Kutxa se desmarca de una gran operación industrial y reabre el debate sobre su papel en Gipuzkoa
La fundación bancaria Kutxa ha decidido no sumarse a la operación de adquisición de la antigua Ibermática, una compañía tecnológica de referencia en Euskadi. La compra está impulsada por el Gobierno Vasco y cuenta con la participación de varios actores financieros e industriales, lo que ha convertido la negativa de Kutxa en un foco de debate político e institucional en Gipuzkoa.
La operación, valorada en torno a los 500 millones de euros, busca consolidar un polo tecnológico con arraigo territorial y capacidad de crecimiento. Según explicó el consejero de Industria del Ejecutivo autonómico, la adquisición se cerrará antes de final de año y pretende reforzar la presencia vasca en un sector considerado estratégico para la competitividad futura.
Una decisión que rompe la unanimidad institucional
En el diseño inicial de la operación participan el Gobierno Vasco, Kutxabank y BBK, además de un socio industrial especializado en tecnología. La ausencia de Kutxa resulta especialmente llamativa porque otras fundaciones bancarias del entorno sí han optado por implicarse económicamente, comprometiendo recursos significativos.
Desde el PSE-EE se subraya que esta renuncia vuelve a situar a Kutxa al margen de iniciativas en las que sí han participado otras entidades similares, lo que alimenta el debate sobre su estrategia a medio y largo plazo y su vinculación con el desarrollo económico de Gipuzkoa.
El papel de los informes técnicos
El Patronato de Kutxa tomó la decisión tras analizar un informe elaborado por una consultora externa. Este documento habría desaconsejado la entrada en la operación por criterios financieros y de riesgo, una argumentación que no ha convencido a todos los miembros del órgano de gobierno.
Los patronos próximos al PSE-EE y a EH Bildu votaron a favor de participar en la compra, mientras que los representantes cercanos al PNV y a Podemos se posicionaron en contra. La división interna refleja la complejidad de una decisión que combina factores económicos, políticos y estratégicos.
Críticas por la falta de visión a largo plazo
José Ignacio Asensio calificó la postura de Kutxa como incomprensible y reclamó explicaciones públicas. A su juicio, los órganos de gestión de la fundación no están valorando adecuadamente los factores estratégicos que otras instituciones sí consideran prioritarios, especialmente en un contexto de transformación tecnológica.
El dirigente socialista insistió en que la ciudadanía guipuzcoana tiene derecho a conocer por qué Kutxa se desmarca de una iniciativa que busca generar empleo cualificado, arraigo empresarial y capacidad de decisión local en un sector clave.
Apoyos desde otros ámbitos políticos
EH Bildu también expresó su respaldo a la operación, señalando que la incorporación de Kutxa supondría un avance significativo. Aunque la formación abertzale mostró reservas sobre la gestión comunicativa del Gobierno Vasco, defendió el objetivo industrial de la compra como positivo para el país.
Desde esta perspectiva, la adquisición de la antigua Ibermática se interpreta como una oportunidad para fortalecer la soberanía tecnológica y evitar la pérdida de centros de decisión fuera de Euskadi.
Una operación con impacto más allá de la empresa
La compra no se limita a una transacción empresarial. Forma parte de una estrategia más amplia para consolidar un ecosistema tecnológico sólido, capaz de competir en mercados internacionales y de atraer talento. La participación de entidades financieras públicas y semipúblicas refuerza el carácter estructural de la iniciativa.
En este contexto, la ausencia de Kutxa adquiere una dimensión simbólica. La fundación, heredera de una histórica caja de ahorros guipuzcoana, gestiona un patrimonio relevante y tiene entre sus fines contribuir al desarrollo social y económico del territorio.
El debate sobre el modelo de fundación bancaria
El episodio reabre el debate sobre el rol que deben desempeñar las fundaciones bancarias en Euskadi. Mientras algunas optan por una implicación activa en proyectos empresariales estratégicos, otras priorizan criterios de prudencia financiera más estrictos.
Este contraste plantea preguntas sobre el equilibrio entre rentabilidad, riesgo y compromiso territorial, especialmente en un momento en el que las instituciones buscan herramientas para impulsar sectores de alto valor añadido.
Un escenario político y económico en tensión
La polémica llega en un contexto de negociación constante entre partidos y de redefinición de prioridades industriales. La decisión de Kutxa no solo tiene implicaciones económicas, sino que también influye en las relaciones políticas dentro del territorio histórico.
Con la operación encaminada a cerrarse antes de que termine el año, el foco se mantiene sobre la fundación bancaria y sobre la posibilidad de que revise su postura. Mientras tanto, el debate sobre su compromiso con Gipuzkoa sigue abierto y marca la agenda política y económica del territorio.
La negativa de Kutxa, en definitiva, ha convertido una operación empresarial en un símbolo del modelo de desarrollo que Gipuzkoa quiere para su futuro, un debate que seguirá presente en los próximos meses.