El juego del calamar 2: la crítica de la BBC sobre la serie más vista de Netflix de todos los tiempos
En septiembre de 2021, una inusual serie coreana de televisión, que era una alegoría de lo enfermizo que puede ser el capitalismo, se convirtió en uno de los mayores éxitos globales de ese año: El juego del calamar.
Este show asombró a los televidentes -como a los concursantes del juego que sirve de premisa a la serie- con sets coloridos, guardias enmascarados con trajes rosados y concursantes vestidos con sudaderas verdes listos para disfrutar de viejos juegos infantiles.
Hasta que comienza la carnicería.
El éxito de esta macabra serie coreana de televisión fue tal que sigue siendo el programa más visto en la plataforma de Netflix en su historia, con más de 265 millones de visualizaciones.
Es, además, uno de los shows televisivos más violentos y crudos de la plataforma de streaming con decenas de asesinatos bastante explícitos.
Sin embargo, para el director de la serie Hwang Dong-hyuk, toda esta violencia es necesaria ya que «El juego del calamar» es una sátira brutal de la enorme desigualdad social generada por el dinero en Corea del Sur.
Como el director y la misma Netflix se dieron cuenta, los temas detrás de este horror distópico son universales, y la grotesca historia del show fue un éxito alrededor del mundo.
Una segunda temporada (y una tercera) fueron comisionadas de inmediato y ahora, tres años después, la segunda temporada mandará un mensaje de terror en medio de las celebraciones de fin de año cuando se estrene la segunda entrega el día después de Navidad.
De qué va la segunda temporada
La primera temporada se centra alrededor de la historia de Seong Gi-hun (Lee Jung-jae), un hombre adicto al juego quien se une a otros 455 participantes -con problemas similares- para disputar una serie de pruebas con la idea de ganar un gran botín de dinero.
Pero pronto se dan cuenta que están atrapados en una isla disputando competencias -con un público enmascarado- que tienen un giro mortal: si no logran ganar los juegos, son asesinados por los guardias que custodian el lugar.
Así solo es una historia muy sencilla de asesinos y víctimas. Pero no es tan simple: el asunto se pone serio cuando se señala que por cada concursante asesinado, el premio sube US$70.000, lo que se traduce en que el ganador puede llegar a ganar cerca de US$31 millones si es el último hombre con vida en el juego.
Todo esto es una tentadora oferta para un grupo de personas que están desesperadas por dinero. Ellos también pueden abandonar el juego cuando quieran, pero solo si la mayoría decide hacerlo.
Esa primera temporada termina con Gi-hun como ganador -si hay algún triunfo en escapar de la muerte viendo como más de 400 personas son asesinadas alrededor tuyo- y prometiendo encontrar a la persona que está detrás de semejante producción.
(De acá en adelante te puedes encontrar con algunos spoilers de la temporada que empieza)
La primera vez que nos reencontramos con él en esta segunda temporada, es con un comienzo duro y frío que nos recuerda los altos niveles de violencia explícita de la primera entrega.
Él está desnundo en un baño público y se está arrancando de la piel los rastreadores que le implantaron en el cuerpo. Entonces alguien entra al baño y Gi-hun dice «Lo siento, me puedes dar cinco minutos».
La risa que provoca este momento cómico del director corta la tensión de forma agradable (esta segunda temporada es, sin duda, más divertida que la primera) y allana el camino para el primer capítulo, que en su mayor parte se apoya en el humor de Gi-hun que va a reclutar un escuadrón de la mafia con sus antiguos usureros.
Y funciona: el público se va dejando llevar por una falsa sensación de seguridad con este grupo cómico de matones contratados por Gi-hun para rastrear las estaciones de metro de Seúl.
La idea es tratar de encontrar al reclutador, el hombre del traje que juega al juego de los sobres de papel y recluta jugadores para «El juego del calamar», y cuando lo hacen, volvemos estar en un show donde la sangre juega un papel primordial.
Nunca vas a volver a jugar a Piedra, Papel o Tijera de la misma manera.
