Takeo Kanade, padre de la visión robótica y autor involuntario del primer ‘deepfake’: “Será más efectivo educar que regular”

Era julio de 1995 y su coche, un “bebé tuerto de cuatro meses“, echó a andar solo desde Pittsburgh. Estaba ante sus primeros kilómetros de los 4.501 que terminaría completando, en el primer experimento a gran escala con un coche autónomo. Dice Takeo Kanade, profesor de la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU), que aquella fue una propuesta “a cuatro años para que la conducción sin manos fuera perfecta”. Han pasado casi tres décadas y sólo ahora podemos decir que está casi al 100%.

Este científico de la computación cree que en investigación científica muchas veces lo más importante es divertirse. “Cuando completamos el rally conduciendo Sin manos por América aquello sí que fue divertido”, rememora sobre el experimento concluido en 1995. Kanade dotó del sentido de la vista a los robots. Algo clave en el despegue del coche autónomo.

Charlamos con Takeo Kanade –al que podremos escuchar en su voz, hablando español, gracias a una IA– y con Teresa de Pedro en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo.

Ha visitado Bilbao para recoger un premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA por sus contribuciones a la visión artificial y los algoritmos que permiten cosas como repeticiones de jugadas deportivas en 360º (“fui el único científico citado en la Superbowl“) al modo de las balas de la película The Matrix (Wachowski, 1999). No hay coches autónomos por las calles bilbaínas. Ni por las de la mayor parte del mundo. ¿No está madura la tecnología? ¿O es que, simplemente, nos gusta conducir?

“Puede ser esto, aunque probablemente en el futuro lo que ocurra es que creas que estás conduciendo, pero detrás un ordenador estará monitorizando con detalle lo que haces”. Esta simbiosis, donde la máquina interviene sólo en situaciones peligrosas, podría ser la clave para que los entusiastas de la conducción “acepten la tecnología”. Y también, la clave de la nueva generación de robots equipados con IA que está al caer.

El robot del futuro –como el coche autónomo– tiene que hacernos sentir útiles a los humanos

“Algunas personas pueden pensar que el mejor robot debería hacer lo que tú quieres”. Pero para él, la fórmula ideal es diferente: ”El mejor robot será el que haga lo que tú quieres, menos lo que tú puedes hacer ± delta“.

El robot del futuro será el que nos haga sentir que aún somos útiles.

¿Qué es eso de delta? Algo así como el grado de complemento o sustitución de nuestras propias tareas. La diferencia entre ”sentirte agradecido porque el robot haya hecho tu trabajo” (limpiar, en el caso de una aspiradora) o ”retado”, como en “rehabilitación física” ante una dolencia. Aquí, los robots no sólo son asistentes, sino también “motivadores” que impulsan la recuperación de los pacientes. Este campo médico es en el que ve más futuro a los robots equipados con IA, como en implantes o exoesqueletos que ya existen.

El robot del futuro será el que “nos haga sentir que aún somos útiles”. O nos deje divertirnos, en el caso de que nos guste conducir. Puede que, incluso, sea aquel robot que, como un coche autónomo, pueda adivinar si lo necesitamos realmente o no. Si puede leer nuestro rostro e interpretar si nos estamos quedando dormidos o si tenemos necesidad de retos. Y en esto, Takeo Kanade también fue pionero con la inteligencia artificial.

De cómo un Obama hablando japonés se convirtió en el primer deepfake involuntario

En 1973, Kanade fundó el campo del reconocimiento facial. Un programa informático localizaba automáticamente la nariz, los ojos y la boca en imágenes digitales. Más tarde, fundó el concepto Lucas-Kanade. Gracias a ello, hoy no sólo tenemos coches autónomos, sino, sobre todo, podemos ver de manera fluida vídeos comprimidos en nuestro móvil, por ejemplo.

En 2010, su equipo creó un vídeo en el que se veía al presidente Obama hablando en japonés, con la voz y expresión originales del propio Takeo Kanade. La IA fue capaz de leer el rostro del profesor –sin necesidad de sensores sobre la cara– y trasladar la expresión a un Obama sintético, que mimetizó cada gesto e inflexión. “De hecho, eso era un vídeo falso (deepfake)”, reconoce, pero “con un fin puramente académico: entender la comunicación humana a través de la modificación de expresiones faciales”. De hecho, tiene aplicaciones ya en el campo clínico.

“Me decepcionó ver que la gente usase deepfakes maliciosamente, pero creo en la inteligencia humana y artificial (para detectarlos)”

Pero el primer deepfake político involuntario estaba en marcha. Primero, todo fueron risas. “Pero cuando nos dimos cuenta de que la gente había comenzado a utilizar este tipo de falsificaciones con malos propósitos, me quedé decepcionado, incluso enfadado”. Para Takeo Kanade, esta es una de las desventajas de los avances tecnológicos. A pesar de ello, confía en la capacidad de la inteligencia, tanto humana como artificial, para detectar el fraude. ”Creo que necesitamos educar incluso antes que regular”.

¿Es posible que estemos empezando a sospechar de todo, a sabiendas de que cualquier vídeo puede ser un deepfake? ¿O esto es el photoshop o los efectos especiales de siempre, pero hechos por una IA? ”Es posible [que ambas cosas], pero creo en el poder de la tecnología”. Incluso para desbaratar construcciones sintéticas. El mismo poder que para fabricar ficciones sin ambición de pasar por ciertas.

En la industria del cine, por ejemplo, pronostica que una gran parte del contenido será generado artificialmente “en un futuro cercano“, pero esto no debe verse como una amenaza, sino como una oportunidad para “reimaginar el arte”. Como en The Matrix. “Aún no la he visto”, bromea.

Charlamos con Takeo Kanade –al que podremos escuchar en su voz, hablando español, gracias a una IA– y con Teresa de Pedro en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo.


Escucha la entrevista completa, la historia del coche autónomo, la de Teresa de Pedro, la física tras el proyecto del coche autónomo español; el origen de la banda sonora de El coche fantástico y el primer deepfake de Obama en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo. Un pódcast narrado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa con la producción de Xulio Rodríguez. Suscríbete en tu plataforma favorita:

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