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“No es modernidad, es urbanismo de 1950”: vecinos rechazan proyecto de viaductos en la Av. Javier Prado

La propuesta de construir viaductos en distintos tramos de la avenida Javier Prado ha activado una respuesta ciudadana que va más allá del rechazo vecinal puntual. Residentes de San Isidro, Jesús María, Lince y otros distritos, junto a especialistas en urbanismo y movilidad, advierten que el proyecto impulsado por la Municipalidad de Lima no solo carece de sustento técnico suficiente, sino que reproduce un modelo de ciudad que prioriza el automóvil privado, en contradicción con los instrumentos de planificación urbana vigentes.

Carteles con mensajes como “¡No a los viaductos¡ Atentan contra nuestra salud” han comenzado a aparecer en viviendas. La oposición, sin embargo, no se limita a la defensa del entorno inmediato: cuestiona el impacto metropolitano de una obra valorizada en más de S/ 540 millones, anunciada sin estudios integrales previos y sin una articulación clara con los proyectos de transporte masivo en curso.

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“Un daño irreparable para la ciudad”

Para el doctor en urbanismo y sociólogo Pablo Vega Centeno, vecino de la residencial San Felipe desde 1992, los viaductos no solo no resolverán el problema del tráfico, sino que lo agravarán. “Lo que ocurre a 400 o 500 metros también afecta, porque la ciudad es un ecosistema. Aquí se está planteando un daño irreparable”, señaló.

Vega Centeno explicó que ampliar carriles o construir pasos elevados incentiva el uso del automóvil particular. “Se abre un carril más y se estimula que más vehículos usen ese espacio. En menos de medio año vamos a tener la misma congestión o peor. No es una predicción: es lo que ha ocurrido en muchas ciudades del mundo”, sostuvo.

La eliminación de árboles es otro eje central del rechazo. Créditos: Sebastián Blanco Salazar / La República.

El especialista cuestionó que se destinen recursos públicos a infraestructura vial elevada en una ciudad donde más del 60 % de la población se moviliza en transporte público. “Se está gastando dinero público en beneficiar a una minoría. La prioridad debería ser el metro, los corredores y un transporte público de calidad”, afirmó.

Recordó además que el Perú suscribió en 2016 la Nueva Agenda Urbana de Naciones Unidas, que compromete al Estado a dejar de priorizar el auto privado. “La modernidad hoy es movilidad activa, transporte público eficiente y áreas verdes. El viaducto es la modernidad de 1950”, remarcó.

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“No es un reclamo de San Isidro, es de toda Lima”

Desde la vereda ciudadana, Janet Tapia, vecina de San Isidro, rechazó que la oposición al proyecto sea presentada como un conflicto distrital. “No es el reclamo de un grupo de vecinos. Es una manifestación ciudadana legítima de toda Lima”, afirmó.

Tapia subrayó que la avenida Javier Prado es una vía metropolitana por la que transitan diariamente miles de personas de distintos distritos. “Lo que se haga aquí nos afecta a todos: a quienes viven en San Isidro, pero también a quienes vienen de Jesús María, Lince, Magdalena o del Callao para trabajar o estudiar”, señaló.

Advirtió que los viaductos generarán nuevos cuellos de botella en zonas ya congestionadas. “Estamos en intersecciones que hoy colapsan en horas punta. Imaginar dos carriles adicionales desembocando aquí es agravar el problema. La congestión no desaparece, se traslada”, dijo, al referirse a cruces como Las Palmeras con Javier Prado Oeste.

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Estudios cuestionados e incoherencias técnicas

Más allá del impacto vial, Tapia detalló una serie de observaciones al proceso técnico y administrativo del proyecto. Según explicó, los perfiles de inversión presentan diagnósticos repetidos y descripciones que no corresponden a la realidad urbana de la zona. “Parecen documentos copiados y pegados, como si toda la ciudad fuera homogénea”, sostuvo.

Cuestionó además que se haya pagado más de S/ 400 mil por perfiles con inconsistencias y que el estudio del expediente técnico y del impacto ambiental esté a cargo de una empresa recientemente constituida. “Para una obra de esta magnitud se requiere experiencia técnica y máxima pulcritud”, afirmó.

Añadió que Lima y Callao ya cuentan con un Plan de Movilidad Urbana Sostenible elaborado por la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), que prioriza el transporte masivo y la integración de sistemas. “Estos viaductos se alejan completamente de ese plan”, indicó.

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Áreas verdes y calidad de vida

La eliminación de árboles es otro eje central del rechazo: se habla de más de un centenar. Tapia cuestionó la versión municipal de que estos serían reubicados. “¿Cómo se replantan árboles de 20, 40 o 50 años? Eso es imposible. Todo eso se pierde”, señaló. Advirtió además que las estructuras elevadas generarán un “efecto cañón” que concentrará contaminantes y afectará la salud de residentes y transeúntes.

El médico Guillermo Morales, vecino de San Isidro desde hace 19 años, utilizó una analogía médica para explicar su preocupación. “Si Lima es un enfermo, lo estamos tratando con una medicina obsoleta. Así no se cura: se agrava”, sostuvo.

Morales cuestionó que las evaluaciones del suelo se estén realizando cuando ya existe financiamiento comprometido. “Las cosas deben hacerse con orden, con estudios actuales. Un estudio de hace 30 años no sirve hoy”, afirmó.

Además, manifestó un perjuicio a su bienestar familiar: “Uno aspira a vivir en un lugar tranquilo, pero cuando se empieza a modificar todo sin orden ni estudios actualizados, el impacto no es solo para el barrio, es para toda la ciudad”, afirmó.

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Una discusión de ciudad

En paralelo, de San Isidro iniciaron coordinaciones con residentes de Lince, Surco, La Molina, Magdalena y Jesús María, donde se comparte el descontento por los viaductos. También se han sumado colectivos de San Juan de Lurigancho, que cuestionan el proyecto del anillo vial periférico; de Balconcillo, en La Victoria, donde ya enfrentan impactos del viaducto de Las Américas; y del Callao. Todos evalúan una movilización conjunta que tendría lugar en enero de 2025.

Aunque la Municipalidad de Lima sostiene que se trata de una obra técnica, vecinos y especialistas subrayan que el proyecto se impulsa bajo la actual gestión municipal, que mantiene la línea política del exalcalde Rafael López Aliaga, quien dejó el cargo para postular a la presidencia, pero cuyo partido conserva el control del municipio.

Para los opositores, esta continuidad explica la persistencia de decisiones que, advierten, responden más a una lógica de impacto político que a una planificación urbana sostenible.

Mientras la Municipalidad de Lima defiende los viaductos como una solución al tránsito, las voces críticas advierten que se trata de una intervención costosa, obsoleta y potencialmente irreversible. La oposición vecinal, lejos de agotarse, empieza a articularse como una defensa del derecho a una movilidad pensada para la mayoría y de un modelo de ciudad que priorice el bienestar colectivo por encima del individual.

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