La última aventura MTB de AlfonsoyAmigos en 2024
Habrá un día en que tendrás tiempo para mirar atrás y te sentirás orgulloso de lo que lograste hacer
No
diré que con un entusiasmo inusitado, porque es el habitual, pero sí, tal vez,
con más fuerza de voluntad que de costumbre. Es la
primera vez en mucho tiempo que AlfonsoyAmigos están dispuestos a
realizar una ruta partiendo a -3,5º centígrados.
Una “pelona”
de cuidado, sí señor. Pero en el punto de encuentro
aparecemos 13 intrépidos: Andrés, Barri, Enrique, Fer, Jesús,
Juan, Nacho, Paco, Pawel, Pedro, Raúl, Santi y Alfonso.
La
sonrisa, como el valor, se les supone, porque a la mayoría no se les puede ver la
cara. Desde
el primer momento, un aire frío amenaza con colarse por cualquier resquicio que
dejemos al aire. ¡Ojo con las orejas!
Por
delante, nada más empezar, tenemos 10 kilómetros de auténtico llaneo, lo que permite
que nuestras bicicletas alcancen velocidad sin apenas esfuerzo, como si
estuvieran hartas de sufrir torturas atravesando pedrolos. ¡Qué
placer no comenzar con repechos! “Tendría
que ser siempre así”, oigo comentar a mis espaldas. Y esta
vez sin el agua y el barro de la última ocasión.
Aun
así, no todos los compañeros consiguen entrar en calor con la misma facilidad. Recibimos
el aviso de que Pedro ha decidido volverse, porque los frenos de su bicicleta se
han declarado en huelga y todavía nos espera lo más duro del recorrido.
Por un
sendero apto para paseo de chicos y grandes, nos acercamos a la zona de El Tomillar.
Ahora,
tomamos senda que va ganando desnivel, un pequeño aperitivo antes del verdadero
desafío.
El
Cordel del Valle se nos presenta con sus conocidos toboganes. ¿Acelerar
o tomárnoslo con calma? Habrá opciones para todos los
gustos.
Tras
un repecho duro, nos adentramos en el Camino de las Cebadillas que, como viene
siendo habitual en las últimas rutas, se encuentra bastante cerrado por la
vegetación y se empeña en inclinarse.
Con
mayor o menor habilidad, afrontamos los tramos más estrechos, donde los piornos
y zarzas parecen querer agarrarnos de las mangas para impedir nuestro avance. Con
fuerza y destreza o poniendo pie a tierra, lo importante es conquistar metro a
metro.
Así,
llegamos a cruce con las “zetas de asfalto”. Se
puede escuchar algún suspiro de alivio… Pero,
sin llegar a tocar la pista, giro a la izquierda y todos sentimos en nuestro
interior la llamada y desafío del Camino del Agua.
Tenías
razón, Barri, por encima de nosotros se encontraba el área recreativa de La
Penosilla.
Algo
más de dos kilómetros, de nuevo por un sendero que ahora ha ganado un par de
centímetros de ancho y que la mayoría disfrutamos, no sin cierto temor de caer
o rodar por la ladera. Para finalizar en la carretera
de Peguerinos a El Escorial.
Me
atrevo a presumir que por la mente de más de uno pasó: “¿Y
esto era necesario?” “Podíamos haber cogido por la
carretera” Pero, ¿dónde habría estado la gracia? Nos
hemos salido del track propuesto para añadir dificultad o disfrute, según quien
lo cuente.
Un Mirador
de Abantos, otro Mirador de Abantos. Bueno,
en este nos detenemos brevemente y consigo una foto de grupo, con el fondo
cubierto de niebla. Uno, dos, tres… No,
no se me ha escapado ninguno.
Ahora
sí avanzamos por pista, pero los toboganes son engañosos y castigadores. Logramos
poner nuestra bandera en el punto más alto de la ruta, a 1370 metros. El
resto de la ruta es en descenso. ¿O no?
Unos avanzan
con tranquilidad junto al Área Recreativa Los Llanillos, mientras otros
van tomando posiciones para descender sin obstáculos por unas “zetas trialeras”,
que siguen sin ser bautizadas en los mapas. ¿14, 15? Yo
cuento 16 pero, bastante tengo con superarlas hábilmente sin acabar en el suelo
y llegar al final eufórico.
Tomamos
un nuevo sendero, estrecho y lleno de piornos, de piedras… ¿Cómo no?, que los
compañeros llaman “el de la papelera”, pero no encuentro constancia de
ello. Hasta
cruce con el Camino Horizontal y luego hasta la carretera de Robledo.
Atentos,
que nos desviamos por la derecha, cambiad de piñón que subimos a tomar pista
bajo el prado de la Guadaña. ¡Uy que miedo! La
que se ha asustado es la bici de Jesús, que ha roto la cadena. Manos
habilidosas no le van a faltar.
Por
aquí y por allá, por senderos nada fáciles que nos dejan junto a la ermita
de la Virgen de Gracia. ¿Hemos perdido a Pawel o él
nos ha perdido a nosotros por ser fiel al trazado del track? No
volveremos a verle hasta el final de la ruta.
Atravesamos
el paraje de La Herrería, bordeamos El Escorial y cogemos la Colada de la
Cebadilla, una zona de puertas y cancelas cuyo número ha variado a lo largo del
tiempo, al igual que el trazado. Esta
fue una de las primeras rutas que hizo AlfonsoyAmigos hace más de 15 años.
¡Caray!
Parece
como si hubieran soltado los perros detrás de nosotros.
Rodamos
muy, muy rápidos, más que en las primeras horas de la mañana. Abrimos
y cerramos cancelas como si hubiéramos entrenado y seguimos a la velocidad que nuestras
piernas y corazones permiten. ¿Tenemos prisa?
Tal
vez sea el deseo inconsciente de entrar rápidamente en 2025, o de salir
del 2024 antes de que cierre definitivamente sus puertas.
¡¡Feliz Año Nuevo 2025 para todos y todas!! Un fuerte abrazo.