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Si quieres arrancar 2026 de manera original en todas estas playas se celebra "el primer baño del año" al poco de tomar las uvas

A Coruña, Ibiza, Barcelona, Granada, Canarias o incluso Ciudad Real ofrecen planes divertidos y purificadores para empezar el nuevo año

Este es el origen que tiene el turrón y la razón por la que lo comemos en Navidad

Quedan pocos días para cruzar el umbral de Fin de Año y estrenar 2026. Y son muchos los que, precisamente esa misma y primera mañana del año, están pensando si arrancarlo dándose un buen chapuzón en alguna de las playas de nuestras geografías. La llegada de un nuevo año trae consigo el deseo de renovación y purificación, una costumbre que se manifiesta con el primer baño del año en el mar o incluso en lagos o ríos gélidos. Sumergirse en aguas frías simboliza para muchos el acto de dejar atrás lo viejo para empezar con frescura, una práctica que combina rituales ancestrales con desafíos físicos contemporáneos. 

En algunos lugares, este evento se ha consolidado también como un divertido rito de valentía que forma parte de la Navidad, atrayendo a miles de personas cada primero de enero. Ahí van unas cuantas propuestas para todos aquellos que quieran desafiar las temperaturas y comenzar el año de manera, cuanto menos, original. Todas ellas, eso sí, están organizadas para que, tras el baño, uno recupere el calor necesario con un vaso de chocolate, un caldo o incluso unas ensaimadas, en función del lugar que se escoja para empezar el año a pie de playa.

En el norte de nuestra península se vive esta tradición con especial fervor, como ocurre en la playa de San Lorenzo, en Gijón. Allí, los bañistas suelen encontrarse con temperaturas ambientales de apenas seis grados, mientras que el agua del Cantábrico ronda los trece. Familias enteras participan en este rito que, según algunos asistentes, funciona como una prueba de fortaleza mental y una forma perfecta de empezar el día con una visión positiva para el resto del año.

San Sebastián es otro epicentro clave donde se organiza el baño en su mítica y casi insuperable playa de La Concha, en la que se reúnen cientos de personas de edades muy diversas. En ediciones recientes, se registró la participación de una niña de cuatro años y un anciano de ochenta y tres, demostrando que no hay límite de edad para la tradición. Tras el chapuzón, los organizadores suelen ofrecer caldo caliente y obsequios a los participantes para mitigar el frío.

Las islas Baleares también mantienen sus propias costumbres, uniendo el baño con la gastronomía local y el carácter festivo. En la playa de ses Figueretes, en Ibiza, el ayuntamiento organiza el evento y recibe a los valientes con chocolate caliente para recuperar la temperatura corporal. En Mallorca, la playa de Can Pere Antoni es el lugar elegido para una tradición que culmina con una chocolatada acompañada de ensaimadas. El clima más benigno del Mediterráneo y Andalucía atrae incluso a turistas internacionales, como ocurre en Almuñécar, donde grupos de nórdicos llevan décadas bañándose el 1 de enero. Para estos visitantes, el agua a 17 o 18 grados es comparable a un excelente día de verano en su país de origen. En Teulada Moraira, la playa del Portet también congrega a centenares de personas, incluyendo familias locales que participan desde finales del siglo pasado.

En las Islas Canarias, la playa de Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, se convierte en el escenario de un baño que muchos califican de purificador. Con temperaturas matinales que pueden alcanzar los 18 grados, los ciudadanos más madrugadores se mezclan con aquellos que regresan de las celebraciones nocturnas. Otras ciudades españolas como Barcelona y A Coruña cuentan con sus propios baños tradicionales, donde los participantes desafían el sueño y, a veces, se lanzan al agua con sus trajes de Nochevieja. En la capital catalana, más de mil personas suelen acudir a este curioso evento ataviadas, como en otros lugares, de adornos o incluso disfraces navideños. Incluso en zonas de interior, como El Robledo, en Ciudad Real, los vecinos se bañan en el río Bullaque.

Fuera de nuestras fronteras

Si uno quiere empezar el año con un buen baño pero fuera de nuestras fronteras, también existe un buen ramillete de opciones. En los Países Bajos, esta tradición alcanza dimensiones masivas, destacando la playa de Scheveningen en La Haya, donde cerca de 10.000 personas se lanzan anualmente a las aguas del mar del Norte. Los participantes, a menudo con gorros y guantes de color naranja, desafían temperaturas acuáticas de unos 8 grados mientras gritan y cantan al unísono. A nivel nacional, la cifra de bañistas puede llegar a los 40.000, repartidos en más de cien localidades, en una práctica que data oficialmente de 1960.

Suiza ofrece una estampa igualmente gélida pero sofisticada en el lago de Ginebra, donde los ciudadanos brindan con champán mientras nadan a temperaturas que rondan los 7,3 grados. Por su parte, en Berlín, Alemania, los miembros del club de natación de invierno “Seehunde Berlin” se congregan en el lago Oranke. En este encuentro, es habitual ver a los bañistas luciendo sombreros y gorras elegantes, manteniendo vivo el espíritu festivo a pesar del frío invernal y el contraste térmico. En el Reino Unido e Irlanda, el carácter benéfico suele acompañar al chapuzón inaugural. En Scarborough, Inglaterra, los participantes se disfrazan para recaudar fondos en el Mar del Norte, convirtiendo el frío en una herramienta de solidaridad comunitaria. De igual manera, el Bray Lions Club en Irlanda organiza un baño anual en la playa de Bray para celebrar el Año Nuevo, atrayendo a una multitud que busca tanto la aventura como la colaboración en causas sociales y locales.

Otros puntos de Europa también se suman a esta marea humana, como se observa en las aguas del mar Adriático en Opatija, Croacia, o en los lagos cercanos a Vilnius, Lituania. En Portugal, las playas de Cascais y Carcavelos, en las afueras de Lisboa, son escenarios tradicionales donde los ciudadanos se reúnen para su primer contacto con el mar del año. Cada una de estas ubicaciones aporta su propio matiz a una costumbre que parece no conocer fronteras geográficas ni climas extremos.

Finalmente, más allá de tierras europeas, las celebraciones adquieren matices diferentes, como la “guerra del agua y la sidra” en las calles de Montevideo, Uruguay. Y en Ecuador, la purificación se busca a través del fuego con la quema de “años viejos” y el salto de hogueras para dejar atrás lo negativo. En cualquier caso y ya sea en el hielo del Mar del Norte, bajo el sol canario o en Ciudad Real, el primer baño del año se consolida como un símbolo universal de esperanza, un renacer compartido ante el calendario que comienza o, sencillamente, una divertida manera de seguir con las risas, los abrazos y los buenos deseos que compartimos durante los primeros instantes tras las doce campanadas.

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