Financial Times eligió a Donald Trump como el personaje del año
El 20 de enero de 2021, Donald Trump embarcó en el Air Force One en la que muchos pensabas que sería la última vez. Volvió a Palm Beach. Quince días antes, había ayudado a provocar un asalto popular al Capitolio, el primer ataque a la asamblea legislativa de Estados Unidos desde que fue incendiada por tropas británicas durante la guerra de 1812.
Pocos miembros del entorno de Trump acudieron a la base aérea de Andrews para despedirle. Mitch McConnell, el líder republicano del Senado, le calificó de "ser humano despreciable". Rupert Murdoch, propietario de Fox News, la cadena que más había apoyado a Trump, declaró que iba a convertirlo en un "don nadie".
Gran parte de EE.UU y del mundo estuvo de acuerdo con la afirmación de Joe Biden de que la presidencia de Trump había sido "una época aberrante". Un grupo de fieles, sobre todo Steve Bannon, Kash Patel, Richard Grenell, Stephen Miller, Peter Navarro y Boris Epshteyn, se mantuvieron junto a Trump durante los meses siguientes. Todos los demás le daban por muerto.
El resurgimiento de Trump desde entonces es el más espectacular de la historia moderna de EEUU y podría decirse que desde la fundación de la república. Solo una vez antes un presidente estadounidense había sido reelegido en dos mandatos no consecutivos, Grover Cleveland en 1892. Financial Times nombró a Trump "Persona del Año" en 2016. Este año vuelve a ser el elegido debido a la extraordinaria naturaleza de su regreso al poder.
En su país, Trump 2.0 ha prometido una nueva era de desregulación y recortes fiscales. Su propósito de vengarse de las élites liberales -las universidades, los principales medios de comunicación y la América "woke" en general- anuncia un profundo giro hacia la derecha cultural. En el extranjero también augura nuevos planes, sobre todo para China, Rusia, Irán y Corea del Norte, aunque su comportamiento sigue siendo impredecible. Trump considera que el mundo es una jungla en que aliados aprovechados han tomado el pelo a su país. El futuro de la OTAN pende de un hilo.
"Estamos viviendo en la era de Trump. Los historiadores recordarán 2024 como un cambio de era, al igual que el New Deal de Roosevelt en 1932 o la Nueva Derecha de Richard Nixon en 1968", afirma Roger Stone, colaborador político y empresarial de Trump que le conoce desde finales de la década de 1970.
Trump ha preparado un aluvión de medidas para el "primer día" que dejarían en la sombra a cualquier presidente anterior. Incluye órdenes ejecutivas para empezar a deportar a inmigrantes indocumentados, indultos masivos para los alborotadores encarcelados por el atentado del 6 de enero, una nueva era de perforaciones petrolíferas, ordenanzas de libertad de expresión en las universidades estadounidenses, etcétera. Todo ello supondría un cambio radical en la forma de gobernar EE.UU. También ha prometido una purga de generales en el Pentágono e investigar a quienes le investigaron. Pero a pesar de estas declaraciones, es difícil de calibrar lo perturbador que será el próximo mandato de Trump.
Hay razones de peso para creer que querrá vengarse de sus adversarios internos. Su elección de Patel, un acólito con muchos enemigos, como próximo director del FBI es la prueba principal. Aunque el primer candidato de Trump para fiscal general Matt Gaetz tuvo que abandonar debido a una serie de acusaciones sexuales, su nueva candidata Pam Bondi es una partidaria acérrima. Pete Hegseth, su candidato a secretario de defensa, se ha labrado una reputación en la cadena Fox denunciando la corrección política y los supuestos sentimientos antiamericanos en el Pentágono. Tulsi Gabbard, su candidata a directora de inteligencia nacional, es enemiga acérrima del "Estado profundo".
Pero muchos analistas de Washington piensan (tal vez ilusoriamente) que Trump, que cumplirá 79 años en junio, jugará al golf aún más que antes. Otros de sus nombramientos, como el de Marco Rubio como secretario de Estado, Mike Waltz como asesor de Seguridad Nacional y Scott Bessent como secretario del tesoro, son menos radicales. Según su yerno Jared Kushner, nunca ha visto a Trump tan feliz como desde el 5 de noviembre. El fantasma de la cárcel y la avalancha de investigaciones han quedado atrás.
Los casos judiciales contra Trump incrementaron sus índices de popularidad. Para una parte de los obreros estadounidenses, Trump fue víctima de las mismas fuerzas que ellos desprecian: fiscales demasiado entusiastas y liberales santurrones. Para algunos en la América plutocrática, el odio de Trump hacia el Estado profundo sonaba como una guerra muy deseada contra la burocracia y la regulación. Y para algunas minorías, incluida una proporción notablemente elevada de hombres jóvenes de todas las razas, Trump era el arma para acabar con los que consideran una nueva forma de corrección política claramente sexista.
En marzo de 2023 Trump encendió a las bases del Partido Republicano al declarar que "yo seré su retribución". En las 24 horas siguientes a que fuera declarado culpable por pagar dinero por su silencio a la estrella del porno Stormy Daniels recaudó una cifra récord de pequeñas donaciones. Su segundo día de mayor recaudación de pequeñas donaciones fue en agosto de 2023, cuando publicó una foto de su ficha policial tras su imputación en Georgia por cargos de injerencia electoral. Los casos no sólo llegaron demasiado tarde, sino que también fueron clave para el resurgimiento de Trump.