Más violencia, más intriga
Los episodios posteriores encuentran a Gi-hun arrastrado de nuevo a una nueva ronda de «El juego del calamar».
Esta vez, sin embargo, está allí para exponer al líder de los juegos, el misterioso «Front Man» (Lee Byung-hun en un modo escalofriante), a quien los espectadores reconocerán de la primera parte.
Un privilegio que no se le otorga a Gi-hun, quien no puede hacer la conexión cuando aparece de incógnito en otro lugar.
Con todos los concursantes anteriores asesinados, el director Hwang se da el lujo de tener un cheque en blanco para los personajes de la segunda entrega, y se centra en algunas historias apasionantes de este nuevo y variado grupo.
Hay una madre y su hijo adicto al juego, quienes quedan sorprendidos al descubrir que el otro está ahí. Mujeres jóvenes vulnerables, exmilitares, un influencer de criptomonedas y un rapero que toma pastillas y que ha perdido todo su dinero después de comprar criptomonedas recomendadas por el influencer antes mencionado.
Esta vez, sin embargo, también está la historia del origen de una mujer desesperada, No-eul (la serenamente intensa Park Gyu-young), que escapó de Corea del Norte pero que se vio obligada a abandonar a su bebé: la revelación de que ella es una de las guardias agrega una capa adicional de intriga inteligente a esta fábula que nos desconcierta.
Lo que es interesante en esta serie es que Gi-hun, que regresa al juego para advertir a los concursantes de su muerte inminente, es tratado como de una forma que nadie se espera: o no creen lo que está diciendo, o no quieren creer.
En la era de las noticias falsas, los concursantes pueden convencerse a sí mismos que la verdad es lo que les interese: que Gi-hun está loco o que es una trampa.
Una ventana a la realidad
Esta división de opiniones se intensifica cuando los concursantes se ven obligados a votar si continúan en el juego y se dividen en los equipos «X» (que votan por abandonar el juego) y «O» (que quieren seguir jugando), y en una escena que hace una clara observación de nuestra sociedad fragmentada (en Internet, en la política y en las guerras culturales), esto se sale de control en una violencia llena de odio.
Es una secuencia de cuatro minutos de una pelea horrible iluminada con luces estrambóticas, que es quizás la escena más salvaje que verá en la televisión en todo el año (junto con otras tomas de sustracción de órganos donde hay manos sacando ojos).
Sin embargo, pone de relieve cómo los que están en el poder manipulan a la gente para que se vuelvan unos contra otros, en lugar de luchar juntos contra el origen del mal.
«A través de los jugadores del juego, quería preguntar, ¿no es así como se ve nuestra sociedad ahora? ¿No son estas personas exactamente quienes somos? Las cosas que eran extrañas y poco realistas hace una década, lamentablemente, se han vuelto muy realistas ahora», señaló el director de la serie.
«El juego del calamar» no tiene soluciones para el mundo sombrío y sádico que presenta, ni para el mundo real que refleja; solo un recordatorio de que la casa siempre gana a expensas de los jugadores.
No hay duda de que la segunda serie de «El juego del calamar» probablemente sea tan grande como la primera. Los juegos son igual de surrealistas y perversos, los asesinatos igual de prolíficos, los tiroteos abundantes.
También confirma que es el papel de su vida para Lee Jung-jae, cuyo rostro expresivo transmite los horrores de lo que está presenciando: es la única voz de la razón en un mundo demente.
Por esa actuación ganó un Emmy al mejor actor masculino por el drama en 2022; Seguramente habrá más en camino para el programa en la próxima ceremonia.
Si bien es un poco larga (siete episodios, dos más corta que la última temporada, pero algunas de las escenas repetitivas de votación y tiroteo pueden resultar aburridas) y la revelación de un personaje traicionero se sintió obvia desde el principio, es un regreso muy bienvenido a este complicado mundo.
La serie termina abruptamente; con un final en suspenso y un destello de una escena a mitad de los créditos que prepara el terreno para una tercera temporada, que se estrenará en 2025.
Es un final tortuoso y frustrante para los espectadores, pero bueno, ¿no es ese el nombre del juego?
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