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El año en que Meghan Markle volvió a escena… sin dejar de generar controversia

Abc.es 
Hay nombres que no desaparecen aunque lo intenten. Meghan Markle es uno de ellos. 2025 ha sido el año en el que la duquesa de Sussex ha vuelto a ocupar espacio en la conversación pública, no por una única razón, sino por una sucesión de movimientos que confirman que su figura sigue siendo tan polarizadora como inagotable. Ni el silencio la borra ni la exposición la redime del todo. El año arrancó con un gesto medido y simbólico: su regreso a Instagram tras seis años de ausencia. Un vídeo sencillo, una playa y una palabra escrita en la arena bastaron para reactivar una maquinaria mediática que llevaba tiempo en pausa. Poco después, llegaba el anuncio de 'Con amor, Meghan', su proyecto más personal hasta la fecha, un programa de estilo de vida con el que pretendía mostrarse cercana, doméstica y alejada del relato institucional que marcó su pasado como royal. El estreno no fue el impulso esperado. Retrasado por los incendios de Los Ángeles y recibido con dureza por la prensa británica, el formato situó de nuevo a Markle en el centro del debate, esta vez como protagonista absoluta de un producto que dividió opiniones y avivó viejas críticas. Lejos de replegarse, la duquesa optó por avanzar: reforzó su presencia digital , anunció nuevos proyectos y mantuvo un discurso de entusiasmo constante, incluso cuando las cifras y la percepción pública no acompañaban. En paralelo, su faceta empresarial volvió a ponerse a prueba. El lanzamiento de su marca —rebautizada como 'As Ever' tras problemas legales— estuvo marcado por retrasos, cambios de identidad y una polémica inesperada por su imagen corporativa. Aun así, el debut comercial fue fulgurante: los primeros productos se agotaron rápidamente y el catálogo no ha dejado de crecer desde entonces. Un éxito parcial que demuestra interés, pero también la dificultad de sostener una marca bajo escrutinio permanente. Mientras tanto, su popularidad en Reino Unido seguía erosionándose. La entrevista de Harry en la BBC, en la que señalaba directamente a su padre y al sistema británico, terminó de tensar la percepción pública del matrimonio. Los sondeos reflejaron un desgaste evidente y situaron a Meghan en uno de sus peores momentos de aceptación desde que abandonó la familia real. A ese contexto se sumó la revisión de su acuerdo con Netflix. Tras meses de rumores, se confirmó que la alianza continuaba, aunque con nuevas condiciones y menor ambición económica. Un ajuste que evidenció que el margen de maniobra se ha reducido y que cada proyecto debe justificar su peso. El giro más significativo llegó a finales de año. Meghan Markle volvió a Hollywood, el lugar donde todo empezó. Lo hizo con un papel discreto, interpretándose a sí misma en una producción de Amazon MGM Studios, en lo que muchos interpretan como un regreso gradual, sin estridencias, a la interpretación. Un paso que coincide con nuevos anuncios profesionales y con una agenda que vuelve a llenarse de compromisos. El cierre de 2025, sin embargo, no ha estado exento de ruido personal. La delicada situación de su padre ha vuelto a colocar su vida privada en el centro del debate, reabriendo viejas heridas y recordando que, en su caso, lo íntimo rara vez queda al margen del foco.

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