La transición de Trump en esta ocasión es un reflejo de la de 2016. Entonces luchó en una campaña que fue rechazada hasta el último minuto por el establishment republicano y dirigida por un grupo de personas ajenas a él y siempre cambiante que no esperaban que derrotara a Hillary Clinton. Tampoco Trump. A falta de un plan tras las elecciones, Trump nombró a un equipo de supuestos expertos para dirigir su administración.
Esta vez su campaña fue dirigida por profesionales experimentados y la mayoría de sus nominados para altos cargos son personas afines a sus ideas. Muchos de ellos están asociados al Proyecto 2025 para fomentar el Trumpismo, dirigido por la Fundación Heritage.
Trump también ha prestado mucho más interés a elegir al personal de su administración. En 2016 eligió a una serie de directores de gabinete y dejó en manos de otros los nombramientos de menor nivel. Esta vez, ha entrevistado personalmente a candidatos para docenas de puestos de segundo orden, como la dirección de la Comisión Federal de Comercio, la Comisión Federal de Comunicaciones, el Servicio de Impuestos Internos, la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia y otros muchos puestos. La gran cantidad de entrevistas de selección de personal de Trump en Mar-a-Lago no tienen parangón con transiciones anteriores, incluida la de Trump 1.0. También tiene previsto crear el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental dirigido por Elon Musk, el hombre más rico del mundo, y Vivek Ramaswamy, otro multimillonario y antiguo candidato republicano. Su principal objetivo es deconstruir el Estado administrativo.
¿Qué significará Trump 2.0 para el mundo? En su toma de posesión en 2017, Trump habló de la "carnicería estadounidense" causada por la globalización y China. Durante su primer mandato, también amenazó con abandonar la OTAN por las cuotas impagadas de algunos de sus miembros europeos. Esta vez ha propuesto amenazas similares pero con más garra. También ha prometido resolver la guerra de Ucrania en 24 horas. Aunque se ha apropiado del eslogan de Ronald Reagan de "la paz a través de la fuerza", eso aporta poca idea sobre lo que hará en la práctica. "Es imposible predecir lo que hará un hombre sin una filosofía de política exterior: Trump es puramente transaccional. La gran diferencia es que esta vez estará rodeado de partidarios incondicionales a él", declara John Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump durante 18 meses en su primer mandato.
El futuro de las alianzas de EEUU parece sombrío. La inminente retirada del apoyo estadounidense a Ucrania ya está desestabilizando a Europa. Con Alemania en el limbo a la espera de las elecciones de febrero y la presidencia francesa de Emmanuel Macron en la cuerda floja, Trump tendrá la puerta abierta para sembrar más división en la UE, un organismo que siempre ha desdeñado.
Las demás señales de Trump en política exterior desde el 5 de noviembre han sido dispares. Nadie esperaba que sus primeras amenazas de guerra comercial se dirigieran a Canadá y México, a los que quiere imponer aranceles generalizados del 25%. Pero está acción fue clásica de Trump y puso de manifiesto las fortalezas y debilidades relativas de sus homólogos.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, voló inmediatamente a Mar-a-Lago para intentar llegar a un acuerdo. Tras regresar a casa con las manos vacías, Trump se burló de él calificándolo de gobernador del "gran estado de Canadá", en referencia a la broma de que es el 51º estado de EEUU. Por el contrario, la recién investida presidenta de México Claudia Sheinbaum rebatió las exigencias de Trump con un lenguaje glacialmente correcto: "Negociamos de igual a igual, aquí no hay subordinación, porque somos una gran nación".
Es concebible que China, que es el tercer socio comercial de EEUU pero que tiene con diferencia el mayor superávit comercial con él, llegue a un acuerdo con Trump. Pero también es posible que China y EEUU se embarquen en una guerra comercial en toda regla. El único vínculo entre ambos escenarios es que será Trump quien decida, no su equipo. "Trump cree que puede arreglar todos los problemas por sí mismo hablando con sus homólogos. Eso puede hacer que los acontecimientos conduzcan a derroteros extraños", señala Bolton.
A principios de diciembre Trump viajó a París para asistir a la reapertura de Notre-Dame. Fue recibido calurosamente por los notables europeos, incluido el príncipe Guillermo de Inglaterra. También fue abrazado por Macron a pesar de que Trump acababa de nombrar embajador de EEUU en Francia a Charles Kushner, delincuente convicto y suegro de su hija Ivanka. Europa le puso la alfombra roja a Trump. También entabló una conversación amistosa con Jill Biden, que acudió en lugar de su marido.
Dos días después, Trump lanzó un anuncio de su perfume masculino de la marca "Fight, fight, fight" junto a una foto suya y de Jill Biden charlando amistosamente. "Una fragancia a la que tus enemigos no podrán resistirse", decía el anuncio. Además de esta colonia, Trump vende la "Biblia Dios bendiga América" fabricada en China por 59,99 dólares y otros artículos con su nombre. Siempre está a la caza de oportunidades comerciales.
Trump y Musk podrían plantearse hacer grandes recortes del gasto federal estadounidense, pero es más probable que presenten más atención a la desregulación, en particular en los campos de las criptomonedas y la inteligencia artificial.
Con casi 80 años, Trump tiene una edad poco convencional para llevar a cabo un cambio en el orden mundial y un realineamiento de la política estadounidense. El alcance del radicalismo de Trump en casa y en el extranjero sigue siendo objeto de conjeturas. Otros creen que Trump 2.0 dará lugar a un caos, no a un nuevo orden. Pero lo que está claro es que el regreso de Trump a la Casa Blanca anuncia una nueva era dorada para el dinero en la política y la diplomacia estadounidenses que empezará con un gabinete de multimillonarios.