluación, sino que tenga que ver con los costos, una deuda pendiente que la Argentina tiene hace rato", concluye.