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Para lograr una cultura de paz, es necesario impulsar una educación con amor y humanismo

México se encuentra en medio de un enorme reto: lograr que su nivel de “ingreso medio”como país, corresponda a su nivel educativo. Entre las más recientes evaluaciones educativas internacionales, arrojan resultados nada alentadores. En nivel básico, México se encuentra en últimos lugares de los países de la OCDE. Para el año de 2022, México se ubicó en el lugar 35 de los 37 países miembros de la OCDE en la evaluación PISA, con un puntaje promedio de 407, mientras que el promedio de los países miembros fue de 478.

En el sureste mexicano las condiciones son peores. La rapiña impuesta por el neoliberalismo de las últimas décadas y la corrupción como forma de gobierno que acompañó a esta política económica, dejaron en el abandono a millones de estudiantes, en especial a indígenas y campesinos. La privatización forzada de los servicios educativos y la captación de maestros altamente capacitados mediante altos salarios, torcieron el camino de la escuela pública comprometiendo gravemente su cometido central.

Hoy tenemos un doble reto. Primero: una educación paupérrima, sin mecanismos efectivos de supervisión y evaluación; y segundo, una infraestructura educativa tirada a su suerte, en el orden de un 70% a 90% inservible. No cuentan con agua potable, no cuentan con techumbres, no cuentan con luz eléctrica suficiente, no cuentan con en talleres y laboratorios certificados, en muchos casos extremos no cuentan con sanitarios o fosas sépticas. En estas condiciones, herencia del neoliberalismo irresponsable, los maestros y las maestras sólo luchan por sobrevivir y no por educar.

En estas condiciones, la escuela pública se convirtió en una fuente de empleo e ingreso, sin importar su objetivo originario. Se bien que se escucha cruento o crudo, pero es una realidad fehaciente y objetiva. Nuestros maestros merecen mucho mejores condiciones laborales que solamente asegurar un salario digno, un aumento progresivo o un reconocimiento económico adicional por años de prestación de servicios.

Los maestros de México, merecen una atención directa del gobierno que busque su bienestar (donde vivir y donde educar), que garanticen su crecimiento intelectual (en sintonía con niveles internacionales), que los forme para enfrentar los retos de este milenio (con herramientas didácticas hechas en México), y que garantice la apertura del conocimiento universal (con becas de formación e intercambio internacional).

Hoy el reto central es claro. Se necesita una política nueva que les permita crecer en conocimientos, metodologías y técnicas pedagógicas de atención al estudiante. Condiciones de bienestar que les permita convivir con su entorno social y cultural directo, y que les permita alcanzar la felicidad y satisfacción personal y familiar. Necesitan conocer incentivos distintos al económico. Es indispensable que se logre una cultura nueva donde su papel se revalorice como nunca antes. El maestro/a joven no tiene por qué sufrir un medio de escases y costumbrismos localistas de luchas monetarias. El maestro y la maestra joven puede impulsar una cultura nueva que incluya la construcción de la paz y la participación social en una educación integral, comunitaria y de carácter social. Para recuperar el papel estratégico de la escuela pública, los maestros deben recuperar su riqueza: dedicarse a enseñar con una visión de respeto a los derechos humanos desde fases iniciales (humanista en su esencia).

Para ello, la revolución pacífica que comenzó con el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, debe encontrar un camino especialmente diseñado para el magisterio nacional. La Cuarta Transformación debe considerar que, sin maestros y maestras que puedan cumplir con sus alumnos, no hay Patria.

Las políticas públicas que aquí propongo (ante esta gravísima crisis de valores y de violencia que está viviendo México), se enmarcan en un contexto favorable donde se cuenta con Programas Sociales robustos de alcance universal.

Es preciso luchar por una inversión para México al menos del 8% del PIB nacional para el fortalecimiento institucional educativo, con el objetivo concreto de alcanzar las siguientes políticas:

  • 1. Formación docente permanente con estándares internacionales (incluyendo atención a la educación especial)
  • 2. Evaluación real y permanente de supervisores y jefes de sector
  • 3. Armonización de infraestructura de educación básica y media superior
  • 4. Deliberación continua sobre el futuro educativo nacional (Consejo Nacional)
  • 5. Reclamar resultados de excelencia educativa con participación familiar

En suma, México enfrenta el reto de alinear su nivel educativo con su estatus de país de ingreso medio, en medio de preocupantes resultados en evaluaciones internacionales como PISA, donde ocupa los últimos lugares de la OCDE. La región del sureste está particularmente afectada por décadas de neoliberalismo y corrupción, que dejaron a millones de estudiantes y maestros en condiciones precarias, así como una educación pública en deterioro. La infraestructura educativa es sumamente deficiente, con escuelas sin servicios básicos y maestros en condiciones laborales desfavorables, quienes priorizan la supervivencia económica sobre la enseñanza.

Para transformar esta situación es necesaria una nueva política educativa humanista, enfocada en el bienestar y desarrollo profesional de los docentes. Las propuestas incluyen una inversión mínima del 8% del PIB en educación para impulsar acciones como la formación docente permanente, evaluación de supervisores, mejora de infraestructura, deliberación académica sobre el futuro educativo nacional y lograr una efectiva participación familiar. El objetivo estratégico es revalorar como nunca antes en la Historia,el papel de los maestros e impulsar una educación integral, recuperando la función esencial de la escuela pública como promotora de los derechos humanos y la construcción de unapaz permanente.

Estoy convencido que el medio más poderoso para romper la espiral de violencia que lamentablemente se viene presentando en gran parte del país y produciendo tanto dolor, es la educación. Es necesario que los resultados de la educación se eleven desde abajo, incluyendo a quienes menos tienen, a quienes han sido abandonados por décadas, a quienes nos debemos como sociedad.

Acerca del autor: Experto internacional en planeación y evaluación educativa. En el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) fomentó mecanismos para la evaluación educativa en América Latina. Participó como consultor en jefe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la consolidación de una agenda para el desarrollo sostenible y fortalecimiento de los derechos humanos en México. Asimismo, ha colaborado con instituciones federales encargadas de los programas sociales y en la defensa de derechos de los migrantes.

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