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El nuevo primer ministro francés recupera a Manuel Valls en un Gobierno de pesos pesados del macronismo y figuras de la derecha

Varios ministros conservadores nombrados por su predecesor Michel Barnier mantienen sus carteras en el nuevo Ejecutivo, de carácter continuista. Bayrou no ha conseguido convencer a figuras relevantes de las formaciones de izquierda para que participen en él

El primer ministro francés patina en el inicio de su mandato entre controversias y sin acuerdos para un gobierno estable

Después de varias jornadas de negociaciones y de múltiples retrasos, el palacio del Elíseo ha anunciado este lunes la composición del nuevo Gobierno francés. El Ejecutivo dirigido por el nuevo primer ministro François Bayrou se inscribe en la continuidad del de su predecesor, Michel Barnier, con una nutrida presencia de ministros conservadores y macronistas, con pesos pesados como la ex primera ministra Élisabeth Borne, además de algunas figuras procedentes del centro-izquierda como el exministro socialista François Rebsamen.

Entre las grandes sorpresas del anuncio está el nombramiento de Manuel Valls, ex primer ministro francés y cabeza de lista de Ciudadanos al Ayuntamiento de Barcelona en 2019, al que Bayrou recupera para la cartera de Ultramar.

Bayrou había declarado su voluntad de presentar el Gobierno “durante el fin de semana”. Sin embargo, varios medios franceses evocaban “puntos de bloqueo” en los últimos días que obligaron a posponer el anuncio. Por un lado, se alargaron las negociaciones con los líderes del partido conservador Los Republicanos (LR) para asegurar su continuidad en el Gobierno; por otro, diferencias entre Bayrou y el presidente Emmanuel Macron sobre el ministro de Asuntos Exteriores.

La Constitución francesa establece que los miembros del Gobierno son nombrados por el presidente, a proposición del primer ministro. Eso implica que solo puede nombrar a personas seleccionadas por el jefe del Ejecutivo, pero también que todas ellas necesitan el visto bueno del jefe del Estado.

Los retrasos en el nombramiento del nuevo Gobierno alimentan las especulaciones sobre los desacuerdos entre el primer ministro y el presidente. Según reveló la Agencia France-Presse, Macron y Bayrou hablaron dos veces por teléfono el domingo, antes de una larga entrevista en el palacio del Elíseo a última hora de la tarde.

A pesar de ser aliados desde 2017, los medios franceses dan por hecho que Macron hubiera preferido a un miembro de su partido en la jefatura del gobierno, pero que Bayrou consiguió imponerse amenazándole con retirarse de la coalición centrista, lo que habría debilitado aún más al presidente francés.

La derecha retiene Interior

Como se esperaba, varios ministros LR nombrados por Michel Barnier mantienen sus carteras en el nuevo Ejecutivo. Entre ellos, el ministro del Interior, Bruno Retailleau, representante del ala más conservadora del partido y con postulados cercanos a la extrema derecha. Retailleau ha repetido en varias ocasiones su voluntad de presentar una nueva ley sobre la inmigración tan pronto sea posible. Su presencia complicaba la participación de los representantes de la coalición progresista Nuevo Frente Popular, que se opone frontalmente a las posturas de Retailleau en inmigración y seguridad.

Sus compañeras de partido, Rachida Dati (ministra de Cultura que ya formó parte de los dos últimos gobiernos) y Annie Genevard (Agricultura) también retienen el cargo.

La composición del Gobierno confirma que, por el momento, François Bayrou ha sido incapaz de ampliar la alianza parlamentaria más allá de los partidos que apoyaron a Michel Barnier: las formaciones del bloque central (Renacimiento, Horizontes y MoDem), además de los conservadores de LR.

Figuras de peso del partido de Macron (Renacimiento) vuelven al Gobierno ocupando varios de los ministerios más importantes. Entre ellos el exministro del Interior, Gérald Darmanin, que ocupará la cartera de Justicia, y la ex primera ministra Borne, que se ocupará de Educación. Asimismo, varios macronistas que ya ocupaban ministerios clave como Asuntos Exteriores (Jean-Noël Barrot), Defensa (Sébastien Lecornu) o Trabajo (Catherine Vautrin) se mantienen en sus puestos.

Desde su nombramiento a Matignon el pasado 13 de diciembre, Bayrou había repetido su voluntad de formar un Ejecutivo “de interés general”, lo más amplio posible. Pero pese a haber ofrecido carteras a varios miembros de la alianza de fuerzas progresistas, el primer ministro no ha conseguido convencer a figuras relevantes de los partidos de izquierda para participar en el Ejecutivo.

El secretario general del Partido socialista (PS), Olivier Faure, había advertido a lo largo de la última semana que se mantendrían en la oposición y que cualquier miembro del PS que aceptase entrar en el Ejecutivo sería expulsado.

La presencia del exministro socialista François Rebsamen en el Gobierno no parece suficiente para cambiar esa dinámica. Rebsamen se había distanciado del PS y en 2022 había apoyado a Macron en su campaña para la reelección. Rebsamen será el responsable de Autoridades Locales y Planificación.

El domingo en una entrevista en La Tribune lanzaba un mensaje a sus excompañeros del Partido Socialista. “No es el momento de la política de la silla vacía ni de los cálculos electorales. Hago un llamamiento a todos aquellos que anteponen los intereses del país a sus intereses personales para que participen en el gobierno, o al menos, que se unan a una amplia unión de interés general, como ha propuesto el primer ministro”.

Amenaza de moción de censura

Tras algunos signos de apertura de socialistas, comunistas y ecologistas, que mostraron su disposición a negociar con Bayrou un “acuerdo de no censura”, los partidos progresistas vuelven a agitar la amenaza de la moción que puede hacer caer a su Gobierno. Especialmente después de una semana de conversaciones que han calificado de manera unánime como “decepcionantes”.

Sin ningún avance tangible, el nuevo primer ministro debe ahora encontrar terreno de acuerdo, en su método de gobernanza o en los presupuestos –que espera presentar en la Asamblea Nacional en febrero–, si quiere tener alguna esperanza de continuidad. Una estrategia similar a la puesta en práctica por Michel Barnier, que no consiguió escapar a la moción de censura tras la presentación de su primer texto presupuestario ante una Asamblea Nacional muy fragmentada, en la que ninguno de los tres principales bloques tiene la mayoría.

“Las mismas causas producirán los mismos efectos”, vaticinaba hace unos días Jean-Luc Mélenchon, en una entrevista en Le Parisien. “François Bayrou no pasará del invierno”. Su partido, Francia Insumisa, ya ha anunciado la presentación de una primera moción de censura en enero si el primer ministro no solicita la confianza de los diputados tras su declaración de política general el próximo día 14.

